LA PIEDRA PERTENECÍA A SU PADRE.
Y AHORA LE HA DADO PODERES.
Cuando Andelin se muda junto a su madre para cuidar a su abuela al pequeño pueblo de Tybee Beach, comienzan a ocurrirle muchas cosas extrañas entorno a la piedra que su padre le dejó al mo...
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Mi mente era un hervidero. No lograba diferenciar entre las cosas que eran reales y las que también lo parecían. Tan solo eran imágenes que estaban ahí, borrosas, sin sentido y luego comenzaban a encajar como piezas de rompecabezas hasta que cobraban sentido.
Era demasiado prematuro pensar que me había vuelto loco.
Pensé en enfrentarme a él.
Quizá era la mejor opción, necesitaba que me diera una explicación sobre cómo es que me estaban ocurriendo todas esas cosas. Cómo fue que surgió en ese preciso momento y luego me dejó en casa como si nada hubiese ocurrido.
Me vestí con un pantalón claro. Una playera lisa y mi calzado deportivo de costumbre, desayune lo más rápido que pude y luego me marche. Dude en ponerme la piedra, y solo la guarde en mi bolsillo. Quería creer que me había ayudado un par de veces, supongo que no era tan malo seguir usándola. ¿O sí?
Anduve hasta mi salón como ya lo hacía normalmente y me puse a prestar la mayor atención a la clase.
Traté de no pensar demasiado en lo que había pasado el fin de semana. No es que no quisiera darle importancia, pero si lo hacía me iba a explotar la cabeza.
Había estado recordando por completo lo que sucedió desde que salí del Tybee Market.
Caminé unas cuadras en dirección a casa, para salir a la avenida principal, pero cuando me di cuenta, iba en una dirección incorrecta. Intenté regresar, pero se sentía como si hubiese caminado más de lo que era, luego entre en una calle sin salida y de regreso, ya no estaba en ningún sitio conocido. Se que algo había ocurrido ya que no era posible que me perdiera en un pueblo tan pequeño. No era posible que me perdiera cuando antes había venido por el mismo camino.
Luego, el asunto de las sombras en forma de esos hombres. Quería pensar que eran humanos con habilidades especiales, la forma en que se acercaron hasta mí, no era normal. No era ni un poco normal que yo me hubiese defendió de esa manera, expulsando fuego de mis manos, eso no cabía en la normalidad posible, nada. Tenía que ser un mal sueño. Una pesadilla de esas terroríficas que te hacen saltar de la cama a la mitad de la noche. Ni siquiera el hecho de que Bridie me sacará de un salto, y luchará contra todos ellos.
Durante el almuerzo salí al patio en busca de aquel chico, pero no lo ubique en ninguna parte. Estaba inquieto esperando poder verlo de frente para decirle que diablos estaba ocurriendo, y que ese pequeño valor se quedara en mi más tiempo. Fui hasta el jardín, pero tampoco apareció. No, ni siquiera Jeff.
Caminé hasta la barra por algo de almorzar. Bridie se acercaba desde la salida del patio, venía caminado a lado de Camyl y otro montón de chicos detrás. No había nada en él, nada más que su caminar despreocupado, una media sonrisa y su mano sujetando la de ella, se encaminaron hasta la barra unos cuantos lugares detrás de mí.
Lo que sí hubo fue un escalofrío que me calaba con fuerza desde la nuca.
En realidad, no iba a acercarme a él, ni tomando el valor necesario porque simplemente no sabía lo que iba a decirle. Nada de lo que dijera iba a hacer que me soltará la verdad, tal vez debía ir a él cuando estuviera solo. Después del timbre del fin del almuerzo corrí hasta mi casilla por mi libro para la próxima clase. Estaba abrumado, y el dolor de cabeza me mataba despacio.