LA PIEDRA PERTENECÍA A SU PADRE.
Y AHORA LE HA DADO PODERES.
Cuando Andelin se muda junto a su madre para cuidar a su abuela al pequeño pueblo de Tybee Beach, comienzan a ocurrirle muchas cosas extrañas entorno a la piedra que su padre le dejó al mo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Bridie se quedó quieto mirándome, sus ojos recorrieron despacio la habitación. Estaba cerca de la ventana, entre la cómoda y la orilla del colchón.
Mi corazón latía tan fuerte. Aún tenía los rastros del sueño que había tenido, así que me encontraba adormecido, asustado y muy confundido.
Respiré profundamente y me moví de un salto para salir de la cama.
Él reacciono y se movió hacia la ventana para escapar. No podía permitir que se fuera, no debía dejar que saliera por la ventana porque ahora no iba a poder negar absolutamente nada si lo enfrentaba justo ahora. Había recordado lo que ocurrió, el ataque en El Trono del Elfo, la charla con Colin y la sombra asesinando a esos hombres, luego a mi hasta que Bridie apareció. Estire mi brazo intentando detenerlo, pero no iba a alcanzarlo.
Se sujeto del marco de la ventana para saltar.
Cierra la ventana, pensé.
Mi mano derecha se iluminó. La ventana se deslizó de un movimiento simple, cerrándose e impidiendo qué Bridie escapara.
Retrocedió de un salto, parecía confundido. Busco la manera de volver abrirla, pero le resultó imposible. Sorprendido por lo que había hecho di un paso adelante. Él se movió y me miro con recelo.
― ¡No te vayas! ―le ordené―. Dime lo que está ocurriendo, dime que es esto que me está pasando, y por qué apareces cada vez.
―Esto no es lo que crees, nada de esto ―Se pego al muro resignado.
―Por favor ―supliqué.
Bajó la mirada al suelo y se llevó las manos a la cara como si estuviera desesperado.
―Al menos dime por qué viniste hasta aquí ―Tenía un temblor en la voz.
―Estaba preocupado por ti ―respondió automáticamente.
La luz de la lámpara iluminaba sólo una parte de la habitación, él estaba en la oscuridad, así que no podía ver su cara completamente.
― ¿Por qué? ―Encendí la luz de la habitación y lo vi con claridad.
Bajo la mirada, tratando de ocultar su rostro.
―Te veías terrible en el entrenamiento. Pensé que se me había pasado la mano borrando tus recuerdos ―su voz era baja. Aunque no lo suficiente para que lo escuchara. Su cabello estaba húmedo, lo que hacía que se viera más oscuro, estaba despeinado, las puntas de sus mechones señalaban en todas direcciones. Su mandíbula estaba apretada, sus labios eran una línea delgada. Traía una sudadera con el cierre a la mitad, dejaba ver la piel pálida de su pecho y su clavícula hasta su cuello. Llevaba pantalones negros.
―Tú, ¿hiciste que olvidara el ataque de anoche? ―Tome una sudadera de mi armario y pantalones, me vestí sin dejar de mirarlo.