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Obsequio. ¿Estás disfrutando de tu obsequio?

Todavía al descender de su sable con un salto silencioso, Nie MingJue seguía maldiciendo entre dientes al recordar la pregunta de Jin GuangShan. El hecho de que el hombre se refiriera a una persona, a un muchacho que bien podría ser su hijo, en la misma forma en que hablaría de un objeto, había provocado la cólera del líder de QingheNie tanto como su repugnancia. El disgusto había impedido que disfrutara de la compañía de Lan XiChen incluso, desatando uno de esos inaguantables dolores de cabeza que agudizaban su mal carácter.

Por si fuera poco, Nie MingJue había recordado los rumores de que Jin GuangShan poseía parte de uno de los más famosos burdeles de Yunping, una ciudad conocida por sus 'flores del paraíso', renombradas como las más bellas y hábiles. ¿Era de allí de donde provenía Meng Yao? ¿Acaso Jin GuangShan había elegido al omega personalmente? ¿Acaso había...?

Nie MingJue se frenó en seco, siseando entre dientes mientras abría y cerraba los puños para apaciguar la rabia que se elevaba en su interior como una marea ácida. Luego de unos minutos, echó a andar de nuevo y solo entonces se percató de que no se había encontrado con ningún discípulo o sirviente desde que arribara.

Desconcertado por la ausencia de personas, Nie MingJue se acercó a comprobar la luz exterior: faltaba poco para el crepúsculo, por lo que a esa hora debería de haber bastante movimiento en el edificio, mientras los discípulos se preparaban para salir en las patrullas nocturnas. MingJue dudaba que su hermano hubiese organizado las partidas una hora antes de lo normal, puesto que él mismo probablemente se encontraba en casa aún. Por si acaso, se encaminó a los aposentos de Nie HuaiSang, esperando que estuviera allí y sin intenciones de salir de cacería, por supuesto.

La esencia de canela lo envolvió de forma casi física, pegándose a su piel y secando su boca. Obligado a detenerse, Nie MingJue jadeó, aspirando el perfume con cada bocanada de aire. Un bajo gruñido comenzó a formarse en su pecho y olvidando su intención de buscar a HuaiSang, cambió de dirección para encaminarse al ala de los discípulos.

Tampoco en esta parte del edificio se encontró con nadie; pero eso ya no le importaba, concentrado como estaba en seguir el aroma que ya conocía demasiado bien.

Parte de él sentía curiosidad: generalmente, Meng Yao era lo suficiente cuidadoso como para evitar que su olor se esparciera. Nie MingJue había notado que varios discípulos alfas se volteaban cuando el omega pasaba cerca de ellos, olfateando inconscientemente el aire a su paso. Como consecuencia, el líder Nie le había ordenado a su secretario que enmascarara su aroma natural con perfumes, cosa que el joven había cumplido al pie de la letra. Las únicas ocasiones en que Meng Yao liberaba su olor era cuando el dolor de cabeza de Nie MingJue era demasiado fuerte para que los masajes lo aliviaran. ¿Qué había provocado que el omega liberara su esencia con tanta fuerza, al punto que se extendía por toda la mansión?

- ChiFeng-Zun!

Nie MingJue interrumpió su rápido andar al encontrarse de frente a una mujer que abandonaba la alcoba de Meng Yao.

La mujer era una criatura de exquisitas facciones y delicada presencia, lo cual era acentuado por el intrincado peinado y el elegante hanfu de seda verde con dragones dorados y rojos bordados en mangas y bajos de la falda.

- No le esperábamos hasta mañana -, declaró ella antes de que el líder de Secta pudiera hablar -. O sea, su hermano no le aguardaba...

- Señorita Fei -, dijo con voz espesa Nie MingJue, reconociendo a la amante de su hermano -, ¿qué hace aquí?

- Eh... ha habido un imprevisto. A-Sang... ah... el joven amo Nie me pidió que viniera a ayudarle. Yo... ¿Por qué no va a sus aposentos y enseguida su hermano se reunirá con usted?

TIĀNTÁNG ZHĪ HUĀ (Flores del Paraíso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora