XIX

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Aún cuando han pasado un pequeño momento desagradable gracias sus compañeros de la escuela, la tarde va siendo más amena cuando los Kozume los llevan a una heladería. Tienen la cajuela llena de cachivaches para la ocasión: tiendas, bolsas para dormir, madera, antorchas, muchas galletas y malvaviscos, muchos malvaviscos. Más que acampar, parecía que iba a subir una montaña. 

Las encargadas casi se van de espaldas cuando miraron la suma total de lo que compraron. Algo bueno salía de que su mamá fuera un seleccionado titular. No era de la clase derrrochadora pero cuando era necesario, él le dejaba sobre pasar los límites de lo que compraba. 

Mientras comen sus respectivos postres comienzan a hacer planes para la acampada. Por consenso de los mayores fue decidido que debían acampar en el jardín de la casa de de los Hinata, no es como si fuera súper emocionante estar frente a su casa pero no le hacía tanta ilusión ir al bosque y terminar por volver a ver caras conocidas. Tampoco estar entre bichos y sin un baño cerca. Podía sonar ridículo pero ella realmente era una niña de ciudad. 

De regreso tiene que quedarse un rato más para recoger a unas cuantas personas. No le hace mucha emoción tener que llevar consigo a una de ellas pero hay un par por el que sí o sí debe de pasar: Bo y Kuroo. 

Kenma la deja a Hikari frente a una puerta café, ella promete que llegará justo para la comida si ese par de jugadores salen por las buenas de la madriguera. Los esposos asienten y se llevan los chiquillos.

Toca la puerta suavemente con los nudillos, es la casa del tío Koushi y de "él". Muerde su cachete derecho, espera que quien le abra la puerta sea su tío. 

—Hola, enana—saluda el dueño de la casa revolviendo sus cabellos con algo más que un poco de fuerza. 

Oikawa Tooru, el novio del tío Koushi. 

Según su mamá, fue compañero de su padre cuando tenían su edad. Recuerda que también fue alguien que ellos admiraban por lo bueno que era colocando pero nunca congeniaron su papá y él fuera de la cancha. Por lo que le contó Kei, no se llevaban nada pero nada bien, éste de cabello castaño solía poner de los nervios a su papá cada que tenía la oportunidad. Ella guardaba un poco de distancia porque Tooru siempre la despeinaba y le hacía bromas de que se quedaría enana. 

—Buenas tardes, Oikawa-san—dijo de manera mecánica—. Vengo por Hanan, Bokuto y Kuro. 

Oikawa soltó una risita al escuchar los últimos nombres. 

—Te los llevas si logras sacar sus alcohólicos traseros de la cama—le dijo mientras la invitaba a pasar—. Porque eso es lo que yo he intentado toda la mañana. Hanan está con Koushi terminando de alistar sus cosas. 

Hanan era hija de Tooru. Y ambos tenían el mismo parecido que tenía ella con su propio padre, Hanan era de cabello largo castaño y sedoso, liso con una agradable terminación rizada en las puntas; sus ojos eran muy grandes y de color avellana; su carácter era muy fresco por lo que se le facilitaba llevarse bien con los demás. Era dos años más pequeña que Hikari pero  verle le provocaba una terrible irritación. Era mutuo, se las habían cantado en la última fiesta de navidad, como si fueran adultas quedaron que podrían soportarse por la amistad que tenían sus padres pero nada más. 

¿Por qué la invitaba si no se agradaban? la razón era su mamá, Koushi había platicado con Hinata sobre que Hanan se perdió su propia acampada por un refriado. Sobre que la pequeña estuvo deprimida por muchos días porque no pudo estrenar aquella bolsa de dormir tan adorable de unicornios que consiguió por internet. Con aquel triste relato Shoyo no dudó ni cinco segundos en incluir a la niña en sus planes. 

Subió hasta la segunda planta para buscar a los dos jugadores. Cuando llegó a la puerta del cuarto de invitados ni siquiera se molestó en tocar, sólo abrió la puerta para gritarles: 

Sol, luna, noche y estrellaWhere stories live. Discover now