XIII

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Tsukishima mira su teléfono "sólo un poco más" se dice así mismo. Se suman dos minutos más y ocurre, como todas las mañanas.

—¡Es tarde!—ruge Hikari desde su habitación y ¡bam! escucha un golpe seco contra el piso de madera.

Ríe en silencio, mientras un par de pies corren de un lado a otro con locura. Es que esa niña no puede entender por la buenas, por eso es que Tsukishima tiene que recurrir a este tipo de disciplina para hacer que entienda sobre lo malo que es dormirse tarde entre semana. Con un par de malas palabras, con las calcetas a medio poner, la mochila abierta y el cabello sin peinar baja Hikari.

—Buenos días—saluda en el comedor, finge leer el diario de la mañana y no prestarle atención a su look—. ¿Su majestad durmió bien?

—Nada de buenos días—masculla enojada, su calceta está dando más batalla de lo debería—. Me quedé dormida y no tuviste la delicadeza de despertarme, ahora no voy a desayunar ¿No te sientes culpable?—dice con esos ojos de cachorro que tiene.

En otro tiempo aquello hubiera servido, cuando ella tenía siete y le pedía chocolates antes de la comida o ver películas de terror que no la dejarían dormir en las noche, claro, porque quien sufriría las consecuencias sería Hinata. Ahora que vivían en Miyagi, con Hinata metido en el campeonato asiático de voley, Kei no estaba aguantar rabietas adolescentes. Además ambos sabían que si Hikari se había quedado dormida era porque había trasnochado jugando videojuegos con Yerik.

—No—responde a secas.

Hikari siente ganas de lanzar su cepillo contra la cara de superioridad de Kei tras el periódico, pero piensa que sería un desgaste de cepillo y tiempo, lo último es lo que menos tiene en ese en la nevera algo para el camino, lo que sea que encuentre será de gran ayuda para aplacar su hambre matutina y no morir en sus clases.

—Puedo llevarte en el carro—sugiere. 

—No gracias, usaré la bicicleta—dice con dignidad, mero farol porque sabe que tal osadía le costará un reporte de retardo—¿Has hablado con mamá sobre lo Tokyo?

—Se te hace tarde, Hikari—responde y ella puede leer entre líneas "No irás a Tokyo".

Hace un puchero, mezcla entre decepción y tristeza, musita un "me voy" desganado y cierra la puerta. 

.

Kei se queda solo en la casa, pensando un poco en la última expresión de Hikari.

Es consciente de la molestia que siente por haberse mudado de Tokyo a Miyagi, no sólo porque tan pronto terminaron la mudanza Hinata tuvo que irse de viaje y dejarlos. Las cosas fueron muy precipitadas, eso lo sabía él, la mudanza se había dado a mediados de su ciclo escolar de Hikari, ella tuvo que despedirse de Kai y Yerik, sus mejores, y únicos, amigos con los cuales ha vivido estado desde que era una niña. Le cuesta mucho acostumbrarse a una vida de pueblo, donde apenas tienen los servicios suficientes para vivir. Y si suma su casi nula habilidad para llevarse bien con los demás, todo un desastre.

Ahora Hikari apelaba por regresar a Tokyo en sus vacaciones de verano, pero lo que se aproximaba no era una opción que ella se fuera.

.

Corre aprisa, se siente muy estúpida por haber rechazado la oferta de que la trajeran en coche. Es bueno que todos ya estén en sus clases, así nadie verá bajo su falda al subir las escaleras a toda velocidad.

—Hinata Hikaru.

—¡Presente!—grita abriendo la puerta de golpe.

Todos sus compañeros y profesora se le quedan mirando mientras entra.

Sol, luna, noche y estrellaWhere stories live. Discover now