La vida es un juego, pero no uno de esos donde lo que importa es tu destreza, sino uno de azar donde lanzas los dados y esperas ver que resultado cae. Como humanos nos quedamos expectantes para ver si obtendremos un cuatro o un seis, puedes ganar o perder sin embargo nunca sabrás cuando sucederá.
Los de este juego te toman por sorpresa. Por ejemplo, bastante malo, un día ves a tus ex compañeros de la preparatoria reír y ser tan idiotas como siempre, y al siguiente debes asistir al funeral de uno de ellos.
Tsukishima nunca hubiera imaginado que algo como esto pasara, menos presenciar como ocurrió dicho evento. Ese día ambos se encontraban practicando después de que se había terminado el entrenamiento, Kageyama se encargaba de colocar bolas a Hinata, novio del pelinegro, una y otra vez sin querer detenerse o mostrar algún signo de cansancio. De vez en cuando gritaban, en otros momentos reían y otros más, no tan agradables, se besuqueaba en la pista. Lo normal si debiera que decir, con el tiempo sus acciones no dejaban de ser desagradables pero al menos ya las asimilaba y no lanzaba balones directo a sus cabezas huecas.
Cuando estaba ya apunto de retirarse a su casa, después de tanto entrenamiento, escuchó un ruido seco de algo estrellándose estrepitosamente contra la cancha. No fue un remate super rápido de Shoyo, sino el cuerpo de Kageyama desplomarse en el piso.
Desde lejos no parecía más que una caída normal, sin embargo el tiempo pasó y Tobio seguía tirado en el piso sin siquiera quejarse. Cuando vio que el pelinegro no se incorporaba nuevamente, dejó las cosas tiradas y fue hasta donde el par, llamó a una ambulancia. El más bajito agarraba la cara de su novio dando suaves golpes para intentar reanimarlo.
-¡Kageyama, vamos despierta!
Escuchó repetir muchas veces a Hinata, desesperado y aterrado por ver a su novio inconsciente.
Regresó al presente cuando fue su turno de dar su último adiós a su compañero de equipo. En la caja estaba el cuerpo inerte del "Rey de la pista", como solía decirle aún en la universidad. Su rostro no mostraba más el ceño fruncido que lo acompañaba siempre, al contrario tenía un gesto de paz y quietud. Dejó su flor blanca e hizo una reverencia, ofreció una plegaria además de agregar un "idiota" dirigido a él.
No se consideraba un amigo para ambos, un compañero de equipo y nada más. Pero ver que no podría estar de nuevo en el mismo lado de la red que el pelinegro le llenó de tristeza. Quizás porque los últimos días Kageyama había tendido a tener una afinidad por hablar con él.
¿Qué podía hablar dos personas con tan mal carácter y personalidades que chocan con el más mínimo contacto?
Hinata
Aunque Kageyama era él que se dedicaba a hablar y dirigir la conversación. A veces sentía que el otro chico le estaba presumiendo a su pequeño y ruidoso novio, "Hinata es muy atractivo, solo tienes que verle las piernas" "Hinata está mejorando en la cocina, ayer hizo..." bien, todo iniciaba con el más bajito y terminaba igual.
Aunque al principio era detestable, tanto que él más alto se sintió tentado a golpearlo por sus a veces el armador se pasaba de pervertido con sus comentarios, Tsukishima se encontró siendo inmerso en un mundo parlante y lleno de energía llamado Hinata Shouyo.
En una esquina, distante y triste estaba Hinata. Junto a los padres de Kageyama se dedicaba a recibir las condolencias, aunque sólo resultaban en pequeñas palabras soltadas al aire. Su expresión desecha causó un vuelco en su corazón, su ojos sin la luz que solía desprender y las palabras que contestaba no representaban ni un cuarto de lo que solía hablar en una hora.
¿Alguien lo podía culpar?
No, al menos no él. Si los cálculos no le fallaban ellos habían estado juntos cuatro años en aquella relación, eran prácticamente inseparables desde que comenzaron a salir antes de terminar su primera año de instituto y ahora en la universidad vivían juntos.
Aquel día todos lo consolaron, todos menos él ¿Qué podría decirle? después de todo Tsukishima no dejaba de ser un extraño en la vida de Hinata.
Así es, él solo era un extraño.
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Sol, luna, noche y estrella
RomansaUna serie de eventos desafortunados llevará a Tsukishima a hacerse cargo Hinata, y bueno... de alguien más.