Los días que pasan corren como ríos, sin descanso y con fuerza más no son capaces de arrastrar todo el dolor que hay dentro del corazón de Hinata.
Aún con el pesar que lleva en el alma, se incorpora a sus actividades de la universidad y su club. No es de extrañar que a su alrededor sus compañeros puedan notar su ánimo caído, por ello tratan de sacar una que otra sonrisa mediante bromas. A veces lo logran y otras, la mayoría, Hinata ríe por mera cortesía. Tsukishima que no es un experto en Hinata Shoyo pero sí en leer a las personas puede notarlo fácilmente.
Al inicio se había propuesto no inmiscuirse pero ahora no hace más que andar de aquí para allá con Hinata, y no precisamente porque quiera sino porque tiene miedo de que vaya a cometer una tontería de momento a otro. Van juntos a la universidad por las mañanas, en las tardes almuerzan, después van al club y finalmente regresan a casa cuando el sol se va. Se ha convertido en una extraña rutina que no le molesta como lo había imaginado.
Ha hablado online con Yamaguchi con respecto al tema, a su mejor amigo parece agradarle que esté más cercano al pelirrojo. Por un lado porque le tranquiliza que Shoyo no esté solo en su etapa de duelo; por el otro dice estar preocupado porque el círculo social de Tsukishima no se reduzca. Yamaguchi no cree que Kuro, Bokuto y Kunimi representen una buena influencia para él. Sabe que lo ayudaran a mejorar en el voley pero no en otras formas.
—Si quieres puedes volverte a casa—dice Hinata.
—Sólo quedan los balones, en vez de hablar mejor date prisa—responde con simpleza.
En verdad que está cansado pero no es como si no pudiera esperar otros minutos.
Hinata ha sido asignado a ordenar el gimnasio después de la práctica durante todo el mes como castigo por su prolongada inasistencia. Tsukishima entiende que el entrenador no tiene malas intenciones, tampoco es que sea un ser sin corazón que no entienda lo que significa la pérdida de Kageyama, el hombre sólo quiere que Hinata tenga la mente ocupada en algo. Porque aunque haya vuelto al club, todos pueden percatarse de que a momentos su mirada parece perderse en el espacio, jugando entre sus recuerdos y trayendo la imagen de su querido novio.
Mientras que Hinata empuja los carros de los balones para el almacén, la puerta del gimnasio se abre y deja a ver a su entrenador.
—Hinata dejará el equipo—exclama sin una pizca de tacto.
Los carritos de balones chocan fuertemente y en el silencio sólo puede escucharse el sonido de los balones que han caído a causa de la colisión. Ambos chicos se han quedado estupefactos ante la declaración. Kei no puede más que pensar que no es más que una muy mala broma por parte de su entrenador. Es consiente de la baja en el rendimiento de Hinata, pero si es comparado con otros chicos es casi nada, ni siquiera lo suficiente para llegar a tal decisión. No en este punto, no a este chico en particular que es un prometedor jugador. Tiene la potencia para ser un as, sacarlo podría tirar al equipo que tiene a la vuelta de la esquina las clasificatorias del campeonato nacional.
—Sé que no me porté bien pero le juro que voy a esforzarme. Tres, cuatro o diez veces más de lo que lo hago—implora—. Por favor, no me saque del club.
—¡No puede hacerle esto!—intervine Kei, con la furia subiendo hasta su cabeza.
Hacer que Hinata deje lo que más le apasiona después de perder a su amado novio es ser, en toda la extensión de la palabra, un maldito hijo de puta. El voley es lo único que le queda y aún así quiere arrebatárselo.
—No tiene que ver con tu estado de ánimo, ni con tus inasistencias— trata de calmar a ambos jóvenes—. Esto está relacionado con el resultado de tus últimos estudios médicos.
A cada jugador de le lleva un riguroso control médico, cada tres meses y antes de cualquier competencia importante se realiza un examen de química sanguínea.
El entrenador le extiende una hoja de color azul. Los resultados más recientes.
Tsukishima aguarda mientras que Hinata los lee rápidamente, espera que le diga que rayos está sucediendo pero el pelirrojo no dice ni una palabra.
—Nadie te dejará jugar en ese estado, sólo tienes dos opciones y puedo adivinar cual escogerás—dice aquel hombre—. No digo que sea una baja definitiva, es temporal.
Shoyo asiente y el entrenador les deja irse sin terminar el trabajo asignado.
Como Hinata no dice nada más, Kei no cree tener el derecho para intervenir más. Lo que sea que esté escrito en aquellas líneas parece ser tan contundente que decir algo más es un caso perdido.
Ambos cuervos regresan a casa sin decir palabra alguna. Los almendrados ojos de Hinta parecen estar maquinando algo, como si se tratara de una nueva jugada extravagante. Por un momento parecen recuperar el brillo que solían tener hasta hace unas semanas atrás. Pero terminan volviéndose un mar de lágrimas incontenibles cuando al llegar la llave entra en la cerradura de su piso.
El rubio entra en pánico cuando ve que Hinata cae sobre sus rodillas al traspasar la entrada.
—Dios, no puedo creerlo—dice entre sollozos.
Una sonrisa se forma en su rostro lloroso, el gesto tan genuino no le parece otra cosa más que melancólicamente hermoso a Tsukishima. Y por primera vez lucha contra la sensación de estrecharlo entre sus brazos y consolarlo tiernamente.
—Voy a amarte tanto—Hinata abraza su vientre con cariño—. ¿Puedes oírme, bebé? yo soy tu mamá—voltea y busca la mirada de Kei—. Voy a tener un niño de Tobio.
El más alto no puede más que temblar, se tapa la boca para no soltar ninguna palabra que rompa la frágil y efímera felicidad de la que ahora goza Hinata.
El río de la vida puede no llevarse todo el dolor del corazón, pero con cada corrida trae consigo agua nueva y limpia.
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Hola :3
He estado haciendo pequeños cambios con respecto al original, especialmente en la narración. Espero que les guste.
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Sol, luna, noche y estrella
RomanceUna serie de eventos desafortunados llevará a Tsukishima a hacerse cargo Hinata, y bueno... de alguien más.