XXII

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El verano continuó su curso. 

Los niños salían a divertirse sin preocuparse por nada en el mundo como deben de hacerlo los niños de su edad. 

Ahora que a la pequeña reina comenzó a dar andar por el sendero del voley, se les pasaban las horas practicando. Su pista eran unas canchas comunitarias de barrio. Otras veces se quedaban en casa intentando hacer uno que otro postre que veían en algún canal de vídeos populares o haciendo torneos de videojuegos.

Los mayores de Tokyo eran un tema delicado, hace unos días habían tenido una discusión que amenazó con irse todos directo a la comisaria. Kei no iba a dudar en meterlos a los cuatro, por montar tal escena frente a todos los niños. Por suerte se resolvió y ahora estaban en alguna clase de sana ley del hielo. 

En cuanto a Tsukishima y Hinata,  llegaron al acuerdo que deberían tener cada uno de sus encuentros en casa. Era más tranquilo y cómodo para los dos, con los niños practicando como locos tenían la casa para ellos dos solos. Kenma y Keiji los ayudaban en ello. El par de novios se dedicaba a darse mimos, platicar y ver alguna que otra peli. Lo más relajante de todo es que Hikari había dejado de preguntar sobre el asunto del novio. Se mostraba tranquila y cariñosa, tal como ella era. Eso era muy liberador para ambos. 

—No—dijo Kei por millonésima vez. 

—Vamos—insistió Hinata—. Sé que va a gustarte. 

—No lo creo—se mantuvo—, además piensa en los niños, ellos miran aquí sus programas—comentó con bochorno. 

Hinata había desarrollado una manía de probar todos los lugares de la casa para tener sexo, Kei admitiría que había sido fantástico más de la mitad de ellos pero no todos funcionaban igual. El armario por ejemplo, era demasiado estrecho para ellos. Ahora el muy zopenco estaba insistente en hacerlo en el sillón.  

"No lo parece con esa carita de nene, pero Hinata es muy pervertido"

Definitivamente el rey no estaba exagerando cuando le dijo eso.

—No es cómo si fuéramos a hacerlo todo aquí—le dijo bajito el pelirrojo, dando unos pequeños besos en su cuello sabiendo lo sensible que era Tsukishima en ese sitio—, y si hicieramos un desastre, siempre podemos comprar un nuevo sillón, este ya está algo pasado de moda. 

Con que es eso— pensó Kei, Hinata quería deshacerse de aquel mueble.

Hinata odiaba ese sillón desde siempre, y casualmente era lo único que Kei había traído de Tokio a Miyaji ¿Por qué? porque era bastante cómodo para trabajar en sus noches de más duro trabajo. Desde el punto de vista de Hinata, era un mueble aburrido y pasado de moda que merecía ser destruido.

—Vaaamos—ronroneó Hinata rozando la abultada erección de Kei con su trasero.

Kei lanzó su cabeza para atrás, este pelirrojo era demasiado para él en ese aspecto.

—Bien—dijo con la respiración agitada. 

Shoyo sonrió con malicia triunfadora, pero antes de que pudiera poner manos a la obra el rubio lo alzó entre sus brazos. 

—Pero no vamos a hacerlo aquí—finalizó llevándolo al dormitorio. 

...

—Deja de poner esa cara, sabes que este sitio fue mejor que el sofá—dijo Kei pasando una toalla por su cintura.

Al final lo habían terminado haciendo en la amplia tina de la cual gozaba la casa de Kei. Sobraba decir  que el sitio era uno de los top 5 de Hinata. 

—¿Cómo puedes saberlo si no lo hemos probado?—preguntó Shoyo aún dentro de la tina. 

—Tú no lo has probado, yo por otra parte te puedo asegura que es mejor la tina—lo picó Tsukishima. 

Sol, luna, noche y estrellaWhere stories live. Discover now