XXVI

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Antes de lo esperado vamos con el final de esta historia de amor.

Y una vez más, los invito a que dejen sus preguntas respecto a la historia, los personajes, parejas y demás. Las más geniales se les hará un extra. Pueden dejar más de una.

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CAPÍTULO FINAL

Después del dichoso número que habían montado de forma tan vergonzosa en la calle ambos empezaron a caminar de regreso a casa. Más de uno miraba con curiosidad pues iban en las peores fachas, además de que estaban llenos de tierra. Platicaban sobre ellos, sobre que tontos eran en haber tardado en darse cuenta que se amaban. 

Se aclaró la garganta cuando sintió una cámara apuntar sobre ellos. Como reflejo intentó disolver el agarre que ambos tenían en sus manos pero Hinata lo evitó. 

—La gente mira—dijo Tsukishima cuando Hinata le preguntó con la mirada porque había intentado disolver sus agarre. 

—Déjalos, después de todo esto es lo que somos—agregó batiendo sus pestañas en un gesto amoroso. 

Derretido ante esos ojos y  ya con el permiso de Hinata, Tsukishima bajó su rostro para besarlo. Esperaba que con aquel contacto Hinata entendiera que tan feliz lo ponía que le diera un verdadero lugar en su vida. Porque saber que la persona que adoras no te tiene guardado dentro de un cajón es la muestra más grande de amor por ti.

Sin embargo el feliz momento no se prolongó por mucho tiempo cuando un quejido se escapó de los labios de Kei reflejo del toque de Hinata en su mejilla. 

—Diablos, olvidé esto—Hinata delineó la parte de la cara de Tsukishima en la cual descargó su ira momentos atrás, estaba rojo e hinchado—. Creo que me excedí.

—¿Qué te hace pensarlo?—Hinata le presionó la zona como castigo tras esas palabras—. ¡arg, duele!

—Tendremos que ir tratarlo para que no se ponga peor.

Sólo había un lugar al que podían acudir.

...

—¡¿Qué diablos le pasó a tu cara?!—exclamó Suga cuando los vio entrar en su consultorio. 

El médico inmediatamente pasó a ambos al consultorio. Mandó a un pequeño banco para su revisión porque la camilla sería inútil con ese largo de casi dos metros que poseía. Sin perder más tiempo y después de lavarse correctamente las manos empezó su labor.

Suga escuchaba la historia tras del origen de ese golpe mientras revisaba el rostro del rubio en busca de más heridas. Por la facha de ambos esperaba que se tratara de un intento de atraco, aunque nada más lejano a la realidad. 

—¿Tú le has hecho esto, Shoyo?—Hinata asintió avergonzado—. Ya no están para tener este tipo de problemas, chicos—los sermoneó.

Aún cuando sus chicos hacían sonar la discusión como si fuera algo menor, el área y el daño no eran una broma, incluso los lentes de Tsukishima estaban rotos. No se imaginaba que había impulsado a Hinata a dañar a Tsukishima de tal forma. En toda su historia junta, Suga nunca vio que ellos tuvieran que llegar a más que altas palabras y alguna que otra huida temporal de casa. El rubio definitivamente tenía que haber hecho algo tremendo.

—Por suerte no es nada grave—Suga se alejó del menor para buscar algo en el cajón de su escritorio, un tubo que parecía ser una clase de ungüento—. Va a doler un poco pero esto ayudará a bajar la inflamación y va a evitar que se vuelva morado—del tuvo salió un gel de color azul, Suga tomó una porción generosa con sus dedos enguantados y lo aplicó en la mejilla de Kei.

Sol, luna, noche y estrellaWhere stories live. Discover now