Capítulo 28

47 3 0
                                    

Tienda tras tienda y cada vez llevábamos más bolsas en nuestras manos, era imposible no llevarte aquella prenda tan bonita o aquel pantalón que te quedaba precioso…Pues eso nos pasaba a todas en cada una de las tiendas que entrábamos. Es todo tan diferente aquí, las tiendas son enormes y la cantidad de gente que circula por las calles es incontable.

La tarde ha finalizado, el sol poco a poco va desapareciendo. Queremos seguir juntas así que vamos a bar que nos ha recomendado Raquel. Entramos en  una enorme sala con un par de mesas al lado, una barra gigante que va de un extremo a otro y una pista de baile en el centro con un montón de luces de colores reflejadas en las caras de las personas. Raquel habla con un chico en la barra y de repente suena otra música, música desconocida para mis oídos, pero sonaba bien, muy bien. Me recordaba al estilo de Pacific

-Llamemos a los chicos- dice Caroline. Todas asentimos entusiasmadas y cada una llama a su chico. En realidad no sabía si ellas salían con sus acompañantes, pero según dice Raquel casi siempre acaban saliendo.

-Aquí vais a escuchar música de la buena, chicas- dice Raquel ofreciéndonos a  salir a la pista de baile. Ofrece algunos vasos con bebidas, algunas lo cogen, yo decido que no.

Bailamos al ritmo de la música sin parar, nos divertimos. Siento como mi cuerpo disfruta saltando, cantando aunque no me sepa las canciones. De repente llegan un par de personas al pequeño escenario que tiene el bar. Colocan un par de instrumentos y un micrófono al frente. Un chico con una gran melena rizada negra y con unos grandes ojos azules se coloca en el escenario junto al micrófono.

-Hey, Ben- dice Raque aproximándose a él inmediatamente-. Pensaba que al final no ibas a venir- le dice haciéndose un saludo con las manos un tanto curioso.-. He traído a un par de amigas- Gira la cabeza hacia nosotras y sus impactantes ojos azules se frenan en mis ojos. Me sonríe y luego se presenta. Solo me había sonreído a mí.-. Enséñales a mis chicas lo que es música de verdad.

-Eso está hecho- dice picándole el ojo y luego me mira. Coge el micrófono con confianza y empieza a sonar la guitarra, le sigue la batería hasta llegar su dulce voz. Empieza lento, pero luego la marcha que sueltan es incontrolable. Nuestros cuerpos se mueven sin control, la música corre por nuestras venas ahora mismo. Todas llevan vasos menos yo, insisten y me hace dar un trago de algo que llevaba Raquel, solo lo probé, pero solo con ese trago hizo que no parara de bailar. De repente entran en el local un grupo de hombres, uno levanta las manos con ganas de fiesta. Ni me fijo en ellos, pero entonces uno de ellos grita:

-Eh chicas- todas nos giramos sorprendidas y luego nos miramos ¡Nos habíamos olvidado completamente de los chicos! Nos saludamos y ellos se van directamente a la barra, ya que lo de bailar no es lo de ellos, excepto Justin y Calum que se unieron a nosotras inmediatamente. Nos colocamos junto en frente de la banda. Ben no para de mirarme y yo cómo estoy más animada que nunca la vergüenza desaparece de mi cuerpo por completo. No para de echarme miradas y de susurrarme cosas que no las entiendo. Un par de chicos desconocidos se acercan hacia nosotras y comienzan a bailar. Nosotras le seguimos el juego. Entre que Ben no para de mirarme y uno de los chicos no para de pegarse a mí… Todo esto es nuevo para mí, tanta atracción masculina no había tenido nunca y me sentía como en una nube. Una mano me coge la mía mientras otra de sus manos me agarra la espalda. Dice unas cuantas palabras al gentío y me arrastra. Yo sigo bailando como si nada estuviera pasando hasta que el aire frío de la noche se choca en mi cara.

-Eh ¿Quién ha dicho que yo me quiera ir?- le digo por fin viéndole la cara al chico, es Hugo.

-¿Has bebido?- me pregunta suspirando. Me agarra por el brazo y un taxi nos lleva a casa y entramos en la habitación. Me siento en  mi cama desorientada, mis oídos me revientan de escuchar la música tan alta.

-Que sepas que no he bebido, solo he probado el vaso de Raquel, no más- digo en un tono bajo. Suspira y coloca una bolsa amarilla en la cómoda.-. ¿Por qué me has sacado de la fiesta?

-Oh, querías seguir- dice sin mirarme a los ojos. Coloca sus manos en la ventana.-. Estaban buenos esos chicos no y sobretodo el cantante ese que no paraba de mirarte.

-Oh, por favor Hugo- digo colocando un mechón de pelo detrás de mi oreja.-. ¿Enserio estás enfadado por eso? Llevas toda tu vida llena de chicas alrededor tuyo y tú- le señalo- te enfadas conmigo porque varios chicos se fijen en mi.

-No estaban pensando cosas buenas- dice mirándome con una mirada fija.

-¿Y tú qué sabes?- le digo ya levantada de la cama cabreada. No quería decir eso, pero ahora mismo no controlo mis palabras. Observo la habitación mientras el silencio cubre todo el espacio. Mis dedos se paran en la bolsa amarilla y saco lo que hay dentro, un libro : Ciudades de Papel. El libro que tanto llevaba esperando de mi escritor favorito.

-Me… has comprado Ciudades de Papel- digo sujetando el libro con cierta emoción, pero el cabreo impide que el entusiasmo se apodere de mí. Me vuelve a mirar y se aproxima hacia mí.

- Yo solo quiero protegerte- dice tímidamente.-. Vale que no me comporté bien, no debería haberme enfadado, pero es que si veo a  cualquier chico cerca de ti se me forma una furia en el interior. No quiero que me dejes por otro chico, no puedo vivir sin ti- mira al suelo avergonzado. Le cojo la mano.

-¿Otro sentimiento nuevo?- asiente sin mirarme-. Pues solo lo que tienes que hacer es no preocuparte. Yo no me voy a fijar en otro chico que no seas tú- suspira aliviado. Le levanto la cabeza para que se crucen nuestras miradas.-. ¿Entendido?

Al instante coloca su mano en mi mejilla y me besa con fuerza y me lo tomo como un sí. Coloca su otra mano en mi espalda. Sus dedos tocan mi camisa, pero encuentran el lugar y ahora rozan mi piel. Quita la mano y deja de besarme, se le abren los ojos.

-Lo siento- dice.

-¿Por qué?- digo sorprendida.

-No sé, es que al rozar tu piel…- dice tocándose el pelo.-. He tenido una sensación nueva y he querido parar por si acaso después me arrepienta o tú no quieras…- mueve sus pies como hace cuando está nervioso. Me río y me voy al baño a ponerme el pijama. Cuando vuelvo me pregunta:

-Yo expresando mis emociones aquí y tú te ríes- dice con una sonrisa burlona.

-¿Enserio quieres que te conteste a ese sentimiento?- le digo desafiante. Comienza a reírse.

-¿Osea que estás desafiante hoy?- dice aproximándose a mí. Me sale una risa nerviosa. Le cojo el brazo y le coloco la mano donde la tenía antes de decirme lo siento. Se pone nervioso.

-¿Quieres retarme o qué?- le digo riéndome.

-Eres…- dice sin acabar por culpa del beso que le doy. Sus dedos rozan mi espalda con cada vez más velocidad. Nos acostamos en la cama sin interrumpir ningún beso menos cuando se quita la camiseta y admiro su hermoso torso. Mi dedo índice recorre todo tu torso mientras él me observa detenidamente.

-Siempre dándote la posibilidad de que puedas mirar mi increíble cuerpo y nunca recibo nada a cambio- dice con una sonrisa insegura, tiene un poco de miedo pero deseo en mi respuesta. Inmediatamente le beso y le dejo colocar sus manos en mi espalda que poco a poco va quedando descubierta. Sus manos llegan a la parte trasera del sujetador y para. Lo miro y veo cómo sus ojos expresan deseo y terror a la vez. Me levanto un poco y dudo un poco en lo que voy a hacer, pero lo hago. Me quito la camisa y me queda mirando al suelo tímidamente a mi izquierda.

-¡Wow! – dice con un  tono alto-. Si antes eras guapísima ahora eres…- ve mi cara.-. ¿Es que te avergüenzas de algo?- No respondo.-. pero si eres hermosa- dice girándome mi cara hacia él. Baja sus dedos y recorren mi cuerpo. Observo su mirada y veo su cara de fascinación mientras observa mi cuerpo y desliza sus dedos-. Ven aquí- dice abriendo su brazo para que me coloque y eso hago-. Creo que esto ha sido suficiente para hoy- dice riéndose-. Bastante suficiente, ha sido increíble- me mira de reojo y coloco mi cabeza en su pecho y me relajo. En ese instante me doy cuenta de que esa sensación de estar junto a él, apoyada mi cabeza en su pecho mientras escucho su corazón y su respiración era lo que me hacía sentir viva cada día.

De la oscuridad hacia la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora