Mi barriga ruge mientras camino para llegar a mi casa. Sigo pensando todo lo ocurrido en religión cuando levanto la mirada y veo a lo lejos una estación de autobús con un chico vestido muy fino y pasándose la mano por su pelo negro que le refleja el brillo del Sol. Me fijo más detalladamente y veo que es Hugo, otra vez ¿Y ahora qué hago? Por dónde paso, con todo lo ocurrido antes, no quiero verlo otra vez. Saco el móvil y hago que escribo a Anne, para que vea que estoy ocupada y que no me entero que lo veo. No sé por qué me pongo tan nerviosa. Seguro que piensa que soy una maleducada y que no sirvo para nada. Me tiemblan las manos, no puedo escribir bien. Me estoy acercando, estoy pasando justo en frente de él y oigo una voz, rezo que no sea Hugo.
-Hey, ¿Eres tú Amy?-
Su voz es tan bonita y alegre. Deja de pensar, Amy, tienes que responderle.
-Oh Hola! No sabía que cogías el autobús- es lo único que se me ocurre decirle. Mi cuerpo es puro nervios ahora mismo, no puedo mirarlo a los ojos.
-Sí, lo cojo todos los días. Por cierto tengo que decirte una cosa- me dice poniéndose más serio.
Se me tensa el cuerpo ¿Qué va a decirme? Mi cuerpo no responde, no paro de mirar a todos lados y qué voy a responder y si es algo sobre lo de la clase de religión. Me tengo que relajar sino lo notará.
-Vale- Es lo único que soy capaz de decir.
-Quería decirte...- Mi corazón no para de bombear, lo noto por todo el cuerpo- que me había molestado que estuvieras hablando cuando yo lo estaba, que porque hayas hecho una obra de teatro conmigo, no significa que tengas que faltarme el respeto y que tengas demasiada confianza como para hablar mientras yo lo hago.
Su cara es de enfado. Pasó de estar contento a enfadado.Entiendo que esté molesto, pero para decirme esto. Tengo ganas de llorar. Hago fuerza para no llorar y digo con una expresión firme:
-Lo siento la verdad, tienes razón-.
-Pues eso, ya te puedes ir-.
Esas palabras me traspasan el cuerpo y me produce un dolor que me dan ganas de llorar aun más. Me alejo rápidamente de él para que no vea llorar. Mientras camino, las lágrimas salen de mis ojos muy despacio pero ¿ Por qué lloro? Supuestamente no debería afectarme esto, alguien como Hugo, un chico egoísta, chulo, que le da igual todo el mundo. Su opinión no debería importarme. Intento creerme mis palabras pero no puedo. Necesito limpiarme las lágrimas, mis padres no me pueden ver así. Cojo un pañuelo de mi mochila y me limpio. Me miro rápidamente en el reflejo de un coche azul que hay al lado mio. Respiro hondo y entro en mi casa.
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De la oscuridad hacia la luz
Novela JuvenilAmy es una chica sencilla, que nunca llama la atención, muy tímida sobretodo en clase. A partir de que hizo una obra de teatro toda su vida cambió. Solo le quedan dos años para decidir qué carrera elegir. Siempre le ha gustado el cine, pero será cap...