Capítulo 35

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Sus tacones rosas de aguja suenan cada vez que pisa el suelo del instituto. Sus pantalones cortos, demasiado cortos y una camisa que enseñaba todos sus encantos. Su pelo marrón ondulado se desliza por su cuello mientras camina moviendo sus caderas con estilo por el pasillo. Me quedo parada mirándola con desprecio. Siempre la había odiado, pero los celos siempre estaban allí, su hermosura era inevitable. Se para en seco y se queda mirando a Hugo que se encuentra a unos pasos al lado mío. Yo me limito a colocar mis libros en mi taquilla mientras miro de reojo. Molly se mueve rápidamente y se funden en un abrazo que hace que mi cabeza estalle. Le dice unas palabras al oído y él sonríe. Se va corriendo hacia la clase. Miro a mi reloj y veo que es la hora de entrar a clase ya. Mi mente se había quedado tanto tiempo pensando en Molly que me había olvidado de la hora.

...

Después de 6 horas trabajando sin parar, salgo junto a mis amigas. Me despido y me quedo fuera del instituto sentada en un banco a esperar a mi madre, como hago siempre. Me coloco mis auriculares y pongo el setlist de Bastille, un grupo que me había dicho Raquel. De repente mis ojos se quedan helados, mis frías manos se quedan sujetas al banco. Quiero gritar y bofetear a Molly, pero me quedo allí sentada esperando a ver qué hace Hugo.

Molly se coloca en frente de él y le coge de las manos.

-Por fin ya podemos estar juntos- dice con una sonrisa de labios rojos. Hugo asiente. Mis ojos se abren cada vez más y más. No sé qué hacer. Quiero irme de este lugar, de esta pesadilla. Pero esto no es lo peor, Molly le acaba dando un beso en la boca. Me levanto de golpe y me voy, no sé adónde, pero necesito irme de allí. Hugo me mira de reojo y susurra algo. Escucho mi nombre pero lo ignoro. El dolor cae sobre mi cuerpo como gotas de lluvia, hasta formar un lago, un lago imposible de secar, de desaparecer. Le mando un mensaje a mi madre de que no hace falta que me venga a buscar. Sigo caminando sin rumbo. Mi cuerpo se arrastra solo, sin fuerzas. Veo una cafetería cercana y me siento. Le pido a la camarera de mala gana un café. Me lo trae. Lo sujeto con mis manos pálidas y mi mirada se queda totalmente perdida en mis sentimientos. Solo me pregunto ¿Por qué? ¿Por qué Hugo había aceptado ese beso? ¿Ya se había olvidado de mi? ¿Significaba eso el fin de nuestra relación? Preguntas y preguntas flotaban en mi mente. No entendía nada. Ahora mi mente cambia de tema y se centra solo en él. Ese cuerpo flaco pero que poco a poco iba adquiriendo su hermosa musculatura que tiene ahora , esos ojos marrones claros que me hacían que me perdiera en su mirada, ese pelo negro que se tocaba cada vez que se ponía nervioso. Esa sonrisa pilla que se me hacia irresistible a mis labios. De ese chico estaba yo enamorada y no me lo podía quitar de la cabeza. Me había enseñado a amar  y yo le había enseñado a él. Le había cambiado la vida y él me la había cambiado a mi. Mi primer novio y yo su primer novia. Las experiencias más importantes de mi vida las había compartido con él. Le había demostrado su amor y él a mí. Habíamos sido diseñados para estar juntos, pero eso ya era imposible.

Pago la cuenta y me voy caminando sin despegar la mirada del suelo. Necesito a Logan. Toco su puerta y me limpio mis ojos llorosos los cuales parecen a ver recobrado un poco más de energía.

-¿Amy?- dice Logan abriendo la puerta sorprendido. Todavía lleva la ropa que llevó al instituto, un pantalón negro con una camisa blanca. Observo sus ojos verdes detenidamente. Me cae una lágrima.-. ¿Estás bien?- ahora sube más el tono de preocupación y coloca su mano sobre mi hombro. Agito la cabeza y mi cuerpo se deja caer en sus brazos. Mis fuerzas de seguir viviendo se desvanecen. Solo quiero quedarme tirada en la cama llorando, pero por alguna razón necesitaba a Logan a mi lado. Me abraza fuertemente y me lleva a su cuarto. Me acuesto en su cama y me giro contra la pared. Mis ojos se vuelven a humedecerse.

-Cuando quieras me lo puedes decir, no hay prisa- dice tranquilamente. Escucho como arrastra la silla hacia su cama y se sienta. Me giro hacia su lado y lo veo sentado con sus manos apoyadas en su cara y la espalda un poco doblada. Necesito contárselo a alguien, este sentimiento no puede seguir habitando mi cuerpo, tal vez contándolo desaparezca.

De la oscuridad hacia la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora