☪ [08].

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Paris estaba cómodo, demasiado. Su cabeza estaba recostada en las piernas de Genevieve y sus piernas yacían en el regazo de Aurora. El trío estaban relajándose en el sillón de la casa de la pelirroja.

 El trío estaban relajándose en el sillón de la casa de la pelirroja

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-Todavía no puedo creer que fumes, Paris. Agradece que mi madre no vendrá, porque definitivamente me regañaría por el aroma.

Aurora rió levemente ante su propio comentario bajo la atenta mirada de Paris, quien también sonrió para luego exhalar el humo de su cigarrillo. A la vez, Genevieve posó su mano izquierda en el costado de la cabeza del chico, acariciando el cabello de arriba de su oreja mientras Aurora tenía su mano en la rodilla de él.

-Estas cómodo, ¿eh? -preguntó Genevieve, echando una mirada rápida a la mano de Aurora en la rodilla de Paris.

-Me siento muy mimado -murmuró, cerrando sus ojos y presionando su mejilla en la mano de la castaña.

Esta vez fue Aurora quien le echó un vistazo a la acción del chico e, inconscientemente, clavó un poco sus uñas en la piel de éste.

Paris nunca recibía ese tipo de cariño. Sí, sus padres lo amaban y él lo sabía, pero ser el penúltimo hijo no tenía beneficios en su caso. Actualmente tenía sentimientos encontrados, notaba las miradas que Genevieve le daba a Aurora, y viceversa. Pero no sabía cuál era el caso que más le molestaba.

(...)

-¿En serio? ¿Una fiesta por San Valentín? -preguntó con cara de disgusto Cassie, mirando a sus amigos con intriga.

-En mi defensa, yo no quería venir murmuró Vincent mirando sus zapatos y con una lata de Coca-Cola en sus manos.- Fue idea de Calvin...

-Ey, ustedes estuvieron de acuerdo en esto. ¡No me echen toda la culpa! -exclamó indignado y rodó los ojos.- Iré a buscar alguna conquista.

Los dos amigos miraron como Calvin se acercaba a un grupo de gente bailando, y decidieron sentarse en las banquetas de la barra.

-Yo estaría muriendo de vergüenza -opinó Vincent, tomando de su bebida.

-Yo creo que luego de tres vasos de esa cosa rosa que estan tomando podría llegar a intentarlo -añadió Cassie, riendo levemente.

Cassie le echó un vistazo a Vincent, quien estaba mirando atentamente la puntas de sus zapatos marrones oscuros mientras los golpeaba contínuamente. A la chica esa acción le causó ternura, por lo que actuó por sus impulsos y le propinó un pequeño beso ruidoso en la mejilla.

-Cuando quieres eres tierno, ¿lo sabes?

¿Sólo cuándo quería? El chico era tierno la mayoría del tiempo y Cassie lo sabía; sus mejillas estaban constantemente de un color rosa pálido que le daban un aspecto de "elfo navideño", según Calvin. Además que, un par de sus compañeras de clase lo habían invitado a salir algunas veces, y, aunque él aceptaba al principio, luego terminaba enviandoles un mensaje cancelándo la salida. No era que no quisiera salir con ellas, pero su vergüenza era mayor que su valentía. La única mujer con la que mantenía relación alguna era Cassie. Hasta los cuatro años de edad había sido educado en un orfanato con un trato no muy agradable, y luego pasó a ser criado por su padre adoptivo que hacía lo que podía para cubrir el espacio vacío que había dejado la figura materna.

Vincent elevó las comisuras de su boca y pestañeó un par de veces totalmente anonadado. Su pecho subía y bajaba esta vez con más velocidad, y juraba que podía sentir la sensación de ardor que los labios fríos, debido a la bebida, de Cassiopeia le había dejado en su piel.

Agradeció mentalmente que las luces estaban bajas, porque probablemente sus mejillas estarían al rojo vivo.

(...)

Eran altas horas de la noche de un viernes, pero al parecer a Elliott no le interesaba en absoluto.

Hoy se había quedado en casa, mientras que Cassiopeia había salido con sus amigos a una fiesta.

Elliott no iba a fiestas, sino que trataba de evitarlas lo mejor posible.
Aurora seguía sus pasos, prefería pasar desapercibida.

La madre de Elliott y Cassie había peleado con su pareja actual. Sí, en San Valentín. Elliott calculaba que quizás el hombre tenía otra mujer a escondidas, y no era sorpresa para ella, ya que no era la primera vez que a su madre la engañaban.

A partir de ese desagradable episodio, decidió salir a caminar por el vecindario sin que su madre lo notara. Era peligroso, pero se sentía tan decaído que tenía ansias de adrenalina.

-Vaya, pero si es el niño raro... -murmuraron detras de él burlonamente.

Sabía quienes eran, lo sabía perfectamente.

Su hermana, Cassie, solía juntarse con un grupo de amigos del vecindario, y estos siempre molestaban a Elliott por ser "raro" o "no actuar como niña". Cassiopeia al notar lo mal que hacían sentir a su hermano dejó de salir a jugar con ellos. Lo que nunca se enteró era de que a veces sus insultos verbales pasaban a ser abusos físicos cuando ella no estaba para defenderlo.

Decidió ignorar los insultos, creía que pasarlos por alto tendría un mejor efecto que contestarles y enfadarlos.

-¡Oye! -sintió que algo lo tomó de la capucha de su sudadera y lo aventó contra una pared.- A tí te hablamos, idiota.

Elliott sintió que su aliento se esfumaba, y el olor a alcohol inundó sus fosas nasales. Cerró los ojos esperando lo peor.

Sintió como si algo de metal golpeara contra su ceja izquierda, y un ardor insoportable abarcó esa zona de su cara.

-¡Ey! ¡Salgan de aquí si no quieren que llame a la policía! -gritó alguien de la casa de en frente.

Los chicos tomaron a Elliott por el collar de su campera y lo empujaron contra la pared por última vez.

Lo único que Elliott fue capaz de diferenciar debido a la falta de luz y el contraste, fue una melena rizada que se acercaba rápidamente.

-Gracias -susurró cuando la chica ya se encontraba frente a él y restauró su aliento.

-De nada -contestó armoniosamente.- Te he reconocido por el instituto y decidí intervenir.

Elliott se estremeció al contacto de la mano de la chica en su muñeca, guíandola hacia la puerta de su casa.

-Si me lo permites puedo ayudarte con la herida -murmuró con un tono suave.

Eliott asintió, no quería que su herida se infectara.

Al estar dentro del lugar, ya con luces que le permitían ver propiamente, centró su mirada en su salvadora.

Tenía la piel morena que aparentaba ser suave, al igual que su voz, y su cabello tenía un volúmen despampanante.

-Mi nombre es Loretta -sonrió con sus labios presionados, estirando su mano para que Elliott la tomara luego.

-Y yo soy Savannah, ya me conoces -habló la morena desde el sillón de la sala.

Elliott ni siquiera la había notado de lo atontando que se encontraba en ese momento.

-Dejame que traigo las cosas para desinfectar esa herida -murmuró Loretta, yéndose de la sala.

Y no fue hasta ese momento, que Elliott se percató del insoportable dolor, y el hilo de sangre que caía hasta la mitad de su mejilla izquierda.

CHILDREN BEHAVIOR [Zodiaco]Where stories live. Discover now