☪ [10].

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-¿Cómo va la lectura? -le preguntó Savannah a Paris, quién estaba en la biblioteca leyendo.

-No es de tu incumbencia -contestó sin desviar la vista del libro ni un momento.

-¿Qué ocurre? -interrogó otra vez.

Se sentó frente al chico, mirándolo con el ceño fruncido y atentamente.

Esta vez Paris sí la miró. En verdad estaba completamente inherente de lo que había hecho, y nunca habían vuelto a cruzar palabras desde aquella vez.

-No tienes ni idea, ¿verdad? -soltó una risa sarcástica.- Quizás mi cara de amargado te lo recuerde.

Se levantó bruscamente de su lugar y cerrando el libro con fuerza, con la intención de causar ruido en el lugar. Usualmente nun a haría algo así, pero

Savannah había quedado estupefacta. Ni siquiera había notado que él estaba distanciado. No podía creer lo que unas tontas palabras causaban en una persona.

-¿Crees que le gustará? -preguntó Elliott con un chocolate en la mano.

-Tranquilo, El -lo calmó su hermana.- Loretta parece ser una chica muy dulce.

-Además, a quién no le gusta el chocolate -añadió Aurora.- Mira, entiendo que estes nervioso...

-Pero no...

-Sí, lo estas. Yo estaré allí en la biblioteca con Gen, no tienes por qué temer -lo alentó su pelirroja amiga con una sonrisa.

-Vaya fe me tienen ambas... -resopló, rodando los ojos.

Inconscientemente arregló su cabello revoltoso y pullover dos tallas más grande que su usual talla. En toda la clase, hasta el receso, no había dejado de suspirar.

-Hola -murmuró Savannah, sentándose al lado de Timothy en el árbol del patio de la escuela.

-¿Qué hay con esa cara? -preguntó curioso, notando que los ojos de la chica no estaban brillantes y alegres como usualmente.

Savannah no contestó. Sólo recostó su cabeza en el hombro de Timothy y lo abrazó por el torso.

Por otro lado, Timothy al principio no reaccionó, pero luego le respondió envolviendo con sus brazos los hombros de la chica.

-No sé que sucedió, tampoco te obligaré a que lo digas -murmuró Timothy.

Timothy sabía lo horroroso que era hablar de algo que no quieres decir. Los dedos de su mano izquierda pasaron a acariciar suavemente su cabello, ya que la cabeza de Savannah estaba ubicada en el espacio que había entre su mandíbula y hombros.

-Creo que no es el lugar indicado para sentarnos a apoyar moralmente a Elliott, ¿verdad? -le dijo Aurora a Genevieve.

Ya era hora del receso, y ambas fueron hacia la biblioteca para hacer compañía al nervioso mejor amigo de la pelirroja. Ambas estaban sentadas en el lugar donde Aurora usualmente se sentaba para dibujar a Genevieve, y tenía vista directa al árbol en el que la última y su ex-mejor-amigo se sentaban a conversar.

-Genevieve, ni siquiera me escuchas... -se quejó algo molesta Aurora, debido a la falta de respuesta de la castaña.

 -se quejó algo molesta Aurora, debido a la falta de respuesta de la castaña

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Genevieve centró su mirada a la chica que tenía a su lado. Su ceño estaba fruncido y su mirada estaba ocupada en la mesa. Allí fue cuando la castaña se dio cuenta de que su distracción la hacía parecer desinteresada para con los demás.

Sus ojos recorrieron las facciones del rostro de Aurora detalladamente, admirando cómo el dorado brillo del sol golpeaba contra el lado izquierdo de su cara, resaltando el rojizo de su cabello y las pecas en sus mejillas y nariz delicadamente.

Genevieve pareció haberse olvidado cómo respirar. Acto seguido, tomó con delizadeza la mandibula de Aurora, obligando a mover su rostro para poder mirarla de frente.

-Eres preciosa, ¿lo sabes? -confesó Genevieve por lo bajo.- Eres magia...

No sabía muy bien de dónde había sacado el concepto de magia, pero definitivamente aplicaba para Aurora en todo sentido, ya que todo lo que hace tiene una chispa de positividad y alegría que nadie puede expresar tan fácilmente, y eso le encantaba. Si algo tan simple como un saludo de Aurora podía ponerla más contenta que leer Harry Potter, definitivamente era mágico.

Aurora tragó saliva, mirando atentamente a Genevieve y deseando que el contexto en el que se encontraban fuera otro, así no sería reprendida por besar a la bella chica con la que había imaginado situaciones como esta incontables veces. Sólo se conformó con tomar la mano que Genevieve tenía en su barbilla y entrelazar los dedos por debajo de la mesa, aún sin dejar de mirarse mutuamente.

Elliott movía ansiosamente su pierna derecha mientras apreciaba la escena entre su mejor amiga y la castaña. Estaba feliz por ella, pero a su vez los nervios lo carcomían por dentro. Estaba casi seguro de que algo iba a pasar, y no era necesariamente bueno.

Confirmó su teoría al ver a Arielle y Lincoln entrar por las puertas de algarrobo de la biblioteca, anteponiendo una expresión facial de pena o lástima. Sintió como las crecientes mariposas en su estómago dejaban de estorbar, siendo reemplazado por un dolor intenso.

Sus mejillas se tornaron rojo vivo al instante, y tenía ganas de que un agujero negro se abriera debajo de él y lo tragara entero, sin dejar rastros de su existencia.

-Mierda, Vincent. Ella no ha venido -murmuró Cassiopeia, quién estaba observando desde la entrada de la biblioteca.

Vincent estaba justo detras de ella, y la miró con tristeza. Sabía que se estaba sintiendo pésimo por su hermano.

-Yo le di la idea, Vin -se tapó la cara con sus manos y apoyó su peso y espalda en la pared. Lentamente éste se fue deslizando hasta quedar sentada en el suelo.

Vincent no opinó, sólo se sentó a su lado y la abrazó. Cass se dejó abrazar, lo necesitaba. Recostó su cabeza en el hombro del chico.

-Gracias, Vin -susurró.

Su mano acarició la mejilla de Vincent, y seguido de ello, depositó un tierno beso en ella.

-No es tu culpa, Cass. La idea era brillante, pero ella fue la que decidió no aparecer.

Lo que ninguno de ellos sabía, es que Loretta tenía una buena razón por la cual no estar presente en la institución ese día.

CHILDREN BEHAVIOR [Zodiaco]Where stories live. Discover now