Capítulo 10. Engañada

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Sus cuerpos se movían a compás. Ambos estaban hechos el uno para el otro, así lo sentían. Su relación se había basado en un rompecabezas al cual le faltaban piezas, y por fin las había encontrado. Aunque ese par de testarudos no lo quisiesen admitir, estaban hechos el uno para el otro.

Ambos acababan de llegar al clímax, pero Mikasa seguía encima de Levi, sí, encima. No era raro en ellos dos que utilizaran diferentes posiciones y esa noche fue la que tocó.

Todo era tan sencillo entre ellos, tan fácil, tan natural... O así lo pensaba Mikasa.

(...)

Ese día, Levi, se despertó temprano e hizo todas las tareas que tenía pendientes. También vio a los cadetes entrenar con Hanji, o más bien vio a Mikasa entrenar, ya que solo se fijo en ella. Esa mujer le estaba volviendo loco.

No había minuto del día en el que el azabache no pensara en ella. Claramente, tenía que hacer algo al respecto.
Además, Mikasa le parecía la persona más frágil que habría visto jamás, por lo que, inconscientemente, se contenía para no hacerle daño a la chica. Claro que esto, poco a poco, lo fue minando.

Decidido, en su día libre se fue a la ciudad. Andaba por callejones que en principio parecían no tener salida y a penas se deslumbraba la luz del sol de mediodía. Si mirabas hacía arriba, los altos edificios se apilaban unos encima de otros. La calle se estrechaba más haciendo que apenas pudieras pasar por las ruinas de las acera. 10 minutos más tarde llegó.

No era una casa más allá de las que se podían a lo largo de la calle, pero aun así daba la sensación de no estar en ruinas. Una sola cortina se utilizaba de puerta, que Levi apartó fácilmente. Dentro todo estaba recogido y, sorprendentemente, limpio. Había una mesa con tres sillas en una esquina y una pequeña cocina, que con suerte tenía alacena. Tres cojines en el suelo se hacían llamar sala de estar y los dormitorios y baño eran separados por otra cortina como la de la puerta.
Pese a todo esto, a Levi, no se le hacía antihigiénico vivir ahí, pues él también había estado en sitios como tales.

Pequeños pasos se escucharon salir de la cortina. Tras ella el azabache vio a dos pequeños niños, una niña y un niño, exactamente. Corrían hacía él con entusiasmo y pronto se fueron cuando, Levi, les dio lo que andaban buscando, la bolsa de comida, ropa y dinero que siempre les traía.

Después salió una mujer esbelta, de fina espalda pero con curvas en su cintura. Su pelo caía por sus hombros como cascada y sus ojos mostraban cansancio.

- Levi... - Dijo ella confusa. - Hacía tiempo que no venías.

- He estado ocupado... - Respondió sin más, frio y cortante. - Dana, ya sabes por lo que vengo.

Así se adentraron entre las cortinas. Desde fuera los niños escuchaban los gemidos que su madre emitía por la ferocidad de las embestidas de Levi, claro que ellos no comprendían muy bien que hacían.

Cuando el azabache se supo satisfecho, empezó a vestirse.

- Levi... Sabes que no me importan que los hombre piensen en otra persona cuando lo hacen conmigo... - Empezó diciendo mientras lo observaba. - Pero para hacerlo de esa forma tienes que estar muy resentido.

- Adiós. - Dijo sin más y se fue.

Salidas como esas empezaron a ser muy a menudo y Mikasa empezó a sospechar algo, pues cuando tenían sexo no iba con la ansia que lo caracterizaba al principio, si no con una calma aterradora.

En eso pensaba ella cuando, una tarde, estaba sentada en el comedor con la líder de escuadrón Hanji.

- Líder... - La castaña la miró. - ¿Dónde está el capitán? - Preguntó sin pensar mucho, lo que se ganó una sonrisa picarona de Hanji. - Es decir, es que le tengo que ayudar con unos informes y... - No la dejó terminar

- Mikasa, no tienes que darme explicaciones. - Respondió con una sonrisa. - Está en la ciudad. - La curiosidad en la chica azabache no hacía más que ir en aumento. - Va a ver a una amiga. Si no me equivoco la ayuda económicamente a cambio de otros servicios. - Paró la miró fijamente a los ojos. - No quiere especificar. - Desvió la mirada y sonrió. - Aunque tampoco es asunto nuestro lo que hace y deja de hacer, ¿no, Mikasa?

La pelinegra se encerró en sus propios pensamientos recordando la mañana, específicamente cuando se despertó a causa de un vacio a su lado. Levi se colocaba la chaqueta sentado en el pico de la cama mientras Mikasa lo observaba fijamente. Este, sin ser consciente de la mirada que lo observaba, fue hasta su mesita, abrió el cajón y cogió un preservativo.

- ¿Qué haces? - Preguntó la chica sobresaltándolo.

- Me voy. - Cerró la puerta de la habitación detrás de él sin decir nada más y dejando a Mikasa con la palabra en la boca.

- ¡Mikasa! - La llamó Hanji abstrayéndola de sus pensamientos. - Te decía que no le des muchas vueltas, Levi no es alguien que dé muchas explicaciones.

Sin embargo, Mikasa, necesitaba una. Pese a que él y ella no eran nada, pese a que la azabache no tenía derecho a nada, necesitaba una explicación, y pensaba pedírsela cuando volviera por muy egoísta que fuera.

Así se reunieron en la habitación de Levi por la noche y Mikasa no pudo resistirse a unos cuantos besos y caricias suyas, pero como deseó no haber recuperado la cordura por un instante.

- Levi... - Gimió más que dijo. - ¿Que hacías en la ciudad? - Preguntó sin anestesia. La chica notó que se tensó y paro toda acción incorporándose. Compartieron una mirada larga, ambos intentaban descubrir lo que pensaba el otro pero una barrera lo impedía, una barrera que los separaba. - ¿Ves a otra? - Preguntó sintiéndolo en el alma.

- Te lo dije, ¿no? - Preguntó dudoso. - No tenemos nada, no tenemos compromiso alguno.

- Aún así... - Dijo con un hilo de voz. - Aún así duele. - Todo se quedó en silencio y Mikasa se fue de la habitación.

Aquella noche sintió frío, se había acostumbrado al calo que desprendía Levi y a su brazo rodeando su cintura. Que todo hubiese acabado por su culpa, lo lamentaba. Lo que no encajaba en su mente es como había podido dejar entrar a otra persona en su vida para que saliese de ella y le hiciera daño. O la quistión es incluso como había convertido una imaginación en algo real.
Siempre tenía claro de no dejar entrar a nadie en su vida, porque cuantas más personas entran más pueden salir, pero, ¿cómo ha podido salir si nunca ha entrado?

Tenía en claro que Levi le gustaba, sí, pero ¿tanto para derramar lagrimas por él?

Se dio cuenta entonces...

Lo quería.

"Mejor nunca significa mejor para
todos, si no peor para algunos"

Mi Salvador | RivaMika [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora