Capítulo 15. Desde pequeños

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"Te crees que no sé lo que es perder a alguien. Que se vaya de tu vida sin avisar y sin mirar atrás. Con sangre fría y sin anestesia. Que tú te recuperes a velocidad de oleo con heridas en tu espalda que aun no sanan. Te crees que no sé lo que es mirar a mi pasado y verme arrastrada por el suelo y quien me lleve sea el tiempo. Que este coja carrerilla cuando menos lo quieres es lo más normal que pase."

(...)

Mikasa se levantó de su cama con pesadez. 5 meses. 5 meses quedaban para que se llevara a cabo la expedición y vuelvan al lugar donde se crió con Eren. Recordó todas las aventuras que pasaron ambos con Armin.

La chica se paseaba por los pasillos cuando no se encontraba nadie todavía. Tampoco encontró a su compañera de habitación en la cama, donde solía estar. A saber donde se encontraba.

Algo se le vino a la mente cuando un ojiesmeralda se hizo presente en la habitación cerrando la puerta con demasiada sigiles. Esa escena se sentía tan agobiada, triste e invulnerable. Y no tardaron esos sentimientos en volver cuando, de camino a la cama de la azabache, Eren, se iba quitando el cinturón y los pantalones. Como se iba acercando cada vez más, se posaba sobre ella y le agarraba con demasiada fuerza las muñecas.
Todo eso sucedió sin que la azabache pudiera reaccionar, simplemente moviendo la cabeza para seguir el recorrido del castaño.
El miedo la inmovilizó. No sabía que pasaba, simplemente no la entendía.

Eren agarró las muñecas de Mikasa con una sola mano y las puso sobre su cabeza mientras que con la otra le desabrochaba los pantalones que llevaba y después le bajaba las bragas y él se quitaba los calzoncillos. Pero antes de eso le fue quitando lentamente los botones de su blusa haciendo que en ese momento quedara completamente descubierta ya que también le había quietado el sujetador.
Mikasa solo veía pura lujuria en los ojos de Eren. Solo quería el placer. Pero eso por algún motivo le dio todavía más miedo.

Y sin cuidado ni compasión alguna le metió su entrepierna en su entrada. Mikasa solo sentía un bulto dentro de ella, que salía y entraba bruscamente. No supo el momento en que dejo de resistirse, más bien porque no podía. No disfrutaba, no tenia placer, sin embargo Eren sí que disfrutaba de aquel momento. Viendo a su hermanita, que siempre estuvo por arriba suyo, ahora se encontraba bajo su poder. Podía manosearla, besarla e incluso meterle el pene cada vez que quisiera. El castaño levantó la vista y vio esos enormes y preciosos pechos. Empezó a manosear uno mientras miraba la reacción de Mikasa. En menos de un segundo la entrepierna de este se encontraba en la boca de la chica y ella con los ojos llorosos y asustada por la sorpresa. Eren la mantuvo ahí hasta que lo sintió tan húmedo de la saliva que le molestaba.

- Mikasa, desde pequeños que me seguías como un perrito faldero. No sabía si buscabas refugio o me dabas refugio y la verdad es que me da igual. Hace mucho tiempo que quería hacer esto y mis ansias aumentaron cuando te escapaste de mis manos. ¿Sabes? Todo, todo, es tu culpa. Por ser así de atrayente y sexualmente provocadora. - A estas alturas, Eren, ya estaba de espaldas a la chica camino a la puerta con la ropa puesta. - He visto a miles de hombres que se han arrodillado a tus pies, Mikasa, pero yo no seré uno más en la lista. Acuérdate de esto. Hazme caso.

Mikasa se sentía humillada, triste, asfixiada y como si la hubieran golpeado con mil martillos y un titán clase 10 se le hubiese caído encima. ¿Y si era verdad? ¿Y si todo era culpa suya? ¿Y si ella solo podría ser un objeto sexual de los hombres para siempre y no encontrar el amor nunca?

Lágrimas empezaron a aflorar por las mejillas de la chica y su respiración se entrecortaba. Su llanto era silencio a oídos humanos pero salpicaba un grito de auxilio. Temblaba, su cuerpo desnudo se estremecía con el viento que entraba por la ventana. Quería ponerse algo de ropa pero simplemente se quedaba paralizada al observar los moratones de sus muñecas.

Todo esto le había cogido tan de improviso. Tan repentino. ¿Por qué Eren? ¿Por qué se lo tuviste que hacer en ese preciso momento?

- ¿Mikasa? ¿Estás ahí? - Llamaron a la puerta y se escuchaba la voz de Levi. - ¿Puedo pasar? ¿Estás bien? - Este al no obtener respuesta abrió la puerta con sigilo encontrándose a la muchacha sentada al borde de la cama, temblando y llorosa, con manchas moradas por todos sus brazos y piernas y chupetones alrededor de todo el cuello y pechos. Cerró la puerta de tras de sí y se sentó a su lado. - ¿Qué ha pasado?

- Ha sido mi culpa - Dijo ella aún temblorosa.

- Sea lo que sea, no ha sido tu culpa. Ahora dime, ¿qué ha pasado?

- Eren, él... - Levi no dejó terminar a la chica pues se levantó bruscamente de la cama, sin embargo Mikasa le agarró de la muñeca lo suficientemente rápido.

- Mikasa lo que te ha hecho... - La miraba fijamente a los ojos.

- En ningún momento dije que no. Además yo fui la que lo provoqué, es mi culpa. - Las lágrimas se resbalaban en su mejilla. - Levi, ¿y si no puedo ser más que un juguete sexual para los hombres? ¿Y si solo sirvo para complacerlos? ¿y si nadie me puede amar nunca?

- Mikasa, escúchame, eso no es cierto. Tú eres mucho más que eso

- Y sin embargo, tú solo me utilizas para eso.

- Estoy segurísimo, Mikasa Ackerman, que algún día encontrarás a alguien que te ame tanto como de la Tierra hasta Marte. Hasta ese momento, me tendrás a tu lado. - Sus ojos se clavaban en los de ella como dos flechas en una diana.

- Levi... No te vayas.

- No me iré

- ¿Nunca?

- Estoy y estaré aquí, a tu lado.

- ¿Me lo prometes?

-

.

.

"Los locos abren caminos  que
luego los sabios recorren"

Mi Salvador | RivaMika [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora