Capítulo 36

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POV CHRISTIAN.

Anastasia y Liz, me siguen por el pasillo. Mi hija se muestra mucho más entusiasmada que su madre. Ana observa todo cautelosamente. Me pregunto ¿Qué le sucedara? Hace un momento se puso pálida ¿Estará enferma? Espero que no, pero mañana la llevaré al doctor.

Entramos al salón y Liz dice;

—¿Vives aquí, Papi Christian? —

—Si, ¿Te gusta?

—Si, es grande como la casa de Savannah. — Responde con ternura

—Señor Grey — interrumpe la señora Jones.

— Buenas noches, señora Jones ¿Cómo ha estado?

Ella se sorprende, deduzco que es por mi amabilidad. O tal vez sea por ver a mis princesas, pero seguramente Jason la ha tenido informada de todo lo sucedido.

— Buenas noches señor Grey... que gusto que esté en casa— replica sin apartar la mirada hacia mi hija.

— Gail, te presento a mi hija Liz, y su madre Anastasia— le digo a mi ama de llaves— Ana, Liz, ella es la señora Jones, mi ama de llaves.

— Hola, yo soy Gail Jones, pero me pueden decir Gail, estará a su servicio— responde Gail con amabilidad.

— Muchas gracias, señora — responde Anastasia, cohibida. — Ah, y un gusto en conocerla.

— Hola... yo soy Liz Adams— mi hija le tiende la mano a Gail.

Mi amable ama de llaves no duda en responder el saludo de mi hija.

— ¡Pero qué señorita tan encantadora!— dice Gail sonriendo — ¿Desea algo de beber, o de comer?

— ¿Tiene chocolate?— Pregunta mi niña con voz dulce.

— No, pero feliz te preparo una taza de un delicioso chocolate caliente, acompañado de unas galletas — mmm, nunca me ofreció eso a mi.

— Gracias — dice Liz tiernamente.

— ¿Ustedes desean algo de beber o comer? — Nos pregunta a Ana y a mi.

— Lo mismo que le harás a Liz —le respondo

— Ok... por cualquier cosa que necesiten estaré en la cocina, así qué no duden en pedírmelo — le dice Gail, a Ana.

— Se lo agradezco, señora.

Gail se da la vuelta y camina rumbo a la cocina.

— Tu ama de llaves es muy amable — murmura Ana.

— Lo es.

Me agacho hasta quedar a la altura de mi pequeña.

—¿Te gustaría conocer la habitación donde dormirás?

— ¡Si!

Su entusiasmo me hace sonreír. Beso su cabeza y la tomo en brazos.

— Vamos a ver esa habitación.

Hay un dormitorio más en la planta de abajo aparte de la mía.

Entramos al dormitorio. No está decorado adecuadamente para una niña, pero sé que mi princesa estará cómoda. Y si no le gusta los tonos o la cama, se decorará a su gusto.

— No tuve tiempo de decorarla, pensaba que tú y tu madre lo decoren como a ti te guste.— Me disculpo.

Dejo a mi Liz, en el suelo.

—¿Enserio lo podré decorar? — Me pregunta entusiasmada

— Claro que sí.

— Quiero decorarlo con princesas.

LAS LUCES Y SOMBRAS DE NUESTRO AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora