Capitulo 61

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       POV CARRICK

Por órdenes de Christian y Ana, solamente yo he entrado junto con el abogado de Carla May Wilks, la psicóloga y la empleada de servicios infantiles a la sala en la que están por tomar la declaración de mi nieta.

También pedí que así como mi hijo y mi nuera no entraron a la sala, tampoco tenía que entrar Carla, Bob o cualquier otra persona que no sean las autoridades.

Aún cuando estoy consciente que este caso está chupado por las pruebas que he reunido, no me pienso confiar. Lo más seguro es que la “señora” se valga de alguna artimaña para ganar el caso.

Liz se mantiene tranquila al saber que Carla no está aquí, y eso me deja muy claro que tiene miedo de Carla.

¡Esa bruja sin corazón cuánto daño no les hizo a esas dos niñas...!

Nos acomodamos en el sillón y se acerca la psicóloga a Liz y la saluda con amabilidad y calidez.

—Hola, pequeña. Me llamo Stella.

—Hola. Soy Liz Grey–Steele— saluda mi pequeña con timidez.

Sonrío orgulloso, legalmente no es Liz Grey– Steele, pero ella ya se hace llamar así.

Muy pronto pequeña, llevarás tú verdadero apellido.

—Su nombre de Nacimiento es Liz Adams— interviene el abogado de Carla. — Y tengo entendido que no habido cambio.

—Por favor, abogado— interviene la trabajadora de servicios infantiles.

La psicóloga suspira al ver que con esas intervenciones pueden poner nerviosa a Liz y les pide mantener la compostura.

Éste abogado hará lo que sea por invertir la situación, pero se nota que no me conoce.

—Es un nombre muy bonito, pequeña. ¿Quién lo eligió?— interviene la trabajadora de servicios infantiles.

—Mi papá Bob— responde Liz con una sonrisa tímida idéntica a la de mi hijo Christian.

No cabe duda que ese Bob fue un remanzo de paz entre todo el tormento que vivieron con Carla.

—¿Llamas al señor Adams “papá”?— pregunta la psicóloga.

–Si. Porque él me dejaba jugar en el jardín, me compraba helado y me daba de comer a escondidas cuando Carla me castigaba— explica con sinceridad la niña ante la consternada mirada de las señoritas. — El siempre me quiso y yo a él.

El abogado de Carla toma notas y traga saliva nervioso y por su gesto, también irritado.

—¿No llamas a Carla May Wilks “mamá”?— le pregunta el abogado después de un minuto sin decir una palabra.

— ¡Ya no!

—¿Porqué no?— insiste y mira con atención a la niña.

—Ella no es mi mamá. Mi mamá es Anastasia.

—¿Cómo lo sabes?

—Ella me lo dijo.

—¿Y porqué le crees?

—Porque ella nunca me ha hecho daño. Nunca me ha dicho mentiras y me defendía de Carla, aún cuando ella la golpeaba también. Anastasia y Christian son mis verdaderos padres.— Así se habla mi niña.

—¿La señora Adams te golpeaba?— interviene la empleada de S.I. asustada y muy sorprendida de la sinceridad y el valor de Liz.

—Si. Decía que yo era una niña mala y a las niñas malas se les castiga.

LAS LUCES Y SOMBRAS DE NUESTRO AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora