𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟓- 𝐅𝐥𝐨𝐫𝐞𝐜𝐢ó 𝐞𝐥 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨.

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Al fin después de años de total infelicidad, la reina se decidió dejar atrás los malos momentos y tratar de llevar a su reino por un camino de amor...

Después de tanto abriría su corazón por el bien de todas esas personas que la necesitaban y en memoria de Anna y sus amados padres.
Con Hans a su lado, todo parecía ser mas sencillo, y respecto, al invierno eterno que atormentaba a Arendelle, bueno este era cada vez menos frío. Era solo cuestión de tiempo y todo el reino volvería a la normalidad.

Una de tantas mañanas Elsa despertó con una pequeña sonrisa en los labios. La enorme habitación se iluminaba por los nuevos rayos del sol y eso la hizo sentir con mas animo. Lentamente se levantó y fue directo a peinarse. Y mientras deslizaba el cepillo por su larga cabellera recordó la noche anterior.

Ella Y Hans habían estado conversando durante largo rato.  El joven hombre hablaba y compartía muchas de sus extrañas y muy divertidas anécdotas.
—Así que le dije a Esteban que la moviera a la izquierda, pero el tonto hizo todo lo contrario y terminó rasgando la falda de la señorita Marie y para empeorar todo, Thomas cayó a su lado terminado de arrancarle la falda— reía relajado mientras compartía su divertida historia con sus únicos dos amigos de la infancia.

—Eso si que es tener mala suerte— soltó una risa sincera. Una que Hans apenas y comenzaba a descubrir. 

—¿Verdad que si? ¡Hahahaha!

La reina sintió como la mirada cálida de su acompañante la cobijaba y eso le hizo sentir paz. La muchacha jamás sonreía de una forma tan especial, pero en ese momento no pudo evitarlo. —Yo creo que debe extrañar mucho a su familia— lo miró mas fijamente. —su hogar en Las Islas del Sur, suena acogedor. Yo comprendería si unos de estos días deseara reunirse con su familia.

—Mi familia— pronunció con un rostro pensativo. Casi se sintió de regreso a aquel sitio.

—¿Hans?— Elsa lo miro fijamente.

—Ellos siempre me ignoraron. En realidad nunca sentí el castillo como un hogar real. Las islas del sur, no son un lugar tan bueno para vivir— miró con nostalgia el cielo nocturno. —Pero eso no me pase en Arendelle. Este es un pueblo especial, uno muy tranquilo y seguro donde cualquier persona desearía quedarse permanentemente. En especial si esta usted aquí.

La reina sonrió sonrojada al escuchar las palabras de Hans. De la nada, el frío que cubría la atmósfera desapareció y las flores de ese balcón regresaron a la vida. Eso la sorprendió. Pues era increíble ver como esa pequeña parte del castillo se había descongelado por completo. Sonriente el príncipe corto una pequeña flor y la coloco en el cabello de ella. —No, espera. Se arruinará— señaló la rubia mientras se quitaba la flor.

Pero el príncipe de nuevo la colocó en su cabello.—Que Mentira— sonrió. —Como la podría arruinar. Ninguna belleza de primavera o de verano tiene tanta gracia como yo he visto en su rostro invernal— Hans siempre le hablaba mirándola a los ojos,  Elsa siempre quedaba atrapaba con ellos por más tonto que fuera el tema, la llevaba a través de su mirada esmeralda hasta lo más hondo de su corazón; Cada mirada y cada palabra eran un viaje que sólo hacía junto a ella.

—Yo se lo que le digo. Se congelara. Vamos entremos Hans, empezará a hacer frío— la chica se levantó como tratando de escapar.
Pero el la detuvo.

—El invierno solo es frío para aquellos que no tienen recuerdos cálidos.— Y tras esas palabras señaló como mas flores del balcón, se abrían. Mostrándole, que su corazón no era de hielo como ella pensaba, pues las flores regresaban debido a que en su interior existía calidez...

Hans y Elsa//El FARSANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora