Waiting for the feelings

VII. Ataque de pánico

Me despierto y lo único que veo es el salón de Química, Farkle aparece por la puerta y de repente ambos nos estamos besando desenfrenadamente, Farkle pone su mano en mi nuca, erizando cada vello que toca a su paso, yo enredo mis manos en su cabello y ambos quitamos hasta el mínimo espacio entre nosotros y aunque mi cabeza sepa que está mal, solo sigo haciéndolo; porque lo había necesitado tanto que ya no veo la manera de estar sin él.

Farkle susurra.
—¡Maya tenía razón!

Lo miro confundida.

—¡Son las siete! ¡Despierta!—susurra Farkle, pero no es su voz, es la voz de...

—¡Riley Matthews, si llegas tarde a la escuela estarás castigada hasta tu graduación!—grita una enojada Topanga Matthews.

Abro los párpados lentamente y veo los ojos de mi madre que me miran inquisidora mente.

—Tuve un sueño, pero no recuerdo muy bien de lo que se trataba—literalmente siento que mi mente está en blanco, me duele la cabeza.

Lo único que recuerdo es... Farkle.

—Por el dichoso sueño llegarás tarde, señorita.

—Vivimos a pocas cuadras del colegio, mamá—sonrío, ella camina a la puerta soltando maldiciones— ¡Buen día!— le digo antes de que azote la puerta.

Camino a mi armario y saco un pantalón deportivo negro y una remera suelta color blanco, me pongo unas zapatillas y voy a lavarme la cara y los dientes. Ayer me bañé en la noche, así que no tenía caso que me bañe por la mañana.

Al salir del baño me veo en el espejo y peino mi cabello, me hago media coleta y salgo de mi cuarto.

—Buen día, papi—saludo al entrar a la sala.

Mi padre me abraza y besa mi frente, entusiasmado—Hoy es un buen día.

—¿Por qué? Es lunes—pregunta Auguie con desagrado mientras baja las escaleras.

—Porque es mi primer día de trabajo ¡yay!—responde emocionado.

Auguie y yo nos miramos antes de reírnos.

—¡Están castigados!

—Deja a los niños en paz, Corey—sentencia mamá, mi padre nos fulmina con la mirada mientras nos saca la lengua— ¡Corey Matthews! ¿Quieres dormir en casa de los Hunter hoy?

Mi papá la mira con cara de perrito— No.

—Pues lleva a tus hijos al colegio que ya son las siete y media.

Tomo mi mochila y salimos de casa.
—¿Hoy tienes educación física?—pregunta mi hermanito.

—No lo sé, solo quise ir cómoda—me alzo de hombros, sigo con el punzante dolor de cabeza.

Entramos al auto y papá me deja en la puerta de la escuela.
—¡No hagas travesuras!—grita Corey Matthews, ruedo los ojos y susurro un "te amo" mientras entro a la preparatoria.

Saco mi horario de mi mochila y veo lo que me toca primero, aún no me había aprendido muy bien las materias.

Física.