IX. Solo un amigo

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—Me van a matar, lo harán y Auguie se reirá cuando lo hagan— digo mientras caminamos desde la parada del metro a mi casa.

Mike se ríe mientras pasa su brazo sobre mis hombros.

—¿Vas a fiestas hasta la madrugada y te asusta lo que te dirán si llegas a las ocho a tu casa? Sigues sorprendiéndome, Matthews—sonríe de lado mofándose.

Ruedo los ojos—. Me preocupa lo que dirán cuando se enteren de que me salí del colegio contigo.

—¿Tan mala compañía crees que soy?

—No, idiota, mis padres no te conocen ¿entiendes?

Él asiente—. Entonces hoy será el día que me conocerán.

—¿Estás dispuesto a soportar el interrogatorio de mi padre?—alzo una ceja, desafiante.

Mike me mira un poco indeciso, pero luego sonríe mostrando su dentadura y me pasa su brazo por mis hombros

—Si eso significa que esto se va a volver a repetir, acepto.

—Bien, porque ya llegamos.

Camino hasta la puerta zafándome de su brazo y abro la puerta con mis llaves.

Entro junto a Mike y veo a mis padres, Auguie, Maya y Zay sentados, mirándome preocupados.

—¿Dónde estabas?

—Riley, saliste de la cafetería sin decir nada.

—No sabíamos nada de ti.

—¡Estás castigada!

Todos hablaron al mismo tiempo —menos Auguie—, haciéndome soltar un suspiro.
Sería una larga noche.

Mike nota mi incomodidad porque al instante toma mi mano y me sonríe de lado.

—¿Y estabas con un muchacho?—cuestiona mi padre.

—¿En serio, Riley? ¿Mike? ¿Cuando te dije explícitamente que no te metieras con él?—Maya estaba muy molesta.

—En primera, yo debería explic...—Mike fue cortado por una risa sarcástica de Maya.

Y esa fue la gota que colmó el vaso.

—Mike fue un gran amigo hoy. Sí, Maya, es mi amigo—digo contestando a sus ojos inquisidores—. Yo tuve un ataque de pánico y él me ayudó, yo estaba muy mal y él me ofreció salir y caminar para despejarme, yo acepté y eso hicimos.

—Cariño, pensé que ya no tenías los ataques—habla mi madre abrazándome.

—Volvieron cuando regresamos.

— ¿Entonces fue él el de la idea de salir del colegio?—habla mi padre mirándolo con el ceño fruncido.

—Disculpe por eso, pero Riles se veía mal y no se me ocurrió otra cosa.

—¿Riles? —cuestiona Zay, Maya me sigue mirando molesta.

—Nada te costó mandarnos un texto, Riley, estábamos muy preocupados por ti, no vuelvas a hacer eso—dice Maya, parándose y tomando el brazo de Zay para luego caminar hacia la puerta.

—Vino ni bien saliste del colegio, estaba muy preocupada, Riley—mi madre besa mi frente.

Maya y Zay ya habían salido por la puerta, así que lo seguí.

—¡Maya!—grito desde la puerta y ella paró de caminar hacia el auto de Zay—. Lo lamento, en serio. El asunto de hoy me afectó, lo siento.

Maya da la vuelta y corre a abrazarme.

Waiting for the feelingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora