Waiting for the feelings

XIII. ¿Puedo abrazarte?

¿Cómo no me pude dar cuenta que Farkle se sentaba junto a su novia todo este tiempo? Había compartido dos clases de Química con él y muy concentrada en no cruzar miradas con él no me había dado cuenta que...

—¿Estás sorda acaso? Muévete, niña—la voz altanera de la chica me saca de mis cavilaciones.

Volteo mi mirada al castaño y lo veo presentar sus excusas con la profesora.

Suspiro dándome por vencida.
—Bien. Me voy—digo guardando mi libreta en mi mochila igual que mis lapiceros.
Mi libreta se cae haciendo un estridente ruido en todo el salón, puedo sentir las miradas de todos sobre mí.

Farkle voltea a verme y rápidamente se acerca ayudándome a recoger mi libreta.

—Hola, Riley—me dice con voz temblorosa mientras me entrega mi libreta.

Al parecer no se ha dado cuenta quién está a mi costado, pienso con una sonrisa que borro al instante.

—No tienes que ayudar a la gentuza, cariño—sonríe la ojiverde a mi costado haciéndome rodar los ojos, es entonces que Farkle cambia su rostro notablemente y traga saliva.

—Daphne—dice de forma dura.

—Yo... yo ya me iba—digo bajando la mirada sintiéndome mal tercio.

Farkle me toma de la mano sin decir una palabra y yo decido no mirarlo, no puedo.

Aunque vaya que quería ver una vez más esos ojos azules que hacían erizar mi piel.

—¿Pasa algo, Matthews, Minkus?—pregunta de manera curiosa la señorita Robbertson.

Daphne es la que contesta—. Nada, señorita Robbertson, la chica se confundió de asiento, es todo—habla con una sonrisa fingida.

Farkle me suelta de mano y me deja ir a uno de los asientos vacíos.
Su contacto me había hecho recordar un cosquilleo en los labios producto de un beso entre los dos, pero este no era como los antiguos besos que habíamos tenido cuando éramos novios, este había sido más desenfrenado,  más pasional.

Muevo mi cabeza sacando la sensación que había hecho que mis vellos se erizaran mientras saco mi libreta ante la atenta mirada del castaño.

Daphne parece recordar que soy yo a la que lanzó miradas asesinas la semana pasada en clase de Historia, porque de repente me mira con furia y acto seguido, toma a Farkle del cuello y estampa sus labios pintados de color carmesí en el castaño.

Volteo la mirada sintiendo un pinchazo, sin notar como el castaño la separa de su lado casi bruscamente.

La clase termina y guardo,  lentamente, mis cosas mirando de reojo a Farkle y a su novia.

Él le dice algo, y ella al parecer se lo toma mal porque sale de la clase molesta dando bruces.
Acto seguido, el castaño voltea a verme y yo bajo la mirada al instante, avergonzada por haberlos estado viendo.

Somos los últimos en el salón cuando el castaño se acerca a paso firme a mi.

Veo las converse del castaño cuando bajo la mirada.
—Lo siento, siento todo lo que pasó estos días, todo lo que pasó hace un año, Riles, lo siento mucho.

Alzo la vista y lo veo frente a mi mirándome claramente arrepentido.

—Siento no haber tenido el coraje de luchar por nuestra relación, me arrepiento mucho el haberte dejado de hablar de repente y no quiero darte excusas porque quiero hacer las cosas bien esta vez, espero que me perdones, Riley Matthews.

Pasados unos segundos, asiento.
—Bien.

El castaño me mira confundido.
—¿Bien me perdonas o bien no me perdonas pero quieres que me calle?

—Te perdono, Farkle. Éramos los mejores amigos, tú me conocías como nadie, igual yo—suspiro—. Te perdono por eso, te perdono por los valiosos años de amistad que tuvimos—le regalo una pequeña sonrisa.

Por más resentida que esté, Farkle fue mi mejor amigo desde que tenía cinco años, fue el chico que siempre me hacía sentir bien con mi rareza interior, el niño que salvó mi vida dos veces y no me había dado cuenta de eso hasta ahora.

¿Por qué? Tal vez porque nadie me había roto el corazón antes y el dolor no solo era en el pecho, mi cuerpo ardía como si estuviese lleno de heridas.

Y es que a veces solo nos concentramos en el error y el dolor que este produce, y no vemos el panorama general.
Fue su único error y no puedo condenar a mi mejor amigo por eso.

Farkle me sonríe con un brillo en sus ojos.
—¿Puedo abrazarte?

Su pregunta me deja perpleja.
¿Lo dejaría abrazarme?
Una cosa era perdonarlo, pero aún no he sanado mis heridas por mí misma y sigo sintiendo un temblor en todo el cuerpo por eso.

—Está bien.

Y acto seguido, Farkle me abraza poniendo sus brazos sobre mis hombros, junto mi mejilla con su pecho sintiendo el latido acelerado del castaño, paso mis brazos por su cintura pegándome más a él y sintiendo mi respiración agitada.

¿Sentirá él también las mariposas en su estómago?

Farkle Minkus

No esperé ni un segundo en juntarme a ella.
La castaña junta su mejilla con mi pecho.

¿Sentirá ella mis latidos acelerados?

La abrazo con necesidad mientras aspiro el olor su cabello, todo ella huele a frambuesas, no había olvidado eso, recuerdo cada sensación, olor y gesto de Riley. Ella rodea mi cintura con sus brazos y siento mi corazón apunto de salirse de mi pecho.

¿Sentirá ella mi respiración agitada?

Casi dos años después y Riley Matthews seguía causando el mismo efecto en mí desde que teníamos nueve años y yo le decía que ella sería la futura señora Minkus.

—¿De qué hablas, Farkley?—recuerdo que me preguntó una pequeña castaña de ojos marrones con mirada confundida—. Yo me casaré con un conejito.

Yo la miré con inmensa ternura.
—¿Y si me disfrazara de conejo y te lo pediría?

Riley levantó sus brazos mientras asentía efusivamente y sonreía haciéndome sonreír también de oreja a oreja.
—¡Sí, me casaría contigo sin dudar!

Recuerdo claramente haber usado un disfraz de conejo por orden de la castaña por casi una semana, hasta que mi madre lo escondió. Lo haría otra vez si eso significara recuperar a Riley Matthews.

Riley Matthews

Pierdo la noción del tiempo en los brazos de Farkle, ¿habrán sido segundos? ¿Minutos quizás?

No me permito soltar las lágrimas que se apoderaban de mí al sentirlo tan cerca.
Ambos encajamos perfectamente, como siempre había sido, incluso siendo solo amigos, él con su cabeza sobre la mía, yo a la altura de su pecho, perfecto.

Aspiro el olor del castaño sonriendo en el acto, tal vez él haya cambiado, pero su olor no, Farkle siempre olía a libro nuevo y esa particular colonia que suele usar.

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Capítulo súper corto, lo siento :c
Pero estoy estudiando para un examen y bueno, esto es mejor a dejar meses sin actualizar ¿no?

Gracias por sus leídas y votos.
xxo