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"Amor amarillo"

Una semana después

Otra vez estaba de regreso a Argentina, tenía muchos nervios y apenas si recordaba como llegar a la casa de Spinetta, así que decidí llamar a Carlos desde un teléfono público.

—¿Hola?

—Hola Carlos, soy Paula, ¿Te acuerdas por dónde queda la casa de Spinetta?

—¿Estás en Argentina?

—Si, pero ese no es el asunto, ¿Te acuerdas?

—Si, por supuesto es una casa como amarilla, queda a dos cuadras de los conjuntos donde vivía Gustavo, ve hacia la cuadra que queda como llegando al centro.

—De acuerdo gracias. — Colgué el teléfono.

Tal como me había dicho Carlos, encontré la casa de Spinetta, golpee con suavidad la puerta y me abrió Cristina.

—Hola vengo a hablar con Luis Alberto.

—Ya tiene una amante.

—...

—Mira mina si venís a buscar al tarado de Luis no se encuentra y decile que los amantes de encuentran por allá en los moteles.

Cristina iba a cerrar la puerta y yo la detuve.

—Oye, yo no soy amante de Spinetta, soy Paula Cuervo la novia de Gustavo Cerati. — Miré el marco de la puerta que tenía unas pequeñas campanas pintadas.

—¿Vos sos Paula? — Sus mejillas se pusieron rojas de la vergüenza. — ,Lo siento piba, no te reconocía.

—Tranquila, si quieres paso más tarde, es que Spinetta me dijo que viniera, que me necesitaba.

—Oye entra, perdón por lo de hace unos minutos.

—No quiero incomodar. — Le sonreí.

—No incómodas pasa.

Entré y me senté en un pequeño sofá que había en la casa, Cristina cerro la puerta con cuidado.

—¿Querés algo de beber?

—No, gracias. — Cristina se sentó a mi lado.

—Bueno, Spinetta me comentó que vos vivís en Estados Unidos.

—Si es verdad, pensé que en algún momento volvería a vivir en Argentina pero lastimosamente mi trabajo no me lo permite.

—Vos sos cantante ¿No? — Cristina miraba sus uñas perfectamente maquilladas de blanco. — ,Sabes Gustavo viene seguido a Argentina, aunque a él le gusta viajar mucho.

—Si, es verdad, es algo que tenemos en común, también el gusto por hacer música. — Miré hacia la puerta y Spinetta había llegado.

—Cuervo. — Nos abrazamos.

—Spinetta, qué milagro, no has cambiado nada, sigues igual.

—Desearia decir lo mismo piba, pero te ves más bonita el tiempo te ayudo a vos, a Gustavo bueno... No hablemos de él todavía, ¿Cómo vas? — Nos sentamos en el sofá y él le dio un calido beso a Cristina.

—Bien, no pensé que siguieran juntos, pero me equivoqué, se ven lindos.

—Gracias piba, desearía decirte que te ves linda con Gustavo.

Mis ojos se cristalizaron un poco, para evitar llorar ahí, me puse de pie para irme.

—¿A dónde vas?

—Voy a fumar, ¿Te molesta?

—No, te acompaño.

Salimos y nos sentamos afuera de la casa.

—Yo siento lo que dije, no pensé que te fuera a afectar.

—No me afecta, sé que Gustavo y yo jamás volveremos a estar juntos, es una realidad que debo afrontar.

—Sabes, él me habla mucho de ti, se nota que no te ha olvidado.

—El primer amor nunca se olvida. — Apagué mi cigarrillo.

—Tenés razón, en serio que desearía verlos juntos, sería algo copado.

—Puede que si, pero no nos hemos visto en años y no sé cómo reaccionaria él al verme, no me siento preparada. — Spinetta me abrazó.

—Vos sos boluda, él estaría re feliz de verte y abrazarte, a veces me pregunto ¿Qué tan boluda podés llegar a ser? — Nos reímos juntos.

—No lo sé— Alcé los hombros y sonreí.

—Sigues siendo igual de graciosa, no has cambiado nada, sabes, Gustavo tampoco ha cambiado mucho, ¿Sabes qué?

—¿Qué? — Me sonrojé.

—Te voy a cuadrar una cita con él, así como cuando éramos adolescentes calientes.

—Spinetta no jodas, con eso no se juega.

—Ya verás...

Todo el día hablamos de su vida, me mostró varias canciones y también cosas de Artaud, un gran hombre, todo estaba siendo genial, desearía poder volver a vivir en Argentina pero no me es posible, jamás había extrañado tanto Buenos Aires hasta que volví a ver a Spinetta, que aunque nunca fuimos tan amigos, ha sido el único que se ha acordado de mí y eso me llena de felicidad.

Enamoramiento Repentino: Segunda ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora