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“He estado esperando”

Toda la noche estuve bailando y bebiendo, también estaba hablando con Alexander, que estaba en el mejor momento de su vida.

—¿A que volviste a Argentina, Cuervo? — Alexander preguntó con mucha curiosidad.

—Me fui a encontrar con un amigo de la secundaria, Carlos lo conoce, se llama Luis Alberto — Reí — Es un poeta, es grandioso.

—Me alegro, pero creo que no fuiste solo por eso, porque llegaste muy feliz.

—Ni tanto — Respondí con un poco de sarcasmo. — Me encontré con el amor de mi adolescencia.

—El tal Cerati — Se burló. — ,Genial, al menos sabes que se siguen amando.

—Si, pero bueno, sé que no le veré más — Empecé a destapar una cajetilla de cigarrillos. — ¿Que tal va todo con Adriana?

—No tan bien, ella quiere devolverse a Colombia, dice que no le gusta la diferencia de idioma — Me mira con un poco de melancolía — Sabes Cuervo, hemos estado peleando por todo en este tiempo, tal vez solo quiera separarse de mi, yo sé que sería difícil para mí, pero debo afrontar las cosas como son y tal vez esa sea la realidad.

—Yo no creo, no seas idiota, ella solo necesita tiempo, adaptarse a las costumbres de aquí y también a que sus vidas nunca volverán a ser las mismas, es un riesgo que ella acepto al venir contigo a este país. — Le ofrecí cigarrillos y él tomó uno.

—Tienes razón Cuervo, por eso eres mi mejor amiga, eres una chica muy inteligente — Me abrazó. — Sabes voy por algo de beber, después vuelvo.

—Bueno.

En este último tiempo a la vez que él estaba en un buen momento, se estaba dejando llevar por los excesos y supongo que ese en realidad era el principal problema entre Adriana y Alexander. Tal vez él me lo negaba, pero yo lo conocía lo suficiente como para saber que él ya no estaba bien y que eso estaba llevándolo a una crisis en casi todos los aspectos, me duele que todo esté ocurriendo así.

También me dolía que mi vida no fuera como en mi adolescencia y que ya no pudiese estar más con Gustavo. Comencé a beber con Alexander hasta quedarnos dormidos.

Al otro día desperté en la habitación de huéspedes, sin hacer ruido, me fui a mi casa y me senté en el sofá, me veía tan sola, nadie me recibía, nadie me esperaba, es tan triste.

Dormí todo el día, no tenía nada que hacer y tampoco quería hablar con Carlos y darme cuenta que la habíamos cagado en todo, de diferente manera, pero la habíamos cagado, yo pensaba en volver a vivir en Argentina, pero allí ya no tenía nada.

Y sabía que los siguientes años, serían años de tortura y sufrimiento para mí y para mis amigos, ya sabíamos que nada sería igual y teníamos que cargar con el peso de nuestros errores.

Enamoramiento Repentino: Segunda ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora