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“Sueño Stereo”

Que noche, estuve pensando en Gustavo y en cuanto me había encantado lo que había pasado todo el día, no había sentido tanta felicidad desde nuestro primer beso cuando estábamos en secundaria, fue inolvidable, pero ya eran las 8:00 y ya tenía que ir a abrirle a Gustavo que estaba timbrando como loco.

Me levanté y fui y le abrí, aunque al pasar para abrir el portón, Spinetta y Cristina estaban durmiendo en el piso de la sala, parece que la borrachera fue dura para ellos.

—Hola hermosa, pensé que vos no estabas despierta. — Me besó en la mejilla.

—Bueno en realidad me acabe de levantar.

—Bueno, eso sí se nota, aunque no te ves mal. — Me sonrió.

—Gracias, vamos a la habitación en la que estoy, no creo que quieras ver a Spinetta y Cristina durmiendo.

—Tenés razón.

Fuimos a mi habitación o bueno mejor dicho la habitación en la que me estaba quedando temporalmente, nos sentamos en la cama y estábamos en un silencio incomodo.

—¿Cómo te ha ido en todo este tiempo? — Dije para romper ese horrible silencio.

—Bien, o no tanto porque vos no estabas conmigo, pero con Soda Stereo me ha ido re copado, vos no te imaginas — En su rostro se dibujo una sonrisa tan perfecta que si me fuera a morir hoy, ese sonrisa sería lo último que quisiera ver. — ¿Y a vos cómo te ha ido?

—Muy bien, todo ha ido bien hasta el momento, he hecho todo lo que me propuse al salir de la universidad, aunque te he extrañado... — Me sonrojé. — debo admitirlo, así me cueste.

—Me alegro mucho Pau, yo en serio me disculpo por lo boludo que fui ayer, a veces siento que mis amigos tienen razón y vos sos la única que se fijaría en un tarado como yo.

—Te perdono, deja de decir tantas estupideces, todas las mujeres quieren estar contigo, al contrario yo creo que soy yo la idiota que no te merezco.

—Me parece que no sos nada de lo que dijiste — Me miró tiernamente. — Excepto en que me perdonas porque eso me hace feliz.

Nos acercamos y nos besamos, nos acostamos en la cama y nos quedamos abrazados, no hicimos nada de lo que se imaginan, solo nos quedamos ahí, como si el tiempo solo fuera un sueño y el sueño fuera eterno.

Lo extrañaba, más que a cualquier cosa, ahora ha pasado el tiempo y pienso que él no me ama como antes y que tampoco seré igual de importante como lo fui en aquel tiempo cuando nos conocimos, me duele, no puedo negar que es doloroso que apesar de lo que prometimos ya nada será como antes y que nosotros jamás volveremos a ser los mismos.

Mientras estábamos abrazados, el teléfono sonó, me puse de pie y fui a contestar.

—¿Hola?

—Paula, ¿Cómo estás? — Carlos había llamado.

—Bien, gracias, ¿Qué pasa?

—Necesito que vuelvas de inmediato a Estados Unidos, tenemos un problema con la disquera ya sabes lo del nuevo disco que vamos a sacar. — Carlos se escuchaba bastante desesperado.

—De acuerdo, me iré de inmediato, espero que consiga un vuelo ahora mismo.

—Adiós Pau. — Colgué el teléfono.

Volví a la habitación para alistar la ropa en el equipaje.

—¿Qué pasó? — Gustavo me preguntó mientras me tomaba de la cintura.

—Tengo que volver a Estados Unidos, hubo un problema con la disquera.

—No te vayas, ¿Acaso tu banda no lo puede arreglar?

—Me parece que no. — Hice que me soltara y empaque lo más rápido las mudas de ropa que había traído.

—Acabamos de vernos y ya te vas, esta vida es una completa mierda — Me miró indignado. — Sabes a veces pienso que no fue buena idea conocernos.

—Tal vez tengas razón — Le miré con un poco de desprecio. — Ni debimos habernos conocido.

Me fui al baño y me encerré, me duché y fui a la habitación y Gustavo estaba mirando mi pasaporte y mis documentos.

—¿Qué haces? — Se los rapé y los guardé en mi maleta.

—Solo miraba — Miró una libélula que tenía tatuada en el hombro. — No sabía que te habías tatuado.

—Si, fue al volver a Colombia, aunque yo todavía no era mayor de edad.

—Se ven bien en ti, si vos querés te puedo ayudar a empacar todo.

—No es mala idea — Me puse de espaldas para vestirme. — Gracias.

—Así que tenés más tatuajes. — Me dijo mientras se acercaba a mi lentamente.

—Si, pensé que ya los habías visto.

—Si, pero no de cerca.

Se acercó más y me besó, me acostó en la cama y me quitó la toalla de baño que llevaba puesta, me besaba con mucha ternura, tocando cada parte de mi cuerpo, haciendo que me sintiera completa por primera vez en muchos años, le ayude a quitar la ropa que llevaba puesta, me sentía tan nerviosa pero a la vez eufórica, no había tenido tanto acercamiento a un hombre en años, y me encantaba que volviera a ser con Gustavo.

Él es tan cuidadoso, tan dulce pero a la vez una fiera en la cama.

—Extrañaba tenerte cerca Pau, pero ahora te irás y me dejaras otra vez como hace cuatro años — Tocó con dulzura mi cabello. — No sé si volveremos a estar juntos, eso me afecta.

—A mi también me afecta y no sabes cuánto, pero creo que si nos volveremos a ver dentro de poco.

—¿Me lo prometes mi Pau hermosa? — Tomó mis manos delicadamente.

—Por supuesto que sí mi poeta argentino.

Nos pusimos de pie y nos vestimos, posteriormente me ayudo a organizar todo, que tristeza otra vez dejar a Gustavo, parecía que el destino quería vernos separados.

Estuve dos horas llamando a la aerolínea para lograr reservar un vuelo para hoy y lo logré, Gustavo me acompañó otra vez al aeropuerto y esta vez no fue tan nostálgico porque en el fondo sabíamos que nos veríamos otra vez y que por fin estaríamos juntos.

Enamoramiento Repentino: Segunda ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora