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"Dónde estemos juntos será nuestro hogar"

Estaba en el estudio de grabación, pero no estaba concentrada, seguía pensando en Gustavo, no podía evitarlo, lo seguía amando y que me hubiese llamado ayer fue algo que me ilusionó pero sé que no puede pasar nada, él ya tiene su familia y yo debería concentrarme en seguir mi carrera musical.

—¿Vas a ir donde Carlos? — Alexander se sentó a mi lado mientras fumaba un cigarrillo

—Si, necesito hablar con él — Miré hacia donde estaba Andrés

—Me le mandas saludos — Se puso de pie — Pienso que desde que hace algunos días llegó Charly Alberti, no eres la misma

—¿De qué carajos hablas? — Fingí una sonrisa

—De que ya no estás concentrada y que ya no nos hablas como antes, ahora solo te concentras en Carlos, como si solo él importará — Pegó otra calada

—Te recuerdo que Carlos está en una situación peor y nos necesita — Me puse de pie — No te creas tan importante, recuerda que no eres el único que tiene problemas

—Sé que todos tenemos problemas, pero no todo gira en torno a Carlos — Suspiró — O a ti

—De acuerdo, me voy, no voy a discutir contigo

Caminé hacia la salida y me fui, parecía que solo a mí me importaba Carlos, supongo que al todos alejarse de Carlos ya no lo veían como alguien de relevancia, pero por mi parte no, porque era mi mejor amigo.

Tomé un taxi hacia el centro de rehabilitación, al llegar subí con lentitud hacia la sala donde se encontraba Carlos.

Me senté al lado de Carlos, haciendo silencio.

—¿A qué es un gran programa? — Dije y Carlos se dio vuelta y me abrazó

—¿Cómo estás? — Me soltó suavemente y me miró

—Bien ¿Y tú?

—Bien, pero siento que me estas mintiendo

—¿Por qué lo dices? — Miré hacia el televisor

—Porque lo sé, creo que tu problema se llama Gustavo Cerati

De repente me dio un ataque de tos.

—Entonces tengo razón — Soltó una carcajada

—Si — Admiti apenada — Volvió a llamarme

—¿Pero no estaba casado? — Me miró extrañado

—Si, pero no sé que le pasó y averiguó mi numero telefónico y me llamó

—Tal vez todavía te quiere — Me sonrió

—No lo creo, solo es un imbécil que no se decide, no lo entiendo primero me echa la culpa de todos sus problemas, después me llama y hace como si nada, detesto que se comporte así — Suspiré — Ya no sé ni que decirle

—Sigues igual de enamorada — Se carcajeó — No sé que tiene Cerati que a todas las vuelve locas

—A mi no me tiene loca, no en el sentido que estas pensando — Bajé la mirada hacia mis zapatos

—¿Ah no? — Volvió a reírse

—No, yo ya estoy superando a Cerati y me alegra que este siendo así — Le miré fijamente — Es un maldito, yo ya no sé que hacer, no puedo odiarlo pero ya no siento que deba estar con él y menos sabiendo que ahora tiene familia

Carlos se me quedó mirando un largo rato como analizando todo lo que le había dicho, al final sólo sonrió.

—Soy sincero, no sé que decirte, por una parte podría aconsejarte de una manera racional y por otra parte podría ser un poco más consciente de que todavía lo amas y te diría algo lindo y fantasioso — Tragó saliva — ¿Qué prefieres que te diga?

—Los dos consejos estarían muy bien, creo yo

—Bueno primero que todo seré realista y te diré que tal vez al tú volver a Argentina, le reviviste algunos recuerdos que él creía muertos y por supuesto serán inolvidables para los dos, pero ya es hora de que te olvides de él, porque solo te esta confundiendo y por supuesto no quiero eso para ti, sería bueno que te alejaras de todo esto — Me miró por un momento con un poco de tristeza — Pero dejemos eso de lado, si te doy un consejo un poco más sensible, pienso que ustedes se quieren y que si tienen un poco de paciencia tal vez logren volver a tener algo igual de hermoso a lo que tuvieron en el bachillerato, pero ojo, eso no quiere decir que tengas que desperdiciar tu vida por esperarlo a él.

—En serio gracias, pero no sé como debería alejarme por un tiempo de todo esto, sin sentir que estoy abandonando a todos los que quiero — Acomodé mi cabello hacia atrás

—Sabes, tengo una idea pero no sé si te guste

—¿Qué es? — Sentí unos nervios terribles por lo que podía decir Carlos

—Estas pálida — Toco mi hombro — ¿Estas bien?

—Si, estoy bien, dime tu idea

—Bueno tengo un amigo español, Julián Infante, tenia una banda hace algún tiempo con Ariel otro amigo nuestro, el nombre de su banda era Tequila, ahora tengo entendido que tiene otra banda, creo que podrías irte unos meses con él, sería bueno para ti y además es un hombre muy divertido — Sonrió — ¿Qué piensas?

Observé por un momento el techo y me debatía por todo, pero después de todo un viaje no me caería nada mal, digo, conocería un nuevo país y además mis amigos no me van a necesitar.

—Esta bien, acepto, iré con Julian

Carlos se puso de pie, me tomó de las manos y me hizo ponerme de pie.

—Esa es la actitud, prestame tu teléfono, llamaré a Julian, estará encantado de tenerte en España.

Le di mi teléfono a Carlos, posteriormente le marcó a Julian, pero no estaba, entonces le dejo el recado a un tal Andrés, que era muy amigo de él o algo así, acto seguido Carlos colgó.

—Listo, creo que más tarde volverá a llamar Julián así que solo contesta y conversen y bueno cuando hablen de tu estadia en su apartamento, él va a aceptar encantado.

—Gracias Carlos — Nos abrazamos por largo rato

—Adiós, nos veremos mañana — Nos separamos

—Esta bien, vendré a la misma hora Carlos.



Enamoramiento Repentino: Segunda ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora