dos

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Paulo

El timbre de la casa sonó, obligándome a levantarme de la cama un poco soñoliento para bajar e ir a abrir la puerta. Al abrir la misma me encontré con una Sofía que cargaba un bolso en el hombro y en sus brazos dormía plácidamente Benicio. Eran las seis de la mañana y él dormía como un campeón.

— Vuelvo el martes temprano. —avisó entrando a la casa.

Dejó el bolso sobre el sillón y me pasó a Benicio con cuidado para que no se despertara.

— Si pasa algo me llamas. —dijo mientras caminaba hasta la puerta nuevamente.

— No creo que eso pase pero bueno. —respondí con seguridad.

— Espera a que tengas que bañarlo. —murmuró por lo bajo.

Seguido de eso comenzó a caminar lejos de la casa y se subió a la camioneta que la estaba esperando afuera, despidiéndose agitando su mano en mi dirección. Simplemente sonreí y asentí con mi cabeza.

Una vez que ella se fue, cerré la puerta y subí las escaleras con el pequeño en mis brazos para llevarlo hasta mi cuarto. Él siguió durmiendo en mi cama mientras yo veía la televisión y de vez en cuando respondía algunos mensajes que me llegaban.

Por eso de las once de la mañana fue cuando se despertó y bajé con él en brazos nuevamente hasta la cocina, dónde lo senté en su silla para después darle el yogurt que su mamá le daba siempre.

Mi celular empezó a sonar constantemente en el bolsillo de mi pantalón y como pude lo saqué de ahí, viendo que se trataba de Antonella que me estaba llamando.

— ¿Qué pasa? —pregunté apenas atendí.

— En un rato voy a llevarte a Elena, tengo que trabaj..

— No puedo, estoy con Benicio. —la interrumpí.

— ¿Y? —preguntó fríamente— Ni que te fueras a morir por cuidar a tus dos hijos, además el otro tiene madre.

— Hey hey, "el otro" tiene nombre.—discutí.— Y la madre no está, se fue.

— Cornudo. —murmuró por lo bajo pero logré escuchar, aunque lo ignoré.— Te voy a llevar a Elena igual, yo voy a estar ocupada y mi mamá también.

— Bueno, está bien. —acepté.— Nos vemos.

Al cortar la llamada vi un desastre a unos pocos metros de mi. Benicio había agarrado la cuchara y el yogurt estaba desparramado por toda la mesa, incluyendo su ropa y su nariz.

— ¿Que hiciste? Te ve tu mamá y nos mata. —le dije mientras intentaba limpiarlo con un repasador.

— Chofiaaaaa. —gritó para después reír a carcajadas.

Era tan inteligente y travieso que se me hacía imposible no reírme de las cosas que decía o hacía.

Unos minutos más tarde llegó Antonella y me dejó a Elenita (cómo le decía mi mamá), quién sentía vergüenza al tener a su hermanastro tan cerca. Al principio no quería jugar con él, pero después entraron en confianza y se tiraron en el piso a jugar con los autitos de Benicio.

— Bueno campeón ¿Nos vamos a bañar? —le pregunté, a lo que él negó con su cabeza sin siquiera mirarme.

— Yooo. —pidió Elena estirando sus manitas.

— ¡No! ¡Yo! —le peleó Benicio, ahora queriendo bañarse.

Me reí al ver como se ponía celoso y me los llevé a los dos para el piso de arriba. Desvesti al varón mientras veía como Elena se tapaba los ojos con sus manitas al tener desnudo a su hermano a unos cuantos metros de distancia, lo metí a la bañera que estaba cargada de agua con una buena temperatura y le tiré un par de juguetes para que se quedara tranquilo.

Mi celular sonó una vez más en el bolsillo de mi pantalón pero esta vez era Sofía quién me estaba llamando por facetime y le contesté al instante.

— Hola.. ¿Y Beni? —preguntó apenas me vio en la pantalla.

— Acá está. —respondí enfocandolo y provocando que sonriera al verla.

— Mamá mamá, nena nena. —habló él mientras señalaba a Elena.

Ella estaba sentadita encima de la tapa del inodoro jugando con unos autitos que le había prestado el pequeño, y sonrió con timidez cuando la enfoqué con el celular.

— ¡Hola Elenita! ¿Beni se está portando bien? —le preguntó la castaña desde el otro lado del celular.

Elena simplemente elevó sus hombros fingiendo no saber su respuesta y tapando las macanas que el otro se había mandado anteriormente.

— Ya te extraño. —dije cuando volví a aparecer en la pantalla.

— Yo también los extraño. —respondió ella mirando para otro lado.

Segundos después vi de reojo como Benicio se salía de la bañera,  mojado y con el pitulin a la vista, por lo que salí corriendo atrás de él. El muy travieso corría más rápido de lo que me imaginaba y tenía miedo de caerme por el apuro.
Él se frenó unos metros antes de llegar a las escaleras y dijo sin vergüenza algo impensado.

— Esssshta. —dijo tocándose el pitulin y riendo.

Lo cargué en mis brazos y lo reté mientras su mamá preguntaba sin entender que era lo que había pasado, para después meterlo nuevamente a la bañera.

— Se salió de la bañera y se fue corriendo. —conté haciéndola reír.

— Hijo portate bien que mamá ya vuelve eh. —lo retó, a lo que él asintió con su cabeza.

Sofía se despidió de nosotros y cortó la videollamada unos cuantos minutos después. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que Elena tenía sus ojos tapados.

— Hija.. ya podés mirar. —murmuré tentado de la risa.

Ella se sacó las manos de la cara y me miró con las mejillas sonrojadas, pensando en que Benicio había salido corriendo desnudo.

Ay Dios, Benicio era demasiado travieso y Elena demasiado inocente.


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Buenas noches, hermosuras. ¿Qué les parece la historia? Espero que les esté gustando, aunque esto apenas empieza. Nos leemos prontito 💗

un millón como tú {paulo dybala}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora