quince {navidad pt. 1}

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Sofía

Me desperté sintiendo unos gritos provenientes de la cocina y al moverme en la cama me di cuenta de que Paulo no estaba, me pareció raro porque siempre me despertaba para que nos levantaramos juntos.
Agarré mi celular para mirar la hora, nueve y quince de la mañana.

Con un poco de pereza me levanté de la cama y busqué ropa en la valija para sacarme el pijama. Una vez completamente vestida hice mi camino hasta el baño, cepillandome los dientes y peinando mi pelo, cosa en la que me demoraba bastante.
Al terminar salí del baño y fui hasta la cocina, viendo al ojiverde concentrado intentado envolver una caja con papel de regalo.

— ¿Te ayudo? —pregunté.

Al escuchar mi voz su cuerpo dio un respingo sobre la silla y me miró nervioso mientras tapaba con sus manos la caja.

— Pensé que te ibas a levantar más tarde, amor.

— Me desperté por culpa de los chicos, están a los gritos en la pieza de ellos. —respondí.

— Ah, no los escuché. —dijo rascándose la nuca.

— ¿Qué escondes? —pregunté riendo.

— Nada. —contestó haciendose el boludo.

Me senté sobre sus piernas y lo miré a los ojos, pensando en que eran lo más hermoso de la vida. Le di un beso en los labios con dulzura y él puso sus manos en mi cintura. Al notar eso me separé rápidamente e intenté agarrar la caja para espiar que era pero fracasé y Paulo fue más rápido. Su mano derecha agarró la caja y la mantuvo en alto para que no pudiera sacarsela.

— Es un regalo para vos, no seas mala y no cagues la sorpresa.

— Vos sos mi regalo. —dije haciéndolo sonreír.

Vi un moñito sobre la mesa y lo agarré para pegarselo en la frente. Riendo él agarró otro, dándome una nalgada y pegandomelo en el culo provocando que yo lo retara con la mirada.

Se sintió un ruido atrás de nosotros y al girar la vista vi a Dolores en pijama preparándose un café en la cocina. Ella nos examinó de pies a cabeza y abrió la boca haciéndome creer que diría algo pero después la cerró dejándome con la duda.

— ¿Qué? —preguntó Paulo mirándola.

— Nada, iba a decir algo pero de ustedes ya lo he visto todo. —dijo abriendo los ojos grandes y levantando una mano.

Terminó de preparar el café y se sentó en la otra punta de la mesa, mirándonos desde ahí mientras ella empezaba a desayunar.

— Envidiosa la solterona. —se defendió el cordobés.

— No soy envidiosa, soy feliz mientras me coj..

— Bueno eh, no quiero saber tanto. Pero me alegro de que te hagan feliz metiéndote el simio en la selva.

Dolores escupió el café que tenía en la boca y mojó toda la mesa, haciéndome reír tanto que se me empezaron a caer las lágrimas.

— No lo puedo creer, el otro día fue Lautaro y ahora esta. —dijo Paulo riendo.

Romina apareció en el comedor mirando la escena sin entender y Dolores elevó los hombros inocentemente.

un millón como tú {paulo dybala}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora