catorce

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Paulo

El despertador de mi celular sonó a las once de la mañana, provocando que con Sofía nos despertaramos y ella se quejará removiendose en mis brazos. Al apagarlo abrí mis ojos parpadeando un par de veces para acostumbrarme a la luz y miré a mi mujer dormir muy plácidamente sobre mi. La noche anterior habíamos salido con mis sobrinos y si le sumabamos el cansancio del viaje hasta acá estábamos completamente hechos mierda los dos.

- Bella durmiente. -murmuré corriendole el pelo de la cara, escuchando segundos después un jadeo en respuesta.- Me parece que tenemos que levantarnos.

- No, no quiero. -dijo con la voz ronca.

Sus piernas rodearon las mías y reí al darme de cuenta de su estrategia para que no pudiera levantarla. Como pude aflojé sus piernas y giré en la cama permitiendo que mi cuerpo quedará sobre el suyo.
Dejé un par de besos en su cuello y con eso bastó para que ella abriera sus ojos, mirándome fijamente con sus párpados pesados.

Puso sus manos en mis mejillas y las acarició mientras sonreía con ternura. Yo como todo hombre me despertaba un poco (bastante) emocionado y estar en esa posición me había alborotado más.

— ¿Qué pasa? —preguntó ella con picardía.

— Nada. —dije en respuesta.

— No parece.

Antes de decir algo, preferí directamente besarla y ella aceptó eso gustosa. Mis manos fueron hasta su cintura y la acaricié con la yema mis dedos provocando que su cuerpo se estremeciera abajo del mio. Bajo las sabanas besé su cuello, su pecho y su abdomen atentamente. Tardé tan sólo un segundo en quitarle el short de seda que tenía puesto y lo tiré sin preocuparme en dónde caía.

Estaban tan apurado que solamente atiné a correr su ropa interior y hacerlo de esa forma. Su cuerpo tembló al sentirme y sus manos se posaron en mi espalda para acariciarla con dulzura mientras yo me encargaba del resto.

Debido a que en ese momento todos estaban despiertos en la casa, no me quedo otra opción más que poner mi mano derecha sobre su boca y así evitar ser tan ruidosos. Mi mano vibraba levemente cada vez que de su boca se escapaba un gemido y yo no podía más de la adrenalina y el placer.

— Sofí, pregunta mam..

Una Dolores energética apareció abriendo la puerta y yo me caí de la cama con las sabanas encima al intentar ocultar lo que estabamos haciendo. La anteriormente mencionada quedó completamente pálida y salió del cuarto avergonzada pidiendo disculpas.

Sofía desde la cama me miró roja de vergüenza y yo quedé sorprendido sin saber que hacer. Al darme cuenta de todo lo que había pasado solté una carcajada y ella me tiró con una almohada.

— ¿De que te reís? Que vergüenza. —dijo enojada.

— ¿Y? Ya está, ya pasó. No podemos sacar ese momento de su mente. —respondí despreocupado elevando los hombros.

Ella no dijo más nada y se dispuso a cambiarse, buscando ropa en una de las valijas mientras yo me levantaba sobandome el huesito dulce.

— Pinchó el mañanero. —dije buscando mi ropa.

Ahora era ella quién se reía y me palmeó el pecho divertida.

— Mañana será.

****

Después de ese vergonzoso momento en el cuarto, la familia se puso de acuerdo para comer un asado y pusimos nuestras manos a la obra.

Dolores no había dicho absolutamente nada y eso me dejaba más tranquilo aunque para Sofía no era así, la conocía y sabía que esa situación le incomodaba bastante.

— No pasa nada, no estés así. —susurré en su oído mientras la abrazaba por atrás.

No dijo nada y se relajó en mis brazos hasta que tuve que separarme para poder prender el fuego. Todos estaban en el patio viendo espectantes si todavía yo sabía hacer un asado o si me había "chetizado" allá en Italia.

— Yo le tengo fe, es un crack echándole leña al fuego. —habló Lautaro con doble sentido.

Sofía se rió y lo señaló dándole la razón.

A eso de las tres de la tarde ya estaban todos sentados en la mesa y yo me encargué de llevar la carne en una bandeja. Todos se sirvieron lo que querían y yo me dispuse a sentarme al lado de mi esposa.

— Está rico ¿no? —pregunté con confianza.

Romina levantó su pulgar en aprobación, Dolores respondió con un "risiquisimo" y Lautaro elevó los hombros indiferente.
El mismo bostezó y se estiró en la silla cansado.

— ¿Tenés sueño? —le preguntó su mamá.

— Sí, el vecino empezó a martillar esta mañana y no me dejó dormir. —respondio quejándose.

Al escuchar lo que dijo casi me atraganto con un pedazo de carne y me lagrimearon los ojos por lo mismo, Sofía me miro cómplice y se aguantó las ganas de reírse.

— Me parece que no era el vecino eh.
—dijo Dolores.

La miré con los ojos bien abiertos y ella me miró divertida, haciéndome sentir amenazado.

— Si era tarada, siempre hace lo mismo todos los findes. —le peleó su hermano sin darse cuenta.

— Debe haber sido, yo también lo escuché. —dije tratando de no levantar sospecha.

Cuando por fin dejaron el tema de lado, seguimos comiendo y conversando hasta que todos terminamos. Ayude a levantar los platos y me ofrecí incluso a lavarlos. Sofía me pasó un delantal y me lo ató por la espalda, dejandome un beso en el cuello.

— Así te quería agarrar, mariposón.

— Los hombres de verdad hacen esto pa. —le respondí a Lautaro.

— Está bien, siempre viene y no hace nada. —opinó Dolores peleandome.

— ¿Y Bosnia? —me defendí.

— Rascarme ya es demasiado, no pidas más.

La misma caminó hasta el living y se tiró en el sillón, acción que Lautaro imitó y se hizo el boludo para no hacer nada.
Ignorando eso volví a lo mío, cuando terminaba de lavar algo Sofía lo secaba y lo guardaba. Eramos un equipo.

— Me merezco un buen regalo de navidad después de esto. —dije sacándome el delantal.

— Yo también me merezco un regalo muy grande. —dijo ella.

— Acá lo tengo.

Al instante de mi respuesta sentí su mano empujar mi hombro y riendo la acerqué a mi cuerpo con mis manos. Me apoyé en su hombro y ella me acarició el pelo logrando que me relajará.


_____

Hola, hola. Estuve viendo que la diferencia entre los leídos y los votos es muchísima, no soy una persona que se preocupe por si votan o no porque no es ninguna obligación que lo hagan. Pero volver a escribir no fue una decisión que tomé de la noche a la mañana y desmotiva un poco que sean participes y a la vez no. Cuesta menos de un segundo apretar la estrellita, más me demoro yo en escribir los capítulos. Fin del comunicado, buenas noches ❤.

un millón como tú {paulo dybala}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora