diecisiete

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Sofía
31 de Octubre, 2021


Habíamos pasado una navidad y un año nuevo increíble en nuestra ciudad natal junto a toda nuestra familia. También habíamos disfrutado de unas largas (y necesarias) vacaciones, paseamos por Mina Clavero, Villa Carlos Paz y todos esos lugares turísticos a los que concurriamos bastante seguido cuando vivíamos en Córdoba.

Las cosas estaban mejor, el dolor de haber perdido a Benicio poco a poco iba sanando y nosotros ya nos habíamos acostumbrado a vivir como una simple pareja nuevamente. De vez en cuando teníamos a Elenita como visita, nos habíamos mudado a una casa mucho más espaciosa en un barrio más cerrado y privado, habíamos sido el blanco de muchos periodistas por mucho tiempo y queriamos evitar eso. Queríamos paz.

La carrera de Paulo estaba en su mejor momento, lo admiraba mucho por eso. Supongo que de alguna manera saber que el hijo de Rosalía no era de él le había devuelto un poquito de su felicidad. Si, así como lo leen, al parecer esta psicópata había metido a una inocente criatura en una mentira gigante de la cual quería sacar provecho. Pero solo consiguió ganarse un par de años en la cárcel junto al colombiano que atropelló a Benicio, todo estaba fríamente planeado desde el segundo en el que se cruzó a Paulo en su concentración para la Copa América. 

Por mi parte, yo decidí tomarme un descanso. Cancelé las giras, cancelé mi participación en el festival de Viña del Mar y trate de poner mi salud mental primero. Los conciertos y los viajes por todo el mundo habían comenzado a agobiarme, no tenía tiempo para mí y tampoco para mi familia.
Amaba la música, pero no quería ser una esclava de la misma. Para mí la música siempre fue libertad y no quería empezar a creer que era todo lo contrario. Así que preferí cambiar algunas cosas, componer en casa cuando algo se me venía a la mente y guardarlo para cuando estuviera lista para volver a retomar todo.

~

El timbre de la casa sonó y tuve que salir de esa nube de pensamientos para ir a atender. Me encantaba nuestra casa pero en estos momentos odiaba que sea tan grande, tenía que caminar demasiado para ir hasta la entrada y a veces simplemente deseaba tener un mayordomo o algo así, como en las películas.

Al abrir la puerta me encontré con Lauren, una amiga de Patricia que es costurera y que me estaba ayudando con mi disfraz de Halloween. Estoy segura de que con la palabra "costurera" se imaginan a una señora de más de cincuenta años aproximadamente, pero no, era una chica que apenas pasaba los veinte años. Muy talentosa.

— ¡Hola! — la saludé estirandome para darle un beso en el cachete.

— Hola reina ¿Cómo te va? — dijo ella saludandome.

— Muy bien la verdad. Veni, pasa.

La dejé pasar a la casa y cerré la puerta atrás de nosotras. Caminamos hasta el living y la invite a sentarse en el sillón pero ella prefirió quedarse parada. Abrió la caja con la que había entrado y de la misma sacó un catsuit negro completamente de látex. Antes de que pudiera decir algo, Paulo apareció en el living con una pinta de dormido y se acercó a Lauren para saludarla.

— ¿Ese es el que vas a usar? — preguntó mirando mi disfraz, a lo que yo asentí sonriéndole.— Dudo mucho de que vayamos a cruzar esa puerta cuando te lo pongas.

— Bueno, no quería entender eso pero lo entendí. — dijo Lauren haciéndonos reír. — Volviendo a lo de los disfraces, vos Paulo no te salvas.

un millón como tú {paulo dybala}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora