Capítulo 1

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—¿En serio tengo que ir? ¿No puedo estudiar en casa?—insistió Anthony por enésima vez a su madre.

Ella solo lo miró con una expresión de "ya hablamos de esto" por el retrovisor de su lujoso auto.

—Ya hablamos de esto, Tony.—Se lo dijo—Tienes que vivir, eres joven tienes muchos años que disfrutar.

El castaño bufó.

—¿Qué años, madre?—preguntó mientras levantaba ambos brazos y miraba al techo del automóvil—Sabes que solo me quedan meses de vida, 22 meses para ser exactos.

María solo guardó silencio y concentró toda su atención en el camino mientras aguantaba cada lágrima que quería escapar de su interior. Su mundo se había desmoronado desde hace tres meses cuando se enteró que Tony, su bebé, tenía una enfermedad terminal. ¿Qué si tenía cura? No lo sabían, los médicos aún no la encontraban. Su esposo, Howard Stark, se encontraba en América del Sur junto a más de 300 científicos tratando de encontrar la cura para que su hijo volviera a ser completamente sano.

Tony, claro, solo le decía que era una pérdida de tiempo y que si en realidad lo amaba volviera para que disfrutara con él cada minuto de vida que le restaba. Howard se negaba rotundamente, no dejaría de luchar. Por eso la dejo a cargo de su hogar y la empresa. Ambos querían que su hijo menor volviera a ser el de siempre, por eso María lo cambió de escuela. A una donde nadie conocía su estatus social y mucho menos de la edad del chico, ya que en su anterior escuela todos lo miraban con cara de tristeza y Tony decía que eso lo hartaba. Y para evitar aquella expresión pedía cada día una institutriz, pero la rubia se negaba.

—Llegamos—anunció ella mientras detenía el vehículo, siendo completamente ignorada—¡Anthony!—le llamó.

Este se quitó los auriculares —que estaban a todo volumen— y levantó una ceja.

—Ya estamos aquí, bájate.

El castaño bufó nuevamente y procedió a abrir la puerta del vehículo de mala manera. Una vez abajo arregló su mochila en su hombro.

—Mira tu cabello, está todo despeinado—dijo la mujer mientras intentaba bajarle algunas mechas rebeldes, Tony movió su cabeza lejos de su mano.

María ignoró ese gesto y le hizo una seña para que la siguiera, con un mohín el castaño siguió sus pasos. La rubia entró a la Academia con su cabeza en alto y camino directamente hacia la oficina del director. Tony seguía con su cara de desinterés aún cuando el director —Nicholas Fury— le habló del área de ciencias de la escuela, que era su fuerte.

—Aquí tiene su horario, señor Stark—dijo el de tez más oscura mientras le tendía una carpeta roja—. Claro, también está el horario de las academias por si quiere tomar alguna y por supuesto la clave de su locker.

Tony solo murmuró un apenas audible "Gracias" e hizo un asentimiento de cabeza. María lo tomó como un progreso.

—Bien, ya está por acabar la tercera hora.—Anunció Fury—Puede ir en busca de su salón y locker, señor.

Stark volvió a agradecer y se despidió de su madre con un abrazo e hizo un asentimiento de cabeza a modo de despedida de su ahora director.

En cuanto salió de la oficina escuchó el timbre que daba a conocer la finalización de la tercera hora. Maldijo en voz baja, todos lo verían, por supuesto. Era el chico nuevo, a ese que lo transfieren a mitad de año.

No se equivocó en cuanto llegó al pasillo principal en busca de su locker todas las miradas, tanto hombres como mujeres, se posaron en él. Tomó aire como si esto le diera algún tipo de fuerza, ajustó su mochila, y se abrió paso por entre las miradas y susurros que decían "¿Quién es?" "Hay uno nuevo" "Creo que es guapo", etc.

Luego de dos minutos por fin encontró su locker, dejó ahí su almuerzo y su libro favorito. Cerró el aparato justo al tiempo que escuchaba un par de risas, no pudo evitar dirigir su mirada hacia el lugar de donde provenía.

Las risas venían de un grupo de chicos, algunos con chaquetas de lo que parecía algún equipo de deporte junto a sus —lo que Tony creía— novias.

Le llamó la atención el del centro: un rubio bastante fuerte, con una sonrisa hermosa y ojos azules que podían distinguirse a miles de kilómetros. Este tenía su brazo alrededor de los hombros de una chica rubia con lo que parecía un traje de baño en vez de un uniforme de porrista.

"Zorra a la vista"—pensó Tony, pero siguió observando a la pareja de esta.
Por un momento aquel chico se había convertido en su crush.

Pero ese instante terminó.

Terminó en el momento en el que desenvolvió el brazo alrededor de la chica y empujó a un chico alto —pelinegro— que pasaba por su lado, haciendo que cayera con todas sus cosas.

En ese momento le pareció el patán más grande del mundo, y un odio creció en él. Aumentó un poco cuando lo vió burlándose con el resto de sus amigos patiando los libros y cuadernos del chico.

En cuanto dejaron al chico en paz, corrió a ayudarlo a levantarse.

—¿Estás bien?—preguntó una vez que el pelinegro estuvo de pie.

Este pasó sus manos sobre su ropa negra para luego responder—Sí, gracias.

Tony volvió a agacharse para recoger las cosas del chico, se las tendió gentilmente.

—Son unos idiotas—le dijo al chico refiriéndose al grupo de gorilas con chaqueta deportiva.

—Dime algo que no sabemos todos—respondió acomodando su mochila—¿Eres nuevo, cierto? Nunca antes te había visto.

El castaño asintió para luego extender su mano y presentarse:—Soy Anthony Stark, pero todos me dicen Tony.

El pelinegro tendió su mano igualmente—Soy Loki Laufeyson, bienvenido a este infierno.

Ambos rieron. Tony le agradeció por su bienvenida. Luego acompaño a Loki donde su ubicaba su locker, en el camino compartieron una gran conversación y la siguieron en cuanto llegaron al destino. Fueron interrumpidos por el timbre.

Tony maldijo para luego sacar la carpeta roja —que Fury le había entregado— de su mochila.

—¿Sabes donde queda el salón 404? Tengo Física al parecer, y estoy perdido—dijo apenado.

—Claro—respondió Loki con entusiasmo—Tengo esa misma clase ahora, ven sígueme.

Tony aceptó gustoso y sonrió, por lo menos podría llegar a contarle a su madre que se hizo un amigo.

————
Aquí una nueva historia, espero que sea de su agrado. Hace tiempo que tenía ganas de escribir una historia que fuera con unos Steve y Tony más jóvenes.

Recuerden votar si quieren que continúe.

Besitos.

7 mesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora