Capítulo 20

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Si, admitía que se había pasado.

Pero todo era culpa de una sola cosa...

Sí, los celos.

La inseguridad al ver a aquel tipo cerca de su castaño lo invadió y poco a poco, lo cegó. Tanto así, que casi daña a su novio.

El karma hizo acto de presencia porque al instante en el que había visto a su Tony el timbre sonó y lo perdió de vista entre las cientos de personas que salían de su clase correspondiente. Aún así, siguió buscando, claro, después de ir a quitarse su traje de entrenamiento y darse una ducha corta.

Fue así como acabó en el árbol en el siempre solía estar Tony leyendo o resolviendo ejercicios acerca de Física. Tomó asiento entre sus grandes raíces y llevó sus manos a su cara en señal de frustración.

Maldito el día en el que apostó, todo era culpa de esa maldita apuesta. Sin ella jamás la seguridad lo hubiera invadido y estaría en este momento sentado en ese mismo árbol con su chico.

Y, dios, rogaba que su chico de ojos mieles nunca se enterara de eso.

Dios, era un monstruo. Con ese pensamiento se dirigió hacia su antiguo grupo de amigos, pero no estaban en el lugar de siempre, así que los alcanzaría en el almuerzo.

Siguiendo con su búsqueda, volvió a toparse con el idiota que le estaba coqueteando a su novio, solo para provocarlo, paso a su lado y golpeó tan fuerte su hombro que le hizo caer.

Dio una sonrisa de satisfacción y siguió caminando.

***

Hace tres horas que se ocultó en la enfermería. Peter estaba con él. La verdad no podía creer como Steve había sido capaz de eso, con esa acción solo llegó a una conclusión...

Steve sería el mismo idiota de siempre.

Su primo le daba ciertas caricias en su delgado brazo, que no le ayudaban mucho pero lo agradecía.

Sonrió de lado cuando Peter dijo una estupidez.

—Vamos, no estés triste. Él es un idiota sin cerebro ya que los esteroides que toma le mata las neuronas.

La pequeña sonrisa se convirtió en una sonora carcajada que se le contagió al rubio castaño.

—¿Tienes hambre? Como que se me está antojando un selladito.

Tony volvió a reír y asintió. Salieron del brazo hacia la cafetería, ya debía estar abierta. El desayuno siempre se servía a esa hora. Al llegar diviso a sus amigos en su mesa habitual, corrió hacia ellos no sin antes decirle a su primo lo que quería comer.

Tomó asiento en medio de Loki y Bruce, quien estaban ensimismados en un debate sobre física cuántica contra Natasha y Janet. Al parecer, las chicas llevaban una cierta ventaja. Eso fue hasta que llegó él y los dejó a los cuatro con la boca cerrada.

—Eso no se vale—protestó Natasha—, tú eres un experto en eso, ya tenías tu tesis desde hace mucho.

—Tiene razón, tú opinión queda descartada—dijo Janet.

Se llevó un mano a su pecho fingiendo que se le partía el corazón.

—¿Qué es lo que harás para tu cumpleaños, Tones?—preguntó Loki—, son tus dieciocho.

Tony se alzó de hombros.

—Pues nada, ese día ya se arruinó. Mi hermano vendrá a cenar.

Loki, quien era el único al tanto de la situación solo asintió mientras fruncía los labios. Luego miró a Tony.

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