Capítulo 8

585 71 4
                                    

Se llevó un poco de carne a su boca seguidamente de la ensalada que había preparado Jarvis con tanto esmero. Trataba de tener su boca lo más ocupada posible para que nadie le hiciera alguna pregunta, y por supuesto, menos Steve. Le incomodaba un poco el hecho que el chico había decido tomar asiento delante suyo. Y sus miradas, ay, sus miradas, eso si que le incomodaba.

¿Por qué sentía esto? él era su peor enemigo y un día viene, le habla bonito y él cae rendido a sus pies. Claro, jamás se lo demostraría, antes muerto.

Era extraño, nunca sintió algo tan rápido por alguien ni siquiera por Stephen, él había tardado aproximadamente seis meses en conquistarle y él rubio solo días. Pensó que era estúpido, quizás sus hormonas le estaban traicionando.

—¡Tony!—escuchó que le llamaban.

Levantó la vista y su ceja derecha.

—Sarah te hizo una pregunta.

Dejó el tenedor en la mesa y puso su total atención en la mujer, después de disculparse.

—¿A qué universidad irás?

—No iré a la universidad—respondió—. No creo que esté para ese momento.

—¡Tony!—le reprendieron sus padres.

Los invitados se miraron extrañados,
menos Steve, quien le miró interrogatorio. Descifró un "se supone que nadie tenía que saberlo".

Le ignoró.

—¿Por qué no estarás, Anthony? ¿Tienes algún viaje planeado?

Antes de que siquiera pudiera abrir la boca, Howard respondió por él.

—Sí, quiere recorrer Latinoamérica.

No le quedó de otra que fingir una sonrisa cuando el matrimonio le alabó por su idea y siguió devorando su cena. De un momento a otro, la conversación tomó rumbo a negocios lo cual comenzó a estresarle. Con una de sus sonrisas más encantadoras, se disculpó y retiró de la mesa.

Llevó su plato a la cocina, lo lanzó al lavaplatos llevándose una pequeña reprimenda por parte de Jarvis. Se disculpó y posteriormente se retiró no sin antes tomar una manzana.

Iba de vuelta a su taller, pero claro, antes debía cambiarse, a su madre de un infarto si ve que una prenda cara la quemó o manchó con aceite. Apresuró el paso al llegar al tercer nivel, donde estaba su habitación, pero antes de siquiera alcanzar la mitad del pasillo tuvo que detenerse.

Una punzada fuerte en su corazón se hizo presente además de la falta de aire.

Soltó la fruta y se llevó su mano al lado de izquierdo de su pecho, como si eso pudiera ayudarle de alguna manera. Tomó una gran bocanada de aire, trató de seguir caminando pero le fue inútil, cayó antes de que su pie tocara el suelo.

Intentó arrastrarse, pero parecía que su cuerpo se hubiera trabado.

Ya está, pensó, ahora solo tengo que desmayarme y que alguien me encuentre. Lo cual sería difícil, estaban cenando en el jardín, probablemente nadie le oyó.

Sintió la sangre escurrir por sus mejillas y una vez más intentó arrastrarse, pero de nuevo fue inútil.

Cuando ya no parecía haber salida, escuchó pasos cerca.

—¡Tony!

No podía ser, de nuevo no. De todo un personal en la casa y sus padres, ¿tenía que ser él quien le encontrara así?

No tenía escapatoria, así que ni siquiera protestó cuando el rubio lo levantó en sus brazos.

—¿Dónde está tu medicina?—su vista ya comenzaba a nublarse así que vagamente apuntó hacia la cual era su habitación.

7 mesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora