(Su aroma)

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Furia.

La furia me consume, me quema las venas y envuelve todos mis demás sentidos en una cortina de color rojo. La rabia ardía en mi interior. Desde antes de darme la vuelta sabía que algo estaba mal, la experiencia me había enseñado que un repentino escalofrió en mi espina dorsal indicaba que algo estaba mal, siempre significaba problemas. En el momento en que Deucalion se nos acercó a Stiles y a mí, mi lobo ya gruñía feroz dentro de mí; yo apenas me contuve de hacer lo mismo, mientras me preguntaba qué demonios quería ese lobo. Un desafío ni más ni menos, no fue tan inesperado como mis instintos de arremeter contra el enemigo que quería apartarme de mi compañero. Mi lobo exigía que le enseñara una lección con mis garras y mis dientes. Apenas fui capaz de controlarme, y solo el toque de Stiles me calmo lo suficiente para que comprendiera que el hombre mayor solo me estaba provocando.

Sin embargo eso no hacía que no quisiera matarlo por solo pensar en ponerme aprueba. Reaccione sin un solo pensamiento en mi cabeza, sentía como se avecinaba sobre mí una angustia oscura, furiosa y tormentosa. Este instinto, este sentimiento, era algo tan salvaje, desesperado y doloroso que no sabía cómo explicarlo. Antes de que si quisiera pudiera formular un pensamiento coherente y sin siquiera estar consiente de moverme realmente, di un paso adelante dispuesto a atacar, mi lobo se lanzó a la vanguardia y tomaba el control, gruñendo feroz; pero evitamos un completo desastre, solo gracias a la inteligencia de Stiles y su intervención.

Aun así solo podía ver rojo, por más que hubiera querido no podía apartarme del lado de Stiles en este momento, necesitaba mantener su olor cerca; era esencial hablar con mi hermana por lo que lo arrastre conmigo hasta ella al otro lado del claro. Lo que más me tenía conmocionado no era la rabia asesina que sentí, como hombre lobo conocía los deseos de la sangre, pero no estaba preparado para la angustia que se apodero de mí, por el solo pensamiento de que apartaran a Stiles de mi lado. Ese simple pensamiento me tenía más aterrado que cualquier otra cosa. Hablar con Laura no aliviaba ninguna de mis preocupaciones, pero antes de que pudiera controlarme por completo y calmarme, la Luna nos estaba llamando. La llamada de la Luna era para nosotros como el canto de las sirenas a los marineros perdidos, es algo hermoso e irresistible. Laura al ser el Alfa del territorio fue la primera en sentir la atracción y aullar a la luz de la Luna, después de un momento me uní a ella. Un repentino torrente de aullidos roncos y feroces tronaban por todo el claro.

El viento tenía un aroma terroso que envolvía todo mi cuerpo, en una brisa fresca, acelerándome y refrescándome. Mi lobo quería saltar, correr escapar de aquel confinamiento. Tenía en mi interior una reserva ilimitada de calor que emergía ahora a la superficie de mi piel, como si cada célula de mi cuerpo se estuviera expandiendo. Ganando fuerza a cada segundo, tenía el corazón desbocado y el cuerpo tenso. Hasta el último centímetro de mi piel sintió la oleada extática. Una fuerza que manaba a borbotones en mi interior y me enderezó la espalda, reagrupando todos mis huesos. Después de unos momentos la trasformación se hizo cargo.   

El lobo había tomado su forma animal, puedo sentir mis músculos ondulantes, el marco poderoso y mis grandes patas presionando la tierra suave debajo de mí. Mi hermoso pelaje oscuro protegiéndome del frío y camuflándome perfectamente con los bosques. El deseo de correr y aullar a la Luna era abrumador, nunca me sentía tan libre como cuando corría en mi forma de lobo en los bosques de la reserva. El territorio de mis ancestros, de mi familia; la complejidad de mi ser animal no permitía que las emociones me inundaran, solo era yo siendo uno con mi pasado pero sin el dolor que me carcomía tras el incendio.

Solo corriendo en mi forma de lobo había experimentado este placer vibrante, era algo salvaje y divino al mismo tiempo...

Me encantaba correr, era algo que me calmaba el alma, me fascinaba recorrer grandes distancias, sentir el fuerte viento en la cara, el cual borraba absolutamente todo de mi mente. Todo excepto la sensación de libertad que sentía cada vez que despegaba los pies del suelo. Era mi manera de evadir al mundo que me rodeaba. Podía correr durante horas, mientras los demás dormían; me gustaba disfrutar de la tranquilidad de la noche, era mi momento favorito del día; disfrutaba la sensación de soledad perderse, era el único lugar donde podía ser yo mismo, donde podía extrañar a los míos sin sentirme culpable por su muerte.

Rituales de Apareamiento & SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora