(Baile de la Luna Nueva)

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Me mire al espejo durante mucho tiempo, me veía bien; quiero decir mi corbata no estaba torcida o chueca, el traje me quedaba bien y mis zapatos eran adecuadamente brillantes pero todas las noches despertando en medio de horribles pesadillas o dulces sueños inalcanzables me estaban pasando factura, además estos días me sentía más cansado de lo normal y tenía muchísima más hambre, entre una cosa y otra no me sentía yo mismo. Después de un minuto me resigne a que no iba lograr verme mejor, así que resoplando salí de mi habitación y baje las escaleras. –Oye, ahí estas. –saluda mi padre mirando hacia arriba cuando asomo mi cara en la sala de estar, donde mi papá estaba viendo un partido de beisbol. Su rostro se rompe en una sonrisa tonta cuando me mira. –Bonita corbata. ¿Dónde lo conseguiste? –se burla jocosamente de mí, apenas puede aguantarse la risa.

-Muy gracioso papá. –le recrimino con un puchero, pues sabe bien que tome la corbata prestada de su armario para el evento en cuestión. –Caray, me siento como un niño. –digo molesto con los hombros caídos, estos últimos días mis emociones han estado por todas partes y odio estar comportándome como una adolescente enamorada. Porque no lo soy. ¡Soy un chico, por el amor de dios! No sé qué me está pasando. Mi padre me miro atentamente por un minuto antes de levantarse de su lugar y acercarse a mí. –Te ves bien. –me asegura poniendo sus manos sobre mis hombros. Pero no le creo y mantengo mi mirada fija en mis zapatos. –Oye, mírame. –me pide en voz baja y yo levanto mis ojos de mala gana. –Eres un joven brillante, asombroso y extraordinario, y debes tener confianza en ti mismo; porque cualquier persona, hombre lobo o no, sería afortunada de tenerte. ¿OK? –me anima mi padre con una sonrisa sincera.

Apenas logro asentir y mantener la cabeza en alto, pero le agradezco a mi padre con un fuerte abrazo. –Sí, uhm... no te pongas todo blando conmigo. –le advierto a modo de juego pues todavía me encuentro en el refugio de los brazos de mi padre. Mi papá se separa de mí mirándome con una sonrisa henchida de orgullo. –No, no lo hare. –dice el Sheriff Stilinski con voz aguada y ojos rojos. –Yo solo, Dios, desearía que tu madre estuviera aquí para verte. –dice amorosamente, porque es mi papá y me quiere; pero pensar en mi madre presenciando toda esta locura me hace sentir culpable, aunque me encantaría poder hablar con ella.

-Ella habría elegido una corbata mejor, eso es seguro. –digo para tratar de aligerar el ambiente, repentinamente cargado de muchas emociones por parte de ambos. Ambos nos reímos y mi padre me da una palmada en la espalda justo cuando suena el timbre de la puerta. Me pregunto porque mi padre me dio esta charla mientras él va a abrir la puerta, y me pregunto si mi enamoramiento por Derek será tan transparente, y casi me alegro de no tener oportunidad de preguntárselo. Porque Derek está parado en la puerta con un traje gris, una camisa blanca y una corbata a juego plateada con negro... se ve hermoso. Le sonrió nerviosamente, contento de que no estemos usando los mismos colores.

-Hola. ¡Hola!–decimos los dos al mismo tiempo vergonzosamente. Nos salvamos de tener que mantener una conversación más que incomoda, cuando mi papá aparece detrás de mí nuevamente y mira al hombre lobo frente a él tan severamente que por un momento Derek parece asustado. –Lo quiero en casa a la medianoche. –ordena con voz autoritaria y seria, estoy a punto de protestar pero soy interrumpido. –Sí, señor. –acepta Derek de buena gana. El Sheriff Stilinski asiente con satisfacción. –Ustedes dos niños, se divierten. –dice alentadoramente mientras me empuja por la puerta y la cierra detrás de mí.

Derek parece querer decir algo pero después de un momento decide no hacerlo, se gira y se dirige hacia su auto sin otra palabra, con los hombros caídos. Suspiro dramáticamente y lo sigo, sé que ambos estamos molestos y enojados; y decidir quién tiene la razón de los dos sería un debate interminable, pero en este momento realmente no me importa, sino podemos reconciliarnos será una noche muy larga. Cuando llego al Camaro Cora está sentada en el asiento trasero del auto. –Oye, Cora. Te ves genial. –la saludo alegremente subiéndome al asiento del copiloto. –Gracias, tú igual. –dice ella tímidamente metiendo un mechón de su cabello detrás de su oreja. Puedo sentir la intensa mirada de Derek fija en mí, pero cuando me volteo a verlo está metiendo la marcha y poniéndose en camino al baile.

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⏰ Última actualización: Jul 15, 2019 ⏰

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