Capítulo 2

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Kamila.

— ¡Mi amor! — gritó Freddy detrás de mí. Uno de los pocos amigos que he hecho aquí.

— ¿Qué se te antoja, cabello menstruado? — pregunto fastidiada.

— No me gusta que me llames así — dice haciendo un puchero. Me recuerda tanto a Zack. Como los extraño.

— ¿Quién te manda a nacer con el cabello rojo sangre? — interviene Andrea.

— Bueno, ya. Dejen de joderme ¿Vale? — pide haciéndonos reír —. Como que quieren que las parta y las llene de chicha — solté una estruendosa carcajada.

— ¡Ay, Dios Santo! Zack, sal de ese cuerpo — digo y vuelvo a reír, ganándome una mirada confusa por parte de los chicos.

— ¿Quién coño es Zack? — pregunta la morena frunciendo el entrecejo.

— Eso no importa — contesto corriendo la mirada rápidamente para que no noten mi nostalgia.

— Bueno — dijo el pelirrojo no muy convencido —. ¿Nos vamos ya?. Quiero salir de prisión — menciona impaciente y yo solo me fui de allí con ellos persiguiéndome.

Cuando llegué a casa, Kira corrió hacia mí y me saltó encima. Con una gran sonrisa, la cargué y caminé hasta la cocina, donde me encontré a la abuela preparando algo. Al percatarse de que yo estaba allí, me miró y sonrió.

— ¿Cómo te fue hoy?.

— Bien.

Marilyn preparaba galletas. Metió la bandeja al horno y se giró a verme.

— Hablé con Marta hoy — dijo y yo bajé la mirada —. Dice que te extraña mucho, y que vendrá a visitarnos pronto.

— ... Yo también la extraño, y bastante — menciono y siento como mis ojos se van cristalizando.

— Sé que no estás tan mal por ella. Hablan todos los días — dice y se acerca a mí, pone su mano sobre mi hombro y me hace una leve caricia con el pulgar —. Lo extrañas ¿No es así? — pregunta refiriéndose al castaño y una lágrima traicionera se resbala por mi mejilla, junto con otras más.

— Sí — susurro con un hilo de voz. La oigo suspirar y levantó mi mentón.

Ella seca mis lágrimas y me sonríe reconfortante. Se separa de mí y saca las galletas del horno. Busca un plato, las coloca en él y sirve unos vasos de leche. Nos sentamos a la mesa y ella habla.

— ¿Sabes? Mi madre fue una Krístal Suprema — menciona y yo la miró a los ojos sin poder creerlo —. Cuando yo era bebé... Ella se suicidó. Al principio no entendía porqué, hasta que comencé a tratar de buscar la respuesta con las visiones. Y descubrí la razón — dijo y dió un trago de leche —. No fue la mejor decisión, pero fue la más segura para ese entonces — contó y yo me metí una galleta a la boca para ocultar mi nerviosismo.

— ¿Crees que mi decisión... fue la correcta?.

— Sí... Por ahora.

— ¿A qué te refieres con "Por ahora"? — pregunto alarmada.

— Ellos piensan que estás metros bajo tierra, y por "ellos" me refiero a la manada, y el dato ya debió pasar a los cazadores — dice y bebo un trago largo de leche —. Al tú no estar, a los cazadores les faltaría una energía, y no tendría ningún sentido que capturaran a las que existen. No sería suficiente. Y no pueden usar la de alguna otra generación, no sería compatible y no obtendrían la Optus Suprema — explica —. Pero si te encuentran totalmente sola, correrías un gran peligro — menciona y trago grueso.

Krístals: El fin de la maldición [A.C. II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora