Capítulo 9

543 79 6
                                    

La perra sucia de Alicia en multimedia.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Kamila.

Me encontraba bailando con "Zorro". Estaba disfrutándolo al máximo. Él no baila nada mal. De pronto, sentí que se puso algo rígido mientras bailamos, yo le sonreí abiertamente para que se relajara. El chico me apretó un poco la cintura, como si pensase que saldría corriendo. Al tenerlo allí tan cerca, pude sentir lo tensos que estaban los músculos de sus brazos y lo grandes que estos eran.

Él me miraba tan fijamente, que no pude evitar sentir un cosquilleo por toda mi columna vertebral. Su mirada era penetrante e inexpresiva, pero seguí bailando como si no estuviese pasando nada, a pesar de lo extraña que me parecía la situación. Cuando la canción acabó, él me soltó lentamente y yo retrocedí un paso. No sé cómo, ni de dónde provino esa luz, pero le alumbró toda la cara, y lo detallé de inmediato.

No sé qué es peor: el haberme topado con él o que él sepa quién soy yo.

Como alma que se lleva el diablo, salí corriendo de allí, mezclándome entre la gente. Me metí al pasillo de los baños y me camuflé con una pared. No respiré de lo nerviosa que estaba.

¡Joder! ¿Podría otra cosa salir mal?. Y la respuesta era un rotundo sí. Alex se adentró a paso apresurado al pasillo. Miró a todos lados y por último entró al baño de mujeres, luego salió y se dejó caer en la pared frente a mí. Sus ojos estaban totalmente vidriosos y mi corazón se retorció, causándome un dolor insoportable. Me mordí el labio inferior para no soltar un jadeo. De un momento a otro, el oji miel fue rodeado por su usual esplendor azul eléctrico y desapareció. Me despegué de la pared y volví a la normalidad.

— Trevor, sácame de aquí, por favor — susurré con la voz entrecortada y una lágrima traicionera resbaló por mi mejilla.

— Como ordene, amo — dijo el soldado con su típica voz fría y muerta.

De la nada, sentí mucho frío, y una especie neblina color negro comenzó a rodearme, transformándose en un remolino que giraba sin parar. Yo cerré los ojos para no marearme. Cuando todo dejó de dar vueltas, abrí mis ojos lentamente, y me topé con la sorpresa de que nos encontrábamos sobre el tejado de alguna fábrica, o algo parecido. La única luz que reinaba era la de la luna.

— ¿Se encuentra bien, señorita Suprema? — preguntó el soldado de fuego.

— ¡No! — estallé —. Me encontré con Alex en la discoteca. ¡Interactúe con él y todo! ¡Y se dió cuenta primero de mi identidad! — grité frustrada. Creo que es la primera vez que estoy tan enfadada.

— Amo...

— Si no fuera por estos malditos poderes krístal, yo estaría ahora mismo en Greenland durmiendo abrazada al castaño. ¡Si no fuera por estos malditos poderes krístal, yo no tendría por qué alejarme de las personas que amo! ¡Si no fuera por los malditos poderes del krístal supremo, ningún ser viviente peligraría! ¡Por culpa de mi maldita alma, mi vida es una mierda!.

Grité como nunca había gritado, dejando que la frustración saliera; pero al gritar, lo único que conseguía era aumentar mi rabia en vez de disminuirla. Todo comenzó a temblar a mi alrededor y veía como algunos ladrillos que allí se encontraban levitaban apenas. Yo también levité. Estaba tan cegada por la furia que nada parecía importarme, mi conciencia había decidido desaparecer.

Y de la nada, grité. Pero no un gritó común, fue un grito aturdidor y extremadamente agudo. Nunca había gritado de esa forma. Escuché a mi alrededor, una serie de "cracks" como si un centenar de cosas se hubiesen roto. El gritó duró alrededor de quince segundos. Luego caí al suelo, y rompí a llorar.

Krístals: El fin de la maldición [A.C. II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora