Alex.
Desperté de muy buen humor. Hoy pensaba salir a algún lado con Kamila. ¿Qué tenía planeado? Nada. Nada de nada. ¿Está bien eso? Para como es mi princesa, sí. Ella es tan simple a veces. Talvez la lleve a ver fuegos artificiales en Rusia, pero primero debo saber si tiene algo que hacer hoy. No le arruinaré sus planes.
Impaciente, tomé una ducha corta y me vestí con rapidez. Ya quiero verla.
¿Qué no la vez todos los días? ¡Déjala ser!.
Cállate — le espeté juguetón.
Bajé las escaleras al trote y me encontré a todos en el comedor, pero ella no estaba. Me senté junto a Finn —quien me dió un beso en la mejilla y puse los ojos en blanco, haciéndolo reír— y chequé la hora en mi celular.
7:37am. A esta hora ella ya está aquí.
— ¿Y Kamila? — pregunté en general, Alicia me sonrió con hipocresía. Más perra no pudo nacer.
— Salió muy temprano hoy — habló con voz aterciopelada. Sentí la bilis en mi garganta —. ¿Por qué? ¿No te lo dijo?.
— Malparida — mascullé. Es un alivio que nadie me haya oído, aunque por la mirada divertida de Finn...
— Considero, Pattirson, que eso no te incumbe.
Sonreí para mis adentros. Becky me cae bien. Muy bien.
— Ya, chicos. No discutan — nos reprochó Tom. La platino fulminó a Becks con la mirada, quien la ignoró olímpicamente —. Que tengan un buen día.
El mayor se levantó de la mesa, le dió un beso en los labios a su esposa y salió de la casa, dejando a sus espaldas un ambiente tan tensó como la corriente. Temo dar un sorbo a mi jugo y electrocutarme.
Acababa de llegar junto a la azabache a la universidad. Nos despedimos y nos dirigimos a nuestras respectivas facultades. Sigo dándole vueltas en mi cabeza a lo de Kamila, ¿Por qué no nos esperó? Además, tengo el presentimiento de que oculta algo. Ayer cuando le deseé las buenas noches se mostró demasiado indiferente y... Normal. Ella no es normal, ni indiferente. Es la chica más extraña que conozco —en todos los sentidos existentes—.
Algo se trae entre manos.
Llegué a mi clase y me senté en los asientos de en medio. Clarisse entró y me percaté de que llevaba puesto un collarín. Se veía tan perra que quise burlarme de ella, pero me contuve; no creo que eso sea buena idea. Clarisse es capaz de todo.
Ella se acercó contoneando sus caderas exageradamente y se sentó en el asiento de en frente. Me dio una de esas miradas sexys e inocentes que la caracterizaban. ¿Dónde está la papelera? Necesito vomitar.
— Mira como me dejó tu noviecita — siseó —. ¿Me cambias por un monstruo? — chilló. Ya me terminó de cabrear.
— No sé de qué hablas. Ante mí está la única monstruosidad que conozco.
— Deja de bromear, Espinoza.
— No estoy bromeando, Steeman — contesté sincero y con notable furia en mi voz.
— Alex — habló en un tono triste —, mi amor —. ¡Aaagh! ¡Que alguien me traiga una bolsa que vomitaré en cualquier momento! —. No me puedes hacer...
— Ay, mejor vete a la mierda — le interrumpí —. Ya tú no tienes nada que ver conmigo. ¡Entiéndelo!... Kamila hizo bien en golpearte, en serio. Te lo mereces.
Ella me miró con asombro y se quedó estupefacta. ¡Já! Que gracia me da esto.
— Pe... Pero...
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Krístals: El fin de la maldición [A.C. II]
Ficção CientíficaA veces pensamos que nuestra misera existencia es destrucción, y probablemente sea cierto. Te quedas y dañas. Te vas y hieres. Pero, ¿Qué pasaría si hubiera una manera en la que dejaras de serlo? ¿Serias feliz? ¿Los demás serian felices? O ¿Te detru...