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 Cuando Kim se levantó al día siguiente, ya sabía qué era lo que iba a hacer.

No había dormido en toda la noche y de todas formas, habían regresado a casa a las tres de la mañana.

Lisa prácticamente no había hablado desde que se había enterado de lo que había ocurrido. Andrea había llamado de madrugada y durante un muy largo rato, se habían dedicado a preguntarse qué demonios podía haberle ocurrido a Marc para hacer algo así.

Sigilosamente, Kim entró en la habitación de Simon y, de inmediato, lo zarandeó con violencia para despertarlo.

—¿Es tan difícil para ti entender el concepto “dormido”? —Se quejó el chico cuando por fin se despertó.

—Pasas veinte horas al día durmiendo y las cinco restantes gritándome que baje la música.

Él se quedó mirándola durante unos momentos y al parecer, terminó de despertarse al descubrir que para Kim, un día tenía veinticinco horas.

Finalmente soltó una especie de carcajada y se colocó las gafas. Serían rarezas de rockeros, o rarezas de su hermana.

—Espero que no se te de igual de bien hacer planes que hacer cuentas.

Kim se quedó parada, mirándolo sarcásticamente.

—No tenemos mucho tiempo. Necesito que hablemos con Rhiannon para esto, si quiero que Marc pueda salir del calabozo, tengo que sacarle una confesión a Frank.

—¿Y cómo estás segura de que ha sido Frank? Sabemos que Kelsey sí ha tenido algo que ver, pero no tenemos manera de saber qué ocurrió realmente —Simon tragó grueso—. Y además… ¿Podría ser peligroso para Rhiannon?

—¿Peligroso? Imagino que eso a Rhiannon no le importa… es más, el único inconveniente podría ser…

—¿Qué no quiera entregar a su hermano a la policía?

Parecía que Simon le había leído la mente, eso era lo único que preocupaba a Kim. No podía obligar a Rhiannon a ayudarlos si con eso perjudicaba a su propia familia.

—Tienes que hablar con ella —rogó Kim—. Y si se niega… tendré que intentar cazar a Kelsey de otra forma.

—¿En cuatro días?

—En cuatro días —sentenció la joven.

Durante unos segundos se hizo el silencio, la mirada suplicante de Kim era imposible de ignorar por parte de Simon y, a pesar de que él creía que si seguía con eso se metería en problemas, no tuvo otra opción que apoyarla. Sabía cuánto quería a Marc y, aunque no le había dicho qué había ocurrido la noche anterior cuando había podido hablar con él, se imaginaba que no era nada bueno.

—La llamo ahora. Le diré que venga —terminó cediendo.

Una sonrisa iluminó el rostro de Kim, que sentía que iba contra reloj. Necesitaba hablar con Marc una última vez y pedirle perdón por lo que había sucedido. Y también quería que todos lo vieran como era: inocente.
Se arrepentía de haber dudado de él, pero esperaba poder arreglarlo sacándole de allí.

***

La voz de Rhiannon sonaba algo cansada, y realmente lo estaba después de haber repetido cinco veces seguidas el plan para que Kim se asegurase de que lo conocía perfectamente.

—Sí, sí, lo sé, Kim. No hace falta que me lo repitas —dijo Rhiannon, agarrando el teléfono con fuerza.

—¿Estás segura? —Volvió a murmurar Kim, que no estaba lejos de la casa de Rhiannon—. De esto depende todo.

Noche de Fuego. (DISPONIBLE EN PAPEL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora