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Cada voto y cada comentario cuentan :)   

La casa de Kelsey era grande, tanto que podría haberse considerado una mansión.
Había pertenecido a su familia desde hacía doscientos años y desde pequeña había vivido ahí, colmada de toda clase de caprichos insustanciales y consentimientos ilimitados.

Colgó el teléfono mientras en sus brillantes labios se formó una sonrisa de satisfacción. Acababa de hablar con Suzanne, cuya abuela había presenciado hacía un par de días una gran pelea en la librería Mason.

Al parecer, Marc y… la gótica esa, cómo se llamara, se habían puesto a gritarse por un estúpido libro y ella había estado a punto de explotar.

Nada podía alegrar más a Kelsey que saber que ella lo estaba pasando mal. Kelsey también sabía lo que era que Marc te ignorara; había sido así los primeros días en los que se habían conocido, pero como era obvio, no había tardado mucho en darse cuenta de lo fascinante que era Kelsey y en todo lo que se perdía al no estar con ella.

O al menos eso era lo que ella se repetía cada noche.

Al final la había incluso besado, ¡eso era muy importante! Sólo habían hecho falta un par de lagrimillas lastimeras y un poco de teatro, pero sabía que lo acabaría consiguiendo.
¡Era obvio que ellos tenían que estar juntos! Para algo ella no era la típica niña pija que solía reinar en el instituto, ella tenía carácter y pasión, virtudes de las que las otras carecían.

¿Qué tenía la otra aparte de ratas y murciélagos en su cuarto? No, no debía pensar en ella, sólo conseguía amargarse pero era obvio que estaba intentando algo con Marc. ¿Acaso era la única que se había dado cuenta de las miradas que le dirigía la noche del lago?

Con un mohín constante en sus labios pintados de rosa, Kelsey se acercó a la ventana y vio el coche de su padre acercarse a la casa, después de trabajar.
Sonrió con malicia, si todo salía como ella estaba planeando, las cosas serían muy buenas para ella.

Lo mejor sería ir a hacerle una visita a la chica y luego ya podría hablar con Marc tranquilamente, porque era seguro que Kim (o Rim, o Lim) no era el tipo de chica que a él pudiera gustarle.

No era como ella, por supuesto.

Un poco más animada, salió de su cuarto y se dirigió a la puerta, donde su padre ya estaba entrando.

Sí, las cosas saldrían muy bien.

Con una falsa sonrisa abrazó a su padre, que aún tenía puesto el uniforme de policía. El de jefe de policía.

                                                                        ***
La cena consistía esa noche en patatas fritas y hamburguesas en el sofá, frente al televisor, porque, por supuesto, era noche de fútbol.
Las noches de fútbol americano nunca habían sido las favoritas de Kim y por suerte, tampoco eran las de Rhiannon, así que ambas hablaban en voz baja, intentando no interrumpir el partido para la familia.

A menudo Simon dirigía alguna mirada furtiva hacia Rhiannon y Kim había visto cómo ese día, incluso habían podido mantener una charla mientras preparaban la cena.

Lisa dio un salto en el sofá ante un pase muy arriesgado entre dos jugadores y luego se relajó de nuevo en su asiento.

Kim y ella habían conversado hacía un rato, cuando Lisa había vuelto de la librería de Coolidge, y la mujer se había sorprendido gratamente cuando su hija le había comunicado que Marc y ella habían decidido intentar llevarse bien.

Noche de Fuego. (DISPONIBLE EN PAPEL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora