El motivo

Sexto día: Reencuentro

Si el clima fuera un cuchillo, ya estaría muerto, no es que hiciera frío en ese pueblo algo lejano, era simplemente que el aire era tan diferente, parecía ahogarlo, estaba tan nervioso que sentía un gran mareo, le sudaban las manos y todavía no comenzaba a buscarlo...

Se hospedaron en un pequeño hotel, había gente pero no demasiada y de alguna manera podía identificarse rápidamente quien vivía ahí, y quien como ellos eran turistas, parecían tener escrito en la frente 'desconocidos', sobresalían del resto, dos hombres maduros y atractivos, por las calles de un poblado que se conocía bien, atraía bastante Isogai con esa sonrisa pícara que de vez en cuando le guiñaba el ojo a alguna señora curiosa o amable que se cruzaba en su camino, en cambio Souichi resaltaba por su misterio, de alguna manera se veía triste, cosa que llamaba la atención, la gente pasaba preguntándose entre ellos que le pasaría al pobre joven, aún así su atractivo no pasaba desapercibido, provocando aún más curiosidad por saber que harían dos hombres tan bien parecidos por esos lugares, era claro, buscaban algo. Ambos caminaban por la calles, Isogai como un completo turista, tomando fotos y comprando comida u otras cosas, sonriendo si parar sin parar de coquetear, y Souichi el verdaderamente se lo tomaba en serio, inmediatamente llegando marcó para saber la dirección de Morinaga pero la información le fue negada, cosa rara, la otra vez cuando la solicito no hubo mayor problema, pero no se detendría, hablaría con Morinaga así fuera lo último que hiciera, sin importar nada, pero existía una incógnita ¿hablar?¿Qué diría?

Morinaga salió temprano, tratando de comprar un pasaje de boleto que jamás creyo necesitar, no lo consiguió, lo único que obtuvo fue la promesa de una llamada en casa de un cambió en los horarios, estaba desesperado, en la noche durmió bastante bien, estaba tranquilo, pero al despertar sintió la angustia de no estar con su amado Souichi, quería verlo, hablar con el, saber que no lo buscaba por culpa, que no era culpa, utilizo su última arma, decidió hablar con su padre mientras su madre se maquillaba como siempre a esa hora, su padre sentado en el sillón tomando un café con el periódico entre las manos

-¿Padre?

-¿Que pasa hijo?
Pregunto sin mirarlo, con la vista fija en él.

-¿Podrías prestarme el auto?

-¿Para que lo necesitas?

-Pensaba volver a casa

-¿Esta no es tu casa?

Morinaga evitó la pregunta
-En realidad, necesito aclarar algunas cosas con, bueno... con el chico que pensaba traerles

-Debe ser importante

-¿Cómo lo sabe?

-Pides un auto de la nada, para irte así, sin más y olvidas por completo que no sabes conducir hijo

La última frase lo hizo ver, era verdad, no sabia conducir, no podría ir por el, y ahí se volvió a perder

-Igual deberías llamarle y decirle que irás pronto

-Mi celular no sirve

-¿Que esperas para comprar otro?, anda puedo darte si necesitas

-No puedo hacerlo, yo... Nisiquiera recuerdo su número

Morinaga comenzó a llorar un poco al recordar como su madre rompió junto a su celular sus esperanzas

-Ya veo... Disculpá

-¿De que hablas padre?

-Olvídalo, si el chico sabe donde estas te buscará

-El no sabe, no quiso saber

-Estoy seguro que es un joven listo, estará bien, si le importa vendrá

-Es que... No quiero descubrir que no le importó