Prólogo

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Taehyung era un chico feliz. Se levantaba con una sonrisa, se iba a la cama con una sonrisa. Su risa se podía escuchar a kilómetros a cada hora del día. Él realmente pensaba que su vida era una maravilla. Era feliz junto con la persona que más amaba. Hoseok tenía ese poder de hacerle el chico más feliz de todos lo que hubieran pisado la faz de la tierra. Así se sentía Taehyung. Todo le iba a flor de piel.

Le costó mucho abrirse a la sociedad, a su familia, a la escuela. Le costó mucho juntarse con gente, era alguien que tomaban por raro. Hasta el tercer año de secundaria. Que Hoseok se decidió a hablarle. Y pronto se hicieron mejores amigos.

Pasó el tiempo. Y Taehyung comenzó a asustarse, ya que cuando estaba cerca de su mejor amigo, no podía controlar sus acelerados latidos de corazón. Y eso le preocupó. Pues él debía gustar de las chicas. Era un adolescente, debería estar buscando alguna chica bonita. Pero en vez de eso, solamente buscaba con desesperación que los ojos de su mejor amigo, le vieran únicamente a él. Y así fue como pasó. Hoseok acabó sintiendo los mismos latidos acelerados que sentía Taehyung, y acabaron juntando sus corazones, que el ritmo de sus latidos producían una dulce y preciosa melodía.

Mientras tanto, en otro lado de Seúl, Jungkook miraba el techo de su habitación cada noche. Con lágrimas en los ojos. Le dolía todo lo que estaba ocurriendo. Le dolía no poder sentir la felicidad que sentía hacía unos meses. Y era irremediable. No tenía arreglo que su padre hubiera forzado a su madre a irse de casa. No sabía nada de ella. No respondía sus mensajes y llamadas. No le mandaba cartas como solía hacer cuando se iba de viaje. Era consciente de que, cuando vio a su padre tirando la maleta de su madre fuera de casa, quizás hubiera sido la última vez que la vería. Y le había dolido verla irse así. Con lágrimas en los ojos. Prefería haber tenido como última imagen de ella, su sonrisa. Pero no fue así, y jamás se perdonaría su cobardía, el no haber salido y detener a su madre. Por eso, ya era irremediable.

Después estaba la persona que dormía a su lado, inconsciente de sus lágrimas nocturnas. Jimin siempre dormía plácidamente. Mantenía distancia con su pareja, no le abrazaba, no le daba un beso de buenas noches. No, él no hacía eso. Pero así estaba bien. Porque Jungkook sabía que Jimin le amaba. Ya, pero... ¿Y él?

Cielo estrellado ~ VKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora