Epílogo

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La gente fue abandonado el cementerio dejando a Steve a solas con el arrullo de las voces alejándose. La mirada clavada en la sencilla cruz de mármol y las manos en los bolsillos, susurrando una última despedida al primer y único amor que sin lugar a dudas podría asegurar hasta el final de sus días: Sarah Rogers. Ella ya no estaba, pero nada ni nadie iba a quitarle el recuerdo de ese cariño incondicional. Como tampoco olvidaría jamás las palabras que marcarían para siempre su carácter. 

Sonrió con nostalgia y regresó al hospital con su siempre leal bicicleta, agradeciendo la fresca brisa sobre el rostro que a cada pedaleada fue secándole las lágrimas. Cuando llegó a la habitación se encontró a los dos hombres descansando y aprovechó para dejar un suave beso en los labios de Bucky, retirándole un mechón de pelo de la frente.

—¿Cómo ha ido? — preguntó Sam abriendo los ojos desde la butaca del rincón. 

—Bien — susurró quitándose la chaqueta —. Ha venido mucha gente. Probablemente por eso el hospital está tan silencioso... — su madre fue una mujer muy querida en el trabajo, no solo por sus compañeros, también por los pacientes.

—A él le hubiera gustado ir — dijo señalando con la cabeza a Bucky.

—Lo sé — se quedó en silencio unos segundos observando su rostro sereno —. ¿Ha habido cambios?

—Sigue igual. El doctor ha venido esta mañana. Dice que solo debemos preocuparnos si no despierta en las próximas horas.

Steve soltó un ligero suspiro y besó aquella mano fría y algo áspera por tanto tiempo yendo en motocicleta. La operación había ido bien e hicieron transfusiones para restablecer toda la sangre que perdió en el suelo polvoriento de la fábrica, pero Bucky estuvo muerto alrededor de tres minutos durante el trayecto en ambulancia. Los médicos no sabían cómo afectaría la falta de oxígeno a su cerebro. O si despertaría. Pero todos tenían esperanza.

La puerta se abrió haciendo que ambos voltearan la cabeza para ver entrar a una despampanante enfermera empujando una silla de ruedas. Steve no pudo ocultar la sonrisa al ver a Sam erguirse de inmediato y pasarse las manos por su cabeza rasurada, como si realmente tuviera la intención de peinarse.

—Mierda, mala hierba nunca muere — bromeó Sam viendo a Clint sujetándose bien a la enfermera para levantarse de la silla —. Señorita, yo me alejaría de esas manos de pulpo. 

—¿Eso que noto es envidia? Te disparo ahora mismo si quieres — gruñó Barton dejándose caer en la cama con un pesado suspiro y una exagerada expresión de dolor. 

—Deja de hacerte el inválido, esta mañana te he visto ir al baño por tu propio pie. 

—Enfermera Romanoff, ¿no se ha terminado ya el horario de visitas?

—Cállate, Barton.

—Cállense los dos, hay pacientes que quieren descansar — dijo la pelirroja poniéndose firme.

Steve escuchó a Sam exclamar "es porque soy negro, ¿verdad?" antes de desconectar de su discusión y centrarse en el abrazo que le dio Natasha, el cual devolvió con gratitud. Nat había cuidado de él algunas temporadas, cuando sus problemas respiratorios eran más graves y su madre se negaba a dejarle solo en casa. Él y Nat apenas se llevaban tres años, así que la consideraba como una hermana mayor.

—Siento no haber podido ir al entierro de Sarah, estamos faltos de personal. 

—No te preocupes — sonrió separándose.

—¿Cómo estás, Steve? Sabes que si necesitas cualquier cosa me tienes para lo que sea.

—Estoy bien Tasha, gracias. Ahora que ha pasado el entierro podré descansar un poco.

Silence [Stucky UA] - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora