CAPÍTULO 10: La hija del Señor Feudal

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Había sucedido demasiadas cosas últimamente, muchas de las cuales aún no terminaba de asimilar. Tenten sentía que estaba en un sueño y despertar no estaba en sus planes, al fin el poder demostrar cuanto amaba a su compañero de equipo se había convertido en una realidad, y el hecho de ser correspondida ni ella misma podía creérselo.

Estaba tan fascinada que había olvidado algunas de las cosas que ya había planeado, aunque por suerte no olvidó ir al hospital para ayudar a Sakura sino está le hubiera matado, literalmente.

Cuando vio al anbu que se habia convertido en su salvación ya un par de veces, caminando hacia el hospital en su búsqueda, sus ojos denotaron su sorpresa quedando paralizada frente a la ventana que daba hacia la calle.

- ¿Sucede algo?- le preguntó el Hyuga al notarla sorprendida.

La joven vaciló al contestar. - No... nada- dijo tartamudeando volviendo su mirada al muchacho como si nada pasara. Necesitaba hacer algo para que aquellos dos no se crucen si deseaba que la quinta guerra ninja no se armara dentro del hospital.

Cerró las cortinas poniéndose delante de ellas, como para evitar que alguien las abriera, llamando mucho más la atención de Neji quien lucía extrañado.

- ¿Segura que no sucede nada?

- Ya te dije que no pasa nada- tragó saliba muy nerviosa - En seguida vuelvo...- continuó saliendo despavorida de la habitación.

Después de dejar al Hyuga completamente desconcertado y de haber salido corriendo del hospital, se quedó parada justo a la entrada, donde decidió esperar a Seiji quien estaba a unos cuantos metros.
No quería que lo que acababa de empezar con Neji se viera perjudicado con la presencia de Seiji, no porque el anbu sea desagradable, todo lo contrario, Seiji era una gran persona y lo había demostrado muchas veces, sólo que prefería mantener cierta distancia con él mientras Neji estuviera cerca, por el bien de ambos.

- ¡Hola Tenten! - gritó el anbu a unos cuantos metros de donde la muchacha se encontraba, luciendo feliz y entusiasmado.

- Hola Seiji... ¿Cómo estas?- dijo apenas lo tuvo en frente - Espero que bien, fue un gusto verte hoy. Nos vemos en otra ocasión ¿Si? Adiós. - terminó rápidamente y dio media vuelta dejándolo a él igual de desconcertado como al Hyuga.

- ¡Tenten, espera!- la detuvo confundido - Pensé que... como es mi último día libre podríamos almorzar juntos hoy...

- ¿Que? Pero...- bajó la mirada.

- Esta bien... no te preocupes. Tal vez tienes algo más importante que hacer...- la miró con decepción. - Lo podemos dejar para otra ocasión.

No contestó, lo cual fue suficiente para que el anbu comprendiera que la muchacha no tenía ánimos de salir con él. Se dio media vuelta y se alejó, lo que provocó en Tenten una especie de desazón y culpabilidad.

Se quedó mirándole mientras de alejaba sin percatarse quien estaba tras ella.

- Así que Yudaina te invitó a salir...

Tenten tembló al escucharlo y volteó.

- ¿Qué haces aquí? Se supone que debes de estar en la camilla..- regañó a su compañero de equipo.

- ¿Sabes que es lo que más me impresiona?- continuó el Hyuga ignorando las palabras de la castaña. - El hecho de que lo hallas rechazado por estar conmigo.

- ¿Y quién dice que lo rechacé por ti?

- Estas aceptando que lo rechazaste, eso me agrada.

- ¡Deja de decir tonterías Neji Hyuga!- bufó molesta adentrándose otra vez al hospital y dejándolo a él con las palabras en la boca, aunque satisfecho por estar un paso más adelante que el anbu.

El Hyuga llegó a la villa de su clan durante la madrugada, después de haber compartido momentos con Tenten luego de que ambos salieran juntos del hospital. Decidió llegar a esas horas y no durante la mañana con el propósito de que nadie notara su llegada ya que no había puesto sus pies en la mansión de los Hyuga desde que partió a su ultima misión. Esta vez le tocó a él ser quien se escabuye en la oscuridad tal y como lo hacía Naruto para ver a su prima.
Caminó haciendo el menor ruido posible, pero ni con su tan habilidosa marcha silenciosa pudo protegerlo de la sombra imponente de su tío en medio de la oscuridad.

- Se supone que a esta hora todos debemos estar durmiendo

Neji se detuvo en seco, quedándose congelado al oír a su tío.

- Hiashi-sama yo...

- Me dijeron que llegaste ayer por la noche - Hiashi se acercó a su sobrino hasta quedar frente a frente - Hinata hizo una cena maravillosa para ti y todos estuvimos esperándote...- se quedó mirando como en el rostro del joven Hyuga se dibujaba fastidio e inconformidad y se adelantó a hablar - Ya se que eres adulto y no debo meterme en tus asuntos, pero...- miró a su sobrino con la ternura que un padre mira a su hijo - Neji... eres como mi hijo mayor y quiero que tu me veas como a un padre y a Hinata y Hanabi como tus hermanas, y quiero que comprendas que nos preocupamos por ti.
Neji bajó la mirada avergonzado reconociendo su falta.
- Lo siento Hiashi-sama... No volverá a ocurrir. - agregó con la cabeza gacha.
- Ve a dormir, debes de estar cansado
Neji obedeció haciendo una leve inclinación y se marchó.
Hiashi se quedó pensativo y taciturno, arrepentido de algunos de sus actos en contra de su sobrino, reconociendo que su relación con el no volvería a ser la misma.

Ya en la mañana siguiente , la joven castaña se levantó muy temprano a realizar las compras para su despensa, para así poder cocinar algo delicioso cuando Neji llegue a su casa.

Mientras tanto, en las afueras de Konoha, a pocos metros de la entrada, se aproximaba un grupo de personas sosteniendo un fino palanquin adornado de rubíes y esmeraldas, delante iban dos soldados con sus armaduras y atrás un par de doncellas muy bien vestidas. Al llegar ya a la entrada uno de los soldados se acercó a los ninjas de turno.

- Dele aviso a su Hokage, ya está aquí.

En medio de los portones, un anbu de cabellos castaños apareció y se adelantó a los ninjas.

- Así que ya está aquí...- dijo quitándose la máscara y evocando una gran sonrisa, de esas que caracterizaba la personalidad de Seiji Yudaiana - Bienvenidos sean todos.- caminó hacia el palanquin, siendo detenido bruscamente por uno de los soldados.

- Detente Musashi - ordenó sutilmente una voz suave dentro del palanquin. La persona dentro del aparato abrió una de las cortinas dejando ver su rostro, era una muchacha esbelta, de ojos grandes y azulados, piel blanca como la nieve y pómulos rosados como las flores de cerezo, su cabello muy negro y largo con unos flequillos que colgaban de su frente, era muy hermosa, tanto que Seiji se quedó estupefacto al verla.
El anbu tragó saliba para buscar las palabras adecuadas pero no las encontraba, había quedado maravillado por tanta belleza y elegancia.

- Tu debes de ser quien será mi anfitrión durante mi estancia en Konoha ¿cierto?

- Ha-hai - al fin soltó al anbu - Bienvenida mi Lady, Aiko-sama.

Los ninjas guardianes de la entrada quedaron asombrados al escuchar aquel nombre, y uno se apresuró a ordenarle al otro.

- Manda a avisar al Hokage que Aiko-sama ya está aquí, la hija del Señor Feudal del País del Fuego ya llegó a Konoha.

Sin Darme Cuenta (NEJIxTENTEN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora