CAPITULO 7

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Tan pronto como se despertó, Derek fue consciente del cambio que se había producido en su vida. Mike había desaparecido y Stiles estaba de vuelta. Los dos hechos equilibraban extrañamente sus emociones. Sentía dolor por Mike, mezclado con la alegría que le producía tener de nuevo con él a Stiles, aunque sólo fuera por poco tiempo. Se puso unos vaqueros y una camisa a cuadros. El olor a café le llegó cuando se
estaba poniendo las zapatillas de deporte. Stiles estaba abajo, haciendo café. Lo había echado mucho de menos. Más de lo que estaba dispuesto a admitir. Raramente se permitía pensar en esa cálida tarde de verano, cuando el se acercó a él y le dijo que lo quería. Él sabía que sólo eran cosas de niño. Por eso, lo mandó a paseo y trató de olvidarlo. Pero, de vez en cuando, lo recordaba, recordaba lo suave que era su boca y lo a gusto que había estado abrazado a el.
Ese día lo recordó voluntariamente por primera vez, con todo detalle, tal como había sido ese verano en que Stiles cumplió los dieciocho. Uno de los veranos más cálidos que recordaba.

Derek se había quedado mirando el aparato de aire acondicionado desmontado sin saber muy bien qué hacer. Tenía que haber alguna razón para que no funcionara, pero no era capaz de encontrarla. No era que le sorprendiera, sabía que no había sido nunca un genio de la mecánica. Se sentó en una silla y tomó una lata de cerveza de la mesa. El fresco líquido le
dio una sensación de alivio temporal. Pero en el momento en que se le terminó, el calor volvió a hacer notar su presencia. Estaban a finales de agosto y en Los Ángeles se estaban batiendo todos los récords de temperatura. Era de lo que todo el mundo hablaba.
Los actos delictivos subían con el mercurio de los termómetros. El calor siempre volvía más violenta a la gente. Llevaba trabajando ocho días seguidos, patrullando por las calles. Era su primer día libre y el aire acondicionado había decidido fallar entonces precisamente. Dio otro trago a la cerveza y se quedó mirando al aparato. Cuando sonó el timbre de la puerta, fue una distracción bienvenida. Se levantó
y se pasó una mano por su pecho desnudo. Hacía demasiado calor par ir vestido. Atravesó la pequeña habitación. Tal vez fuera un amigo que fuera a buscarlo para jugar un partido de baloncesto. Si no le quedaba más remedio que sudar, por lo menos le vendría bien divertirse mientras lo hacía.
Stiles, dijo cuando lo vio en la puerta. En ese momento, quiso haberse puesto una camisa, ya que lo único que llevaba en ese momento era unos viejos vaqueros cortados .Hola le dijo el inseguro ¿He venido en mal momento? No, en absoluto. Lo que pasa es que se me ha estropeado el
aire acondicionado. Esto es un horno. Eso sin tener en cuenta que no he limpiado desde hace semanas.
Stiles entró y él cerró la puerta. Llevaba una fresca camisa de color blanca sin mangas. Derek apartó la mirada, avergonzado de que el pulso se le acelerara de esa manera al ver su piel desnuda. Tuvo que decirse a sí mismo que ese era Stiles. -¿Quieres un refresco? ¿Un vaso de leche? El lo miró, levantando una ceja. ¿Leche? Ya tengo dieciocho años, Derek. Soy ya un poco mayor para que me
ofrezcas leche. Lo siento le dijo él, sonriendo. Supongo que se me suele olvidar. ¿Qué tal una Coca Cola? -Bueno. Él se dirigió al frigorífico, agradecido por poder hacer algo. -Aquí tienes. Por lo menos el frigorífico aún funciona. El tomó la lata y levantó la cabeza para darle un trago. Derek siguió con la mirada los movimientos que hacía su garganta al tragar. Desde el cuello, había un viaje inevitable hasta el comienzo de sus pechos, escasamente cubiertos por la camiseta veraniega. Apartó la mirada y se quedó mirando al aparato de aire acondicionado. Debía de ser el calor.
Tomó su cerveza, terminándosela de un trago antes de volver a mirar a los ojos de Stiles. El lo miró. Esos ojos cafes parecían estarle mirando directamente al alma. Como siempre, su belleza le impresionaba. Su piel era tan pálida, su cabello tan castaño y esos ojos... Un hombre podía perderse en esos ojos. -¿Así que te vas a la universidad? Te marchas la semana que viene, ¿no? -Eso parece -le dijo el, mirando la lata que tenía en la mano. -¿Eso parece? No me digas que te lo has pensado mejor. Yo creía que realmente estabas decidido a hacerlo. El lo miró y luego volvió a bajar la mirada. -No me quiero ir. Quiero quedarme aquí, contigo. Derek se cortó un dedo con la tapa de una nueva lata de cerveza. Casi no se dio
cuenta del dolor. Permanecieron en silencio por un rato, sólo se oía el ruido del tráfico en la calle. Luego Derek se rió incómodo. Me imagino que tiene que ser comprensible que estés un poco nervioso.
Quiero decir, que va a ser un gran cambio. Dormir en una habitación común no va a ser lo mismo que vivir en casa de Mike, pero estarás de vuelta en casa para las vacaciones del verano que viene. Eso será antes de que te des cuenta. La universidad es una gran experiencia... -Te quiero, Derek. Esa sola frase lo cortó en seco. El levantó la mirada y se encontró con la suya de una forma que hizo que a él se le parara el corazón antes de que se pusiera a latir aceleradamente. Derek apartó la mirada. -Por supuesto que me quieres. Yo también a ti, quiero decir que hemos pasado por muchas cosas juntos. Es algo natural... Se detuvo cuando el apoyó las manos en su pecho. Sólo había dado un pequeño paso, pero había atravesado una barrera que él nunca había admitido que existiera. Se le cayó la cerveza de la mano y ni siquiera se dio cuenta de ello. derek. Te quiero. No como un niño pequeño. Esto es algo más, más
profundo. El apartó de la frente un mechón de cabello y se dio cuenta de que le temblaba un poco la mano. -. Sólo tienes dieciocho años. Puede que eso te parezca mucho ahora, pero
no lo es. -Bésame, Derek. Bésame y dime si puedes que tú no me quieres a mí. El estaba muy cerca. Podía oler su perfume, suave y cálido, como su piel. No se dio cuenta de que la estaba tocando hasta que vio su propia mano acariciándole el hombro.
-Stiles esto es una locura. -La única locura será que no me beses. Su boca parecía tan suave, tan cálida. Casi no se daba cuenta de lo que estaba
haciendo cuando se inclinó sobre el. El lo encontró a medio camino, poniéndose de puntillas y apoyándose en su pecho desnudo. Él lo besó para demostrarle lo equivocado que estaba. Sólo era para probar algo. Nada más.
Pero, de alguna manera, con la sensación de la boca de el bajo la suya, pareció no ser capaz de recordarlo. Un sonido gutural se le escapó de la garganta. Con una mano le sujetó la barbilla y le colocó la otra en la cintura, apretándolo contra su cuerpo. Las manos de el se enterraron en el negro cabello de la base de su cuello.
Él levantó la cabeza unos pocos centímetros, luchando por recuperar algo de su control, pero el abrió los ojos y lo miró directamente. Ese control era algo muy frágil y no podía soportar la visión del deseo... el amor que se veía en esos ojos cafes.
-¡Oh, Dios mío! Esas palabras fueron casi una plegaria, amortiguadas contra la boca de el mientras sus brazos se apretaban contra ese cuerpo hasta que no cupo entre ellos ni una sombra No podía decir la cantidad de tiempo que permanecieron así, sin darse cuenta de nada más, excepto de ellos mismos. Cuando se dio cuenta de que lo estaba llevando al sofá, Derek recuperó el sentido. Lo apartó y lo miró a los ojos. Nunca antes había deseado tanto algo como ignorar la voz de la conciencia. Lo deseaba como nunca antes había deseado a alguien en su vida. Pero había algo más que eso.
Lo amaba. Y porque lo amaba, no podía ir más lejos. Era Stiles no alguien que hubiera conocido en un bar. Se merecía más. Mucho más. Más que revolcarse en un sofá viejo. Más que una tarde de pasión en un agobiante apartamento. Más que él. Él nunca, nunca podría ser lo que el necesitaba. -¿Derek? La voz de Stiles revelaba su deseo. Él necesitó de toda su fuerza de voluntad para
soltarlo y darle la espalda, luchando por recuperar el control. El le puso entonces una mano en el hombro.
-No lo hagas -dijo él secamente y sin tratar de disimularlo-. Esto es una locura. Está mal. -¿Cómo puede estar mal estar enamorado de ti?
-No sabes de lo que estás hablando. No estás enamorado de mí. Eres joven.
Estás enamorado con la idea de estarlo. No te gusta ir a la universidad y estás buscando una excusa para no ir. -Pareces muy seguro de lo que siento. -Es evidente. Nos hemos dejado llevar por el calor. El calor hace hacer locuras a las personas. No puedes hacerte una idea de lo que aumenta la delincuencia en una ola de calor. Ya verás, cuando estés en la universidad, conocerás a un montón de chicos guapos y yo te voy a parecer un vejete en comparación. El lo miró a los ojos y él estuvo a punto de cambiar de opinión cuando vio sus
lágrimas, pero no lo hizo. Era lo mejor que podía hacer por el .Estás equivocado, Derek .Mucho. Una sola lágrima resbaló por su mejilla y Derek sintió como si se le quemara el
alma. Se la enjugó con un dedo y luego le acarició la mejilla. -Esto es lo mejor, Stiles. Puede que ahora me odies por ello, pero algún día lo
comprenderás. El cerró los ojos y respiró fuertemente antes de volver a mirarlo. -Yo nunca podría odiarte. No importa lo que me hagas, no podría odiarte. Y eres tú el que no comprende. Él lo miró a los ojos, luchando contra la incómoda sensación de que tenía razón
y contra la necesidad que sentía de volver a abrazarlo, de hacerlo suyo para siempre. Bajó la mano de su rostro y el se volvió bruscamente.
Cuando llegó a la puerta,Stiles se dio la vuelta. -Siento haberme comportado como una tonto. Se había marchado ya antes de que él pudiera decir nada. se quedó mirando a la puerta durante un largo rato,
tratando de encontrar respuestas a unas preguntas que ni siquiera podía formularse. Había hecho lo mejor. No le quedaba la menor duda de ello. No importaba cuáles fueran sus sentimientos, él no era la persona adecuada para Stiles. Además, era sólo algo temporal. No estaba en realidad enamorado de el. No era posible.
Se inclinó lentamente y tomó la lata de cerveza que se le había caído antes. Sí, definitivamente, había hecho lo correcto. Pero, si era lo correcto, ¿por qué se sentía tan mal? El bote de cerveza le explotó encima cuando lo abrió como si fuera una respuesta. Derek se obligó a volver al presente. El aroma del café estaba todavía en el aire, pero él casi podía oler el calor de esa tarde de agosto. Nunca habían vuelto a hablar de eso. Por un largo tiempo, él la había estado evitando, pero cuando volvieron a verse no hubo nada en el comportamiento de Stiles que le hiciera ver que hubiera pensado siquiera en todo eso. Mientras bajaba las escaleras, se recordó a sí mismo que nada había cambiado en realidad. Era cierto que Stiles ya no era la adolescente de hacía seis años. Pero eso era lo único distinto. El se seguía mereciendo a alguien que pudiera darle mucho más de lo que él podía ofrecerle.
La cocina estaba iluminada por la luz del sol que se colaba por la ventana.
Vestido con unos vaqueros y una camisa amarilla,Stiles parecía algo etéreo. Se volvió cuando entró Derek y sonrió un poco amargamente. Tenía los ojos rojos de llorar o de cansancio.
-Buenos días. Espero que aún te gusten las tostadas a la francesa. He
encontrado un poco de pan, unos huevos y poco más. -Eso estará bien. -Creo que debería hacer algunas compras hoy, algo de comida. Vas a quedarte aquí, ¿verdad? Por lo menos un tiempo. -Claro. No hay nada en mi apartamento que no pueda sobrevivir una temporada sin mi presencia. -Me alegro. Realmente no me apetece quedarme solo aquí. -Ya sé a lo que te refieres. Derek se apartó un poco de la mesa cuando ella le puso delante un par de apetitosas tostadas a la francesa. -Esto tiene un aspecto maravilloso. ¿Te enseñaron a cocinar en Inglaterra? Yo
creía que lo único que comían por allí era verduras hervidas y carne chamuscada. Stiles sonrió. -Es falso. Realmente allí se puede comer muy bien si se sabe dónde buscar. A
lo único a lo que me costó acostumbrarme fue a suplicar que me pusieran hielo en las bebidas.
-Si era eso lo único que no llevabas bien, no debió de estar tan mal. -No. Ha sido una buena experiencia. Realmente aprendí mucho y me lo pasé muy bien. El le dio un trago a su café y tomó algunas notas en la lista de la compra que tenía al lado del plato. -¿Quieres que te traiga del mercado algo en particular? -Compra lo que quieras. Yo no he estado de muy buen humor como para ir de compras o comer desde... bueno, durante los últimos días. Por unos momentos, casi se las habían arreglado para olvidar lo que había pasado. Derek se puso a juguetear con su comida; se le había terminado el apetito. Miró a Stiles. Había bajado la mirada y estaba como muy entretenido viendo los movimientos que hacía el café en su taza mientras la agitaba con las manos. Tenía la boca firmemente cerrada, como si fuera la única forma de prevenir que le temblaran los labios.
Era un bocazas. Pero ya era demasiado tarde para arreglarlo. Había habido un corto instante en que se las habían arreglado para simular que no tenían ninguna razón trágica para estar allí. Derek se levantó y tiró lo que quedaba de su desayuno en la basura.
-Gracias, estaba todo muy rico. -Me alegro de que te gustara. Él no mencionó el hecho de que él apenas le había dado un par de mordiscos
a las tostadas. Lo que ambos necesitaban ahora era la ilusión de que la vida seguía su curso normal.
El día pasó, sin parecer que fuera realidad. Nadie pasó por allí; el teléfono no sonó. Vivían cerca de una de las mayores ciudades del país, pero la sensación de aislamiento les duró el día entero. A pesar de los millones de personas que los rodeaban, estaban solos, apartados por su dolor compartido.
Derek estuvo trabajando en el garaje, limpiando cosas que no era necesario
limpiar, arreglando lo que no era necesario que arreglara. Stiles se puso a limpiar la casa y pasarle la aspiradora. Lo hacían para mantenerse ocupados, para no pensar. De vez en cuando, hablaban de naderías, pero la mayor parte del tiempo se evitaron, como evitaban sus propios pensamientos. Comieron en un silencio casi absoluto. La tarde transcurrió más o menos de la misma forma.
A cada sitio que mirara, Derek recordaba la pérdida. La casa estaba llena de recuerdos, todos ellos dolorosos en ese momento. Si no hubiera sido por Stiles, no se habría quedado allí. No podía dejarlo solo Más tarde, el viento empezó a soplar, Derek agradeció entonces tener algo que hacer y se puso a cambiar de sitio las plantas, poniéndolas en lugares más resguardados.
Cuando se puso el sol, el viento pareció arreciar o, tal vez, fuera la oscuridad lo que hacía que pareciera sonar más fuertemente. Cenaron en silencio. El ruido del viento parecía enfatizar el silencio. Después de
cenar, Derek se ofreció a fregar los platos, pero Stiles insistió en hacerlo el. Derek empezó a pasear por el salón y luego puso la televisión. Se dejó caer en un sillón y se quedó mirando la pantalla sin verla. Podía oír a Stiles en la cocina. No tenía ni idea del tiempo que llevaba allí sentado cuando se dio cuenta del silencio. Hasta hacía poco, había podido oír el ruido ocasional que hacían los platos en el fregadero y que le indicaba que no estaba solo en casa.
Pero ahora sólo había silencio. Tal vez Stiles se hubiera preparado una taza de té.
El que no hiciera ruido no significaba que le pasara algo. Era una tontería sentirse tan incómodo sólo por unos momentos de silencio. En cualquier momento, oiría algo o el entraría para decirle que se iba a la cama. En cualquier momento. Pero no iba a esperar más. Se levantó y apagó la televisión, tratando de oír algo. Por un momento, todo lo que pudo oír fue el viento, pero también había otro sonido más suave.
El estaba llorando. Se acercó a la cocina, andando con cuidado. Tal vez no debiera entrometerse en
su dolor. Pero no podía dejarlo solo ahora. Estaba apoyado sobre la mesa; los hombros se le movían cada vez que sollozaba. Derek pensó que, tal vez, se hubiera cortado. Dio un par de pasos y se puso a su lado. Stiles ¿Te has hecho daño? Esa pregunta ansiosa hizo que el levantara la cabeza. Las lágrimas resbalaban por sus pálidas mejillas. Derek.
Stiles extendió las manos sin decir nada más. Él lo miró, buscando alguna señal de que se hubiera herido. No estaba herido, pero lo que tenía en las manos hizo que se le hiciera un nudo en la garganta. Lo que tenía era una pipa. No era nada especial, solo una simple pipa, con la boquilla un poco masticada. -La... encontré mientras
estaba... recogiendo los platos -le dijo entre sollozos. Derek la tomó en sus manos y recordó cómo Mike la mordía mientras hacía
crucigramas. Si cerraba los ojos, todavía podía oler ese tabaco. -Oh, Derek voy a echarlo mucho de menos. -Lo sé, Stiles, lo sé. Le pasó un brazo sobre los hombros, apretándolo y el se apoyó en él. Las lágrimas le mojaron la camisa. Sus sollozos le llegaban al corazón. Él dejó la pipa sobre la mesa y le pasó una mano por el cabello para consolarlo .Todo va a ir bien. Estoy aquí, Stiles estoy aquí. Al cabo de un rato, los sollozos cesaron. Cuando el se apartó, Derek lo soltó lentamente. Abrazarlo había sido una agonía exquisita, pero seguía sin querer apartarse de el. -Debo de parecer una tonto -dijo el, sorbiendo y enjugándose las lágrimas. Derek le pasó una caja de pañuelos de papel. -Estás precioso, como siempre. -Gracias. Siento haberme portado de esta forma. -Es lógico -le dijo él, apartándole un mechón de cabello de la frente. -Me prometí a mí mismo que iba a ser fuerte. -Llorar no te hace menos fuerte. -¿Tú has llorado? -Claro -contestó él sin dudarlo-. Como un niño.
Stiles se lo quedó mirando por un largo instante. -No lo creo. No creo que te hayas permitido llorar desde hace mucho tiempo no desde que te conozco. No lloraste cuando nos marchamos de casa ni durante todos esos meses desagradables.
Él se encogió de hombros. -Supongo que si hubiera sido un chico más sensible, las lágrimas me habrían
salido más fácilmente. Pero él recordaba una Navidad en que las lágrimas lo habían ayudado a aliviar
parte del dolor. -No son las lágrimas lo que hace que un hombre sea sensible. Derek apartó la mirada, temeroso de lo que el pudiera ver allí. No tenía que permitirse recordar lo que pasó esa tarde calurosa de un día de verano. Los recuerdos eran demasiados vividos. Estuvieron en silencio por un momento y luego él volvió a mirarlo. El volvió a tomar la pipa en sus manos. -Voy a echarlo muchos de menos. -Lo sé. Era un gran tipo. -¿Te has preguntado alguna vez dónde estaríamos si no hubiera sido por él? -Claro. Yo estaría en la cárcel y tú te habrías quedado solo en la calle. Los ojos se le volvieron a llenar de lágrimas a Stiles. -Duele, Derek. Duele mucho. -Lo sé. No llores más -le dijo él cogiéndolo instintivamente de la barbilla.
Una lágrima resbaló por su mejilla.-Lo siento. A Derek se le partía el corazón. Lo había estado protegiendo durante tanto tiempo, que le dolía no poder protegerlo también de ese dolor. -No llores más. Estoy aquí. Lo estaré siempre. Susurró esas palabras contra su mejilla mientras le daba un beso en esa lágrima solitaria. Le tocó el borde de la boca con los labios y fue como si el tiempo se paralizara. Durante un segundo interminable, ninguno de los dos se movió. Derek nunca supo quién se movió primero. ¿Fue el quien se giró o él? Pero no tenía importancia. Lo que importó fue que sus labios se encontraron y, de repente, en el mundo no hubo nada más que ellos. Casi había logrado convencerse de que su boca no era tan dulce como recordaba. La boca de Stiles se abrió bajo la suya como una flor respondiendo a una lluvia de primavera. El estaba tan bien entre sus brazos. El dolor había intensificado su necesidad. La muerte había entrado en sus vidas, dejando su rastro. Cada uno de ellos tenía la profunda necesidad de afirmar la vida, de aprovechar cada momento.
La lengua de Derek exploró la cálida suavidad de la boca de Stiles, y el le pasó los brazos por el cuello. La cordura volvió al cerebro de Derek y se apartó, mirándolo a los ojos. -Esto es una locura. Yo no debería de estar haciendo esto. -Sí, sí que debemos. El delicado énfasis que puso el en la frase, dejaba claro que esa vez era un
paso que estaba dando porque lo había querido de verdad. -Por favor, Derek está bien. Siente lo bien que está. Él no se movió, tratando desesperadamente de encontrar las razones por la que estaba mal. Ese era Stiles. El no tenía derecho a desearlo de esa manera. No tenía derecho a tocarlo. Pero era imposible pensar cuando sus dedos estaban ocupados desabrochándole la camisa.
Cerró los ojos y sus manos empezaron a tomarlo por los hombros, tratando de apartarlo. Tenía que detener aquello antes de que sucediera algo de lo que luego ambos se arrepentirían. Pero el había empezado ya a acariciarle el pecho. -Stiles -dijo él sin saber si ese nombre era una protesta o un ruego. Le apretó las manos en los hombros, pero no la apartó. -Está bien, Derek. Yo sé que está bien. Ámame. Por favor, ámame. Derek abrió los ojos, mirándolo a la cara. Estaba perdido. Y sabía que el lo sabía. Eso estaba mal. Sabía que lo estaba, pero no podía recordar por qué. -Es una locura. Pero esas palabras se ahogaron contra la boca de Stiles. El le pasó los brazos
por el cuello y él se inclinó para tomarlo en brazos. Lo llevó a su habitación y cerró luego la puerta. La habitación estaba en penumbra, iluminada sólo por la luz de la luna que se colaba por la ventana.
Bajó a Stiles cerca de la cama. Su cabello le cayó sobre las manos como una sedosa cascada castaña Recorrió luego su cuello con la boca, notando su acelerado pulso cuando llegó a la garganta. Llevaba ya mucho tiempo esperando eso. Le parecía que toda la vida. Stiles se apretó contra él, notando la dureza de su erección contra las caderas. Abrió mucho los ojos por un momento, con una expresión ilegible a la luz de la luna. Derek le metió una pierna entre las caderas, apretando hacia arriba insistentemente. Un suave quejido de escapó de la garganta de Stiles y apoyó la cabeza contra su brazo. La excitación le inundaba las venas, cálida y exigente. Había esperado
demasiado, demasiados años. Empezó a desabrocharle la camisa con impaciencia, hasta que decidió pasársela por la cabeza, maldiciendo esos pocos segundos que tenían que estar separados, dejando ala vista su torso. Lo levantó del suelo poniéndole un brazo bajo el trasero. Derek .
Stiles emitió un gemido de placer cuando él le acarició con la lengua uno de los pezones. Luego succionó ambos ansiosamente. A el le fallaron las rodillas y se habría caído al suelo si Derek no lo hubiera sujetado.
Él lo miró, y viendo su expresión, sintió un cierto orgullo masculino. Era él el causante de esa mirada de deseo. Entonces le llegó a él el turno de estremecerse cuando el terminó de desabrocharle los botones y le quitó la camisa, quedando así ambos desnudos hasta la cintura.
Stiles se puso de puntillas, le pasó los brazos por el cuello y lo miró a los ojos. El lo deseaba. Ese conocimiento lo inundó como una dulce bendición,
llenando los rincones más oscuros de su alma de una cálida luz. Lo deseaba de verdad. Por el momento dejó que ese conocimiento acallara la vocecilla que seguía diciéndole que eso estaba mal. Stiles lo deseaba y no quería saber nada más. Lo besó y su lengua se introdujo en el interior de su boca. El murmuró algo y le acarició el cabello, dándole la bienvenida a esa invasión. Respiraba aguadamente cuando él separó la boca. Luego, lo besó por el cuello, poniéndose de rodillas delante de el. Le metió la mano por la cintura de los pantalones, abarcándole el trasero sobre la fina tela de sus calsonsillos.
Stiles suspiró y se apoyó en sus hombros. Parecía como si fuera a caerse al suelo si no se agarraba. Los vaqueros cayeron al suelo y se abrazó a él cuando salió de ellos con las rodillas temblorosas. El se quedó arrodillado un momento más, con la cara firmemente apoyada contra su vientre.
Luego, Derek se levantó lentamente, y lo tumbó en la cama. Stiles quedó bajo él, vestido sólo con su ropa interior y por la luz de la luna. Era como si todos los sueños de Derek hubieran tomado cuerpo.
A él le temblaban las manos cuando se desabrochó los pantalones. El ruido de la cremallera destacó en la silenciosa habitación. Se quedó luego de pie, como siestuviera esperando algún tipo de juicio por parte de el. Podía notar la mirada fija en él, recorriéndole los anchos hombros, el velludo pecho, el plano estómago y las estrechas caderas. Su mirada se detuvo allí y él lo notó como si fuera un contacto. Hubo un momento como paralizado en que ninguno de los dos se movió, y luego, Stiles extendió los brazos. La cama crujió con su peso. El suave gemido de placer de el se ahogó en un beso. Sus cuerpos se juntaron, la suavidad y el poder. Luego, su ropa interior desapareció, dejándolo tan vulnerable como él... quizás más.
Él le recorrió todas las curvas con las manos y lo mismo hizo Stiles. Era una dulce tortura. Él querría que no terminara nunca. Luego los dedos de Derek fueron a su trasero notando su húmedo calor mientras lo preparaba y Stiles se estremeció. A su vez el acarició su sexo. Esta vez fue el turno de Derek para estremecerse. -Derek , ahora. Por favor, ahora.
Esas palabras lograron que él perdiera lo que le quedaba de control y lo hizo
colocarse debajo de su cuerpo, metiéndose luego entre sus piernas abiertas. Él apoyó su peso en los codos, hundiendo las manos en el cabello de el y mirándolo a la cara mientras se acercaba, encontrando su calor con la dureza de su cuerpo. El abrió los ojos y lo miró también. Parpadeó un momento y él se quedó quieto, mirándolo - Stiles. no era una pregunta, sino casi una protesta. No se equivocaba con la fina barrera que lo detenía ahora. El le apretó las manos en los hombros. -No te pares. Por favor, Derek. Yo lo quiero. Te quiero. No te pares ahora. -Como si pudiera hacerlo, cariño. Como si pudiera. Su boca volvió a cerrarse sobre la de el chico cuando sus caderas se adelantaron con
decisión. Notó el leve suspiro de incomodidad que dio el como si fuera suyo propio, pero terminó enseguida. Se quedó quieto, refrenando su necesidad, dándole al cuerpo de el tiempo para acostumbrarse al suyo. Luego, empezó a moverse, lentamente al principio y Stiles lo siguió. Derek pensó que iba a morirse de placer. El cuerpo de el se acoplaba tan perfectamente al suyo como si estuvieran hechos el uno para el otro. El placer fue en aumento. El se retorcía debajo de él, exigiendo cosas que no podía nombrar, sintiendo necesidades que no podía controlar. Y él respondió a esas necesidades, a esas exigencias. Se movían como dos partes de un todo... calor y fricción, luz y sombra. Cuando llegó la explosión, fue como algo que él no hubiera conocido antes. Stiles
se tensó, con el cuerpo lleno de placer y llamándolo por su nombre en un grito de culminación derramando su semilla en el pecho de los dos. Derek se estremeció entres sus brazos, hundiendo el rostro en la almohada mientras oleadas de sensaciones recorrían su cuerpo, dejándolo a la vez tan indefenso como un gatito y lleno de fuerza.
La vuelta a la tierra fue lenta y agradable. Stiles murmuró una protesta cuando él se apartó de el y se tumbó a un lado.-No te vayas. -No me voy a ir lejos, dijo mientras tomaba unos pañuelos del buro y limpiaba a los dos un poco y regreso a la cama . Él le pasó un brazo por debajo y la atrajo a su lado, haciendo que apoyara la cabeza en su hombro. Pasó un largo rato sin que ninguno de los dos hablara. No parecía haber
ninguna necesidad. En toda su vida Derek no se había sentido tan bien, tan completo. En un rincón apartado de su mente, sabía que aquello no podía durar. La realidad se entrometería más tarde o más temprano. Iba a tener que pensar en lo que estaba bien o mal, o en el futuro. Pero en esos momentos, no iba a pensar en nada de eso.
Acarició el hombro de Stiles maravillándose de la suavidad de su piel. -¿Estás bien? El se estiró y se frotó contra él como un gatito bien alimentado. -No he estado mejor en mi vida. -¿Por qué no me dijiste que era tu primera vez? Tú no me lo preguntaste ,le dijo el sonriendo. Mocoso -le dijo él bromeando-. ¿Por qué? -¿Por qué qué? -¿Por qué ahora y conmigo? El se quedó callado durante tanto tiempo, que él pensó que no iba a contestarle. -Ahora porque te necesito. Porque nos necesitamos el uno al otro. Quería
sentirme vivo de nuevo y quería estar cerca de ti. Y tenías que ser tú, Derek. No podía ser con nadie más.
Esas palabras cayeron como una lluvia tibia sobre su alma. Lo apretó contra su cuerpo, enterrando el rostro en su cabello. No era posible. El sabía que sus vidas tenían que seguir caminos distintos. Los sueños sólo se hacían realidad en los cuentos de hadas y eso era la vida real. Pero sólo por un poco tiempo, quiso imaginarse que ciertos sueños sí que podían hacerse realidad. Derek
-Calla -le dijo él antes de que pudiera decirle algo que destruyera el sueño.
Es tarde. Duérmete. El dudó por un momento y luego se relajó contra él. Al cabo de un rato, su respiración rítmica le dijo que ya estaba durmiendo. Derek no podía ver ningún reloj desde donde estaba, pero sabía que debía de ser tarde. Sacó el brazo de debajo de Stiles y se sentó en la cama. Las luces estaban todavía encendidas abajo y no se acordaba de si había apagado o no la televisión. No era que tuviera mucha importancia el que las luces o la televisión se quedaran encendidas toda la noche, pero de todas formas, no iba a poderse dormir todavía. Sólo tardó unos minutos en apagar las luces y asegurarse de que la puerta estaba bien cerrada. El viento todavía estaba golpeando la casa y Derek se quedó en la oscuridad, oyéndolo, antes de volver a la habitación. Stiles se movió cuando él volvió a la cama, acercándose a él como a un imán. Se acomodó contra su cuerpo como si estuviera hecho para estar ahí. Derek se quedó mirando el techo, escuchando al viento y preguntándose si habría conocido un momento parecido de paz suprema.

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