El acero del revólver brillaba. La luz le daba en el cañón haciéndola refulgir. Lo
único que Derek podía ver era esa arma y la mano que la sujetaba. No había más ruido que el de su propio corazón al latir. Tenía que hacerse con esa arma, pero le resultaba muy difícil moverse. El cañón se movió lentamente hasta apuntar a algo que estaba detrás de él. Se dio la vuelta lentamente para ver a dónde estaba apuntando. El corazón se le paró y luego volvió a latir.
Stiles Gritó su nombre, pero no se produjo ningún sonido. El lo estaba mirando con
los ojos brillantes y llenos de confianza. ¿Es que no veía el revólver? ¿No se daba cuenta del peligro? Luego, Derek pudo ver a Stiles y el arma a su lado. Pudo ver cómo el dedo apretaba el gatillo y él se arrojó desesperadamente hacia delante, tratando de protegerlo. Pero se movía como a cámara lenta. El ruido del disparo resonó en sus oídos, produciendo un eco como de un
tambor. Vio cómo la bala golpeaba el cuerpo de Stiles y cómo abría los ojos por el impacto. Él había prometido protegerlo, cuidar de el.
Stiles. Le dolió la garganta por la fuerza del grito, pero no pudo oír nada. Fue a
agarrarlo, pero sus dedos se cerraron en la nada. Se quedó horrorizado cuando el empezó a disolverse ante sus ojos, hasta que lo único que pudo verse de el chico fueron sus ojos acusadores.
Derek miró entonces al asesino. Por un momento, lo único que vio de él fue una
vaga silueta, entonces el asesino se adelantó y la luz le dio en la cara. Era como si Derek se estuviera mirando a un espejo. Era su propia mano la que sujetaba el arma, su propio dedo el que había apretado el gatillo.
Se despertó de golpe, sentándose en la cama y extendiendo una mano como si
aún quisiera agarrar a Stiles, antes de darse cuenta de que había sido un sueño. Tenía el cuerpo cubierto de sudor.
Sólo había sido un sueño. Respiró profundamente. Se repitió que sólo había
sido un sueño, pero eso no lo ayudó a que desaparecieran esa vividas imágenes. Stiles herido y muriéndose. Cerró los ojos, tratando de apartarlas. Luego, se levantó y se puso un batín. Sabía que no iba a poder seguir durmiendo. Se acercó a la ventana y corrió las cortinas para mirar al exterior. Todavía estaba
oscuro. No necesitaba un psicoanalista para interpretar el significado de ese dueño.
Llevaba ya mucho tiempo temiendo hacerle daño a Stiles, pero más desde hacía un par de semanas, desde la muerte de Mike.
Acarició la otra almohada que había en la cama, recordando cómo habían
destacado allí los hermosos cabellos de Stiles. El le había preguntado si él se había arrepentido de que hicieran el amor, y le había contestado que no. No era completamente una mentira. Nunca podría arrepentirse de algo que le había gustado tanto. De lo que tenía miedo era de que Stiles fuera a arrepentirse. Él no era para Derek.
Tal vez fuera eso lo que significaba su sueño... que, a través de él, el chico podría resultar
destruido.
Decidió entonces que, tal vez, tuviera pensamientos más alegres después de
una taza de café.
Cuando bajó media hora más tarde, ya estaba duchado y afeitado. Dudó abajo
de las escaleras. Había una luz en la cocina y le llegaba el olor a café. Afuera casi no
había luz aún.
Entró en silencio en la cocina, pero Stiles se volvió inmediatamente, como si notara su presencia, más que oírlo. Por un momento, él recordó su pesadilla, la imagen de el esfumándose. Frunció el ceño cuando trató de olvidarlo y la sonrisa de Stiles desapareció.
-Te oí levantarte y pensé que, tal vez, te gustara que te hiciera un poco de
compañía. Pero si prefieres estar solo, me voy.
-No, no te vayas. No era por nada tuyo. Estaba pensando en una cosa.
El sonrió aliviado.
-No parece que fuera nada agradable.
-No tenía importancia. ¿Qué haces levantado tan temprano?
-Me desperté y no pude volver a dormirme y, entonces, te oí a ti moverte por
la habitación. El café estará listo dentro de un momento.
-Huele muy bien.
Derek tomó una taza y la dejó sobre el aparador.
-¿Cómo has dormido? Derek recordó entonces la pesadilla, pero logró olvidarla.
-No muy mal, si no tenemos en cuenta que me he despertado casi una hora
antes de lo que debía. Luego se sirvió una taza de café y se la acercó a la nariz,
exclamando:
-Esto es el cielo.
Stiles sonrió y se sirvió una taza de café.
-Eso te sienta fatal. Lo sabes, ¿no?
-Eso es un falso rumor, difundido por las compañías de té. El café es uno de
los alimentos más importantes. En realidad, el cuerpo humano lo necesita para
sobrevivir. Además, garantizan que, con esto, te sale vello en el pecho.
Luego le dio un trago a su taza, exagerando la expresión de placer.
-Yo creo que ya tienes bastante vello en el pecho.
Ese leve comentario trajo un elemento nuevo a la conversación .Derek lo miró.
Tal vez fuera la casa, los efectos de la pesadilla o el hecho de que los dos iban a
trabajar ese día, el primero para él después de la muerte de Mike y Stiles en una guardería por horas, pero la cuestión era que, de repente, ya no le parecía tan
importante guardar las distancias entre ellos.
-¿Eso crees, eh?
Stiles apartó la mirada ante el brillo de la suya.
-Sí.
-Me alegro de que te guste.
-Me gusta. Definitivamente.
Levantó de nuevo la mirada y Derek sintió cómo el deseo fluía por sus venas.
¿Cómo era posible que en una mirada se combinaran tan bien la inocencia y la sensualidad?
-¿Te gusta tu nuevo trabajo? -le preguntó, cambiando de conversación.
-No está mal. Los niños son maravillosos. A veces te rompen el corazón y
otras son una pesadez. Los demás profesores me han ayudado mucho. Stiles siguió
hablando, pero Derek ya no lo oía. Estaba observando su boca, recordando lo que
sentía cuando lo besaba. Hasta que el se mordió los labios nerviosamente no se
dio cuenta de que había dejado de hablar.
Apartó de nuevo la mirada.
-Me alegro de que te hayas adaptado tan bien.
-Yo también. ¿Y tú? ¿Estás preparado para volver al trabajo?
-Sí. Pero me siento como si lo hubiera dejado hace meses, en vez de un par de
semanas.
-¿De verdad que te gusta ser policía?
-No se qué más podría hacer para vivir.
-Es bastante peligroso, ¿no?
Derek se dio cuenta por la forma en que ella evitó su mirada de que estaba
preocupado.
-A veces. Pero no es tan peligroso como en las películas. Yo no trabajo en el
centro de la ciudad. Y, de todas formas, puede que no sea mucho peor que trabajar
en la construcción.
-La gente no te dispara cuando eres albañil.
-Deberían hacerlo a los que lo hacen mal. Mira, a mí no me ha disparado nadie
todavía. Al contrario de lo que sale en la televisión, la mayoría de los policías se
retiran sin que nadie les haya disparado nunca. Es un trabajo que puede producir
tensión, pero es muy agradecido. Puede que cause muchas frustraciones, pero no hay
una sensación mejor que ver a un criminal fuera de la circulación o ayudar en una
disputa familiar, sin que nadie resulte herido. Eso es lo que nos hace continuar.
-Creo que es maravilloso que te guste tu trabajo, pero...
Dejó de hablar y miró el suelo.
-¿Pero qué?
-No puedo evitar pensar que me encantaría que a ti te gustara ser contable o
algo un poco más seguro. Lo siento.
-¿Sí? -le dijo él, apartándole un mechón de cabello del rostro-. No te
preocupes por mí. Se me da muy bien cuidar de mí mismo. ¿Te acuerdas?
-Me acuerdo -le contestó el, apoyando la mejilla en la palma de la mano de
Derek y semicerrando los ojos-. Nunca he olvidado la forma en que cuidaste de mí.
Pero sé que tú no eres invencible y no puedo evitar preocuparme.
Stiles echó la cabeza hacia atrás dejando expuesta la vulnerable línea de su
cuello. Derek tenía los dedos entrelazados con su cabello y le parecía imposible
apartarlos.
-¿Sabías que, estadísticamente, los contables tienen una esperanza de vida
menor que la media? Y que hay más de ellos en el psiquiatra que actores.
Lo rozó entonces con los labios antes de morderle cariñosamente el lóbulo de la
oreja. El chico gimió levemente y se apretó contra él. Derek dejó sobre el aparador su taza
y Stiles hizo lo mismo. Luego, le pasó las manos por la espalda, abrazándolo hasta que
sus bocas se encontraron.
El joven le pasó los brazos por el cuello y abrió los labios en respuesta a los de él.
Derek lo deseaba con tanta fuerza que hasta se olvidó de respirar. Stiles se estremeció
cuando lo cogió por la cintura y lo subió al aparador. Derek estaba entre sus rodillas abiertas. Stiles gimió cuando lo apretó contra su
erección. El mayor lo besó entonces en la garganta.
La pasión se escapó de todo control. Estaba ya tratando de desabrocharle los
botones de el pantalon cuando algo penetró en la niebla de deseo que lo había cegado.
No podía decir hasta dónde habría llegado si no hubiera oído el ruido de la
ducha arriba, recordándole que no estaban solos. Fue como un jarro de agua fría y,
entonces se dio cuenta de lo cerca que había estado de tomarlo allí mismo.
Apoyó la frente contra el hombro de Stiles, respirando agriadamente y tratando
de recuperar el control. Tardó un poco en poder levantar la cabeza. La mirada que
vio en el evitó la disculpa que iba a ofrecerle. No parecía horrorizado, sorprendido
u ofendido. Parecía tan contrariado como él mismo.
Derek se rió y agitó la cabeza cuando el chico lo miró interrogante. La ducha dejó de
sonar y él lo bajó del aparador. El chico siguió con sus manos sobre los hombros de Derek, como si no estuviera muy seguro de que fueran a sostenerlo las rodillas.
-Vamos a tener compañía muy pronto -dijo él.
-Vaya, hombre.
Derek no dejó que dijera más. Lo besó en los labios y luego se apartó de el. El
sonrió entonces, dándose cuenta de la razón por la que lo había hecho.
Una puerta se cerró arriba y pudieron oír luego los pasos de John en el salón.
Derek cogió su café y se tomó lo que quedaba de un trago.
-Será mejor que me marche ya o llegaré tarde.
Todavía tenía mucho tiempo para llegar a la comisaría, pero tenía la sensación
de que sería más seguro poner algo de distancia entre Stiles y él. Tenía que recordar
todas las buenas y lógicas razones por las cuales era mejor que se mantuviera
apartado de el. Saludó con la mano a John cuando éste entró en la cocina.
-Me voy. Ya nos veremos luego.
-Hasta luego.
John se acercó a la cocina para servirse un café. Derek se detuvo en la entrada
cuando se dio cuenta de que Stiles lo había seguido.
-Ten cuidado, ¿de acuerdo?
-Claro. Yo siempre tengo cuidado.
Derek miró por encima de la cabeza de Stiles y vio que John seguía dándole la
espalda a la puerta, proporcionándoles una intimidad momentánea. La boca de Stiles
era tan dulce, tan tentadora que no pudo resistirse a la tentación de darle un beso
rápido.
-Que tengas un buen día, Stiles.
Esas palabras decían demasiado poco cuando él quería decir tantas cosas. Sacó
el Corvette del garaje y se dirigió hacia Glendale, pesando más en lo que había
dejado atrás que en lo que lo esperaba.
El colegio para niños minusválidos estaba en una calle tranquila en Pasadena.
Derek aparcó debajo de uno de los árboles y salió. Hacía calor y ya no había
duda de que había llegado la primavera. Le abrió la puerta una mujer negra de unos
cincuenta años que le sonrió cuando preguntó por Stiles.
-Yo soy Mary Leigh. Tú debes de ser Derek. Stiles nos ha hablado mucho de ti.
Ahora les está contando un cuento a los niños. Si quieres entrar y esperarlo, no
tardará mucho.
-Gracias.
Derek siguió a la alta y elegante Mary hasta una sala decorada con colores
brillantes. Le señaló una puerta a la derecha y se llevó un dedo a la boca para
indicarle que mantuviera silencio. Luego se marchó
A Derek le pareció al principio que había un batallón de niños, pero luego se dio
cuenta de que eran sólo unos quince. Todos ellos parecían tener algún problema
físico. Luego miró a Stiles.
Estaba sentado en medio de la habitación, con un libro abierto en el regazo,
pero era evidente que les estaba contando el cuento de memoria. Los niños la
miraban como atrapados por la magia del cuento. El todavía no lo había visto y
Derek aprovechó la oportunidad para observarlo a conciencia. Le parecía que nunca
antes lo había visto tan hermoso. Estaba contando el cuento con el fervor de quien se
lo estaba creyendo de verdad, tanto que, cuando llegó el final feliz, parecía tan
aliviado como todos los demás.
Entonces todos empezaron a moverse. Stiles cerró el libro y se levantó. Se encontró observado por dieciséis pares de ojos. Sonrió
helado cuando vio a Derek. Los niños se volvieron para ver lo que le había llamado la
atención y Derek se movió
tímidamente.
-Derek
-Stiles
Los niños lo siguieron mirando fijamente y él les sonrió.
-Hola.
Stiles pareció reaccionar entonces.
-Niños, éste es Derek, es un amigo mío.
Entonces fue como si se rompiera el hielo y los niños empezaron a hablar con él
como si lo conocieran de toda la vida. Al poco rato, apareció por la puerta Mary
Leigh diciendo que era la hora de comer y los niños perdieron instantáneamente todo
su interés por él para marcharse corriendo a por la comida. Los que no podían ir tan
deprisa recibían la ayuda de sus compañeros. Derek los vio marcharse con un nudo
en la garganta.
-Son conmovedores ¿verdad?
Derek se dio la vuelta ante ese comentario de Stiles.
-Cosas como estas te hacen darte cuenta de la suerte que tienes, supongo.
Como la mayoría de la gente, no me daba cuenta de lo que es tener dos brazos y dos
piernas que funcionen.
-Son buenos chicos -le dijo el mientras recogía algunos juguetes y los metía
en unas cestas que había cerca de las paredes-. Me gusta trabajar con ellos.
-¿No es un poco deprimente? Me refiero a que se puede hacer tan poco por
ellos...
-No, Yo normalmente salgo de aquí con la sensación renovada de lo preciosa
que es la vida. Aceptan tan bien lo poco que les ha dado la vida... No es que no estén
frustrados por sus limitaciones, pero tratan de no sentirse inútiles con uñas y dientes.
El lo miró y se dio cuenta de que estaba viendo otra faceta de el. Se preguntó
si alguna vez dejaría de sorprenderlo.
-¿Por qué me miras así?
-Sólo estoy pensando que eres un chico increíble.
El castaño se ruborizó de placer.
-¿Y te das cuenta ahora?
-No, pero supongo que, a veces, se me olvida.
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JUNTOS PARA SIEMPRE { STEREK}
RomansaStiles Stilinski era lo más importante de su vida En el mismo instante en que fijó su mirada en aquel pálido y bonito niño, Derek Hale supo cuál era la razón de su vida: proteger a Stiles, Para ello, Derek tuvo que escaparse de su casa. Fue una...