once;

538 45 180
                                    

Ya estaba anocheciendo cuando le empezaron a picar las piernas y le tuvo que poner una excusa a Aitana para marcharse. Habían pasado una tarde muy divertida juntas, pero el efecto de la piedra ya había dado demasiado de sí.

Ese día, Rocío había hecho horas extra y Nerea sabía que llegaría cansada. Cuando la menor llegó a su casa, se la encontró dormida en su cama. Sin embargo, se acercó a ella.

-Ro... ¿Me dejas dormir contigo?

Se esperaba una respuesta negativa, o que se diera la vuelta y siguiera durmiendo. Sin embargo, Rocío no solo le hizo sitio en su cama para que entrara, sino que la cobijó entre las mantas y la atrajo hacia sí antes de seguir durmiendo. Nerea, conmovida, se abrazó al cuerpo de su hermana y se durmió bajo su protección.

A la mañana siguiente, fue Alba quien las despertó:

-Es domingo, vagas de mierda -dijo a modo de saludo entrando en su casa, a lo que las hermanas se sobresaltaron-. ¡Hagamos algo!

-Es domingo, sí -coincidió Rocío-. Haz algo: déjame dormir.

-¡Ya has dormido suficiente!

La sirena de melena rosada nadó hasta la cama y trató de destaparlas, pero Rocío fue más rápida: apenas Alba hubo levantado un extremo de la manta, Rocío agarró con firmeza el otro, y usó el otro brazo para coger el de su novia y hacerla caer en la misma cama, aplastando así un poco a Nerea. Sin embargo, Alba no se rindió ahí y empezó a hacerle cosquillas a las hermanas, que se retorcieron entre quejas. Nerea fue la única que contraatacó, por lo que ella y Alba se fundieron en una batalla de cosquillas y risas, solo interrumpida por las quejas de Rocío:

-¡Quiero dormir!

-¡Aburrida! -protestó Alba. Sin embargo, su hermana salió en su defensa:

-Ayer trabajó mucho, está muy cansada.

Sus ojos luchaban por mantenerse abiertos al decir aquello, pues ella había pasado casi todo el día anterior fuera y tampoco había apenas dormido. Sin embargo, Alba no pareció darse cuenta, y Nerea prefería distraerla a ella y que dejara a su hermana dormir, antes de que hiciera lo contrario. Después de todo, ya tendría ella esa noche para descansar.

-Bueno, entonces vámonos tú y yo a desayunar mientras esta marmota recupera sus dieciocho horas de sueño.

-Gracias. -La voz de Rocío llegó ahogada desde el otro lado de las mantas, con las que se había tapado la cara. Por su parte, Nerea le sonrió a Alba, contenta:

-Vale.

Las dos salieron de la casa en busca de un sitio para desayunar. Por el camino, Alba se interesó por su cuñada:

-¿Vas a ir a trabajar hoy?

-No, mañana. Tampoco voy a trabajar un domingo -rio. Alba se encogió de hombros.

-Como ya te quedaste tiempo extra el viernes...

-Sí, pero para cobrar un poco más. Ahora vuelvo al horario normal.

Se mantuvieron en silencio unos minutos. Después, Alba volvió a preguntar:

-¿Te vale la pena?

Nerea la miró.

-¿El qué?

-No sé. Trabajar cinco días a la semana, hacer horas extra... Para subir dos o tres veces a la semana y seguir trabajando allá arriba.

Dicho así, sonaba horrible, pero Nerea sabía que no había mala intención en sus palabras y tenía la respuesta clara:

-Sí, me vale la pena.

Where the ocean meets the sky | iFridgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora