dieciséis;

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Era la segunda vez que se despertaba como humana, y también la segunda vez que al hacerlo tenía a Aitana al lado; pero era la primera vez que lo hacía entre sus brazos.

Giró sobre sí misma con cuidado hasta toparse con la cara somnolienta de Aitana, que sonrió con ternura. Nerea la imitó. Sin decir nada, enredó los dedos en su flequillo despeinado y lo peinó hacia un lado. Aitana la observaba, divertida, sin borrar la sonrisa de sus labios. Nerea dejó entonces su flequillo y se dedicó a delinear su boca con el dedo índice.

Sabía que lo que hacía no tenía sentido más allá de remolonear y alargar el momento con ella. Supuso que también por esa razón Aitana no hacía ninguna pregunta, ni ningún intento por detenerla. No obstante, la rubia paró cuando la morena soltó la risita que llevaba conteniendo desde hacía rato. Entonces, la artista se tapó la boca con la mano y dijo con voz ronca:

-Buenos días.

Nerea frunció el ceño.

-¿Qué haces?

-Ahorrarte el desmayo. No quieras oler mi aliento por las mañanas.

Nerea soltó una carcajada y le apartó su propia mano de la boca para plantarle un beso de respuesta a sus buenos días.

-No seas tonta, me da igual tu aliento.

-No sabes lo que dices.

-Pero si acabo de besarte.

-¿Estás segura? -bromeó la morena, fingiendo confusión-. Yo no he sentido nada...

Nerea rio y la volvió a besar, más despacio esta vez. Aitana la retuvo por la cintura antes de que se separase y unió sus labios de nuevo, a lo que Nerea no pudo negarse. Tras un tercer beso, aflojó el agarre y dejó que la rubia se separara un poco, con una sonrisa a la que comenzaba a acostumbrarse.

-Bueno -empezó Aitana-, tu aliento también huele a mierda. Estamos en paz.

-¡Serás idiota! -Nerea volvió a reír y le dio un manotazo. La otra chica abrió la boca y se lo devolvió.

-Y tú una bruta. -Pero antes de que Nerea pudiera atacar de nuevo, cogió sus muñecas y la acalló con un nuevo beso-. ¿Cómo has dormido?

-Bien, pero he pasado calor.

Hizo el amago de destaparlas, pero Aitana cogió el edredón al vuelo y las volvió a tapar, alarmada.

-¿Qué haces?

-¡Intentar no morirme de calor!

-¡Pero si hace frío!

-Aitana, esto no va a funcionar.

Ambas rieron.

-¿El qué, exactamente? Porque si es por dormir juntas, duermes tú encima de la colcha y tirando.

-Pues a ver si es verdad y me dejas salir.

-Bueno... Está bien.

Levantó la colcha lo suficiente para que una sudorosa Nerea pudiera salir de la cama y luego se volvió a tapar. La rubia, agradeciendo la brizna de aire que le llegó del pasillo, observó a su amiga, que seguía acostada y la miraba con los ojos más cerrados que abiertos. No iba a hacerla levantarse solo porque a ella le quedaran pocas horas como humana.

-Voy a desayunar, ¿vale?

-¿Ya? -Aitana se giró hacia su mesilla de noche, observó el despertador y resopló, perezosa-. Pero si son las nueve...

Una hora, pensó Nerea. Sí, definitivamente debía desayunar y prepararse para irse antes de que se le hiciera demasiado tarde.

-Sí. Tengo hambre.

Where the ocean meets the sky | iFridgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora