Parte 2

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La noche a caído sobre la ciudad.

Vergil y Dante siguen discutiendo en la planta baja, escucho sus murmuros cuando alguno de los dos reprime al otro. Han vivido tanto tiempo separados que se han olvidado por completo como convivir en paz. Yo estoy en la habitación de Dante duchándome cuando escucho a alguien abrir la puerta de la recamara, salgo de la ducha cubriendo mi cuerpo con una toalla que Trish me ha dado antes de irse.

Veo a Dante sentado en la orilla de la cama hundido en sus pensamientos.

Me acerco con cuidado haciendo el menor ruido posible, probablemente ni siquiera recuerda que me ha ofrecido su habitación para pasar la noche.

Dante es atractivo de muchas maneras, tiene la espalda ancha, los músculos trabajados, esa sonrisa coqueta y unos ojos que te atraviesan el alma, no tengo duda alguna que debe ser todo un Don Juan con las mujeres. Apenas lo conozco y empiezo a notar la irresistible aura del cazador de demonios. Dante puede parecerse físicamente a Vergil, pero los dos tienen personalidades muy diferentes.

Pongo mi mano sobre su hombro y veo como se estremece, entonces su mirada triste choca con la mía, sus ojos recorren mi cuerpo y se da cuenta que solo llevo puesta una toalla

-Lo siento linda me olvide que estabas aquí- se pone de pie y camina hacia la puerta

-No te vayas- le digo, pero las palabras salen demasiado tarde de mi boca. Dante ya ha cerrado la puerta.

Observo a mi alrededor, un montón de ropa tirada en el suelo, una colección de armas y una fotografía de su madre con la imagen borrosa. Me visto y salgo de la oficina. Necesito un poco de aire fresco antes de irme a dormir. Me recargo en la pared de concreto, saco un cigarrillo y lo enciendo, pero Vergil lo tira con un rápido movimiento, ni siquiera lo eh escuchado acercarse

-Los vicios humanos son una verdadera pérdida de tiempo- me dice

-Apenas tengo diecinueve años- replico -se supone que debería hacer un montón de tonterías antes de madurar y volverme una mujer adulta amargada- Vergil me mira con severidad, como si quisiera asesinarme

-Eres un demonio, no una humana- me recuerda.

-Soy mitad demonio- lo corrijo notando la desesperación por mi insolencia en su rostro.

La puerta se abre y Nero sale dedicándonos apenas una mirada, lleva la capucha puesta y camina en dirección contraria dándonos la espalda

-Deberías acompañarlo- le sugiero a Vergil. Él esquiva mi mirada

-No eh venido a fortalecer vínculos familiares, no tengo interés alguno en hacerlo- contesta antes de volver al interior de la oficina.

Observo el cigarrillo en el suelo, la punta ya se ha apagado por completo, aun así, lo piso con la suela de mi bota y comienzo a caminar entre la oscuridad.

Cuando era niña solía escuchar historias terroríficas acerca de los demonios, seres consumidos por la lujuria, el egoísmo y el poder. Nunca supe que la sangre de esos seres corría por mis venas hasta el día en que mi madre murió, pasé de vivir en un lugar celestial a un sitio decadente lleno de oscuridad, lava y construcciones de estilos antiguos. Las cadenas, los gritos de agonía y murmuros inundaron mis oídos y de pronto, la figura de lo que entonces confundí con un ángel se presentó ante mí, silenciando todo a mi alrededor

-Hija mía- habló el ser corpulento, de dimensiones desproporcionadas -por fin has llegado a tu reino, por fin te tengo bajo mi protección.

Estaba asustada porque no conocía el mundo a mi alrededor y por qué era la primera vez en diez años que escuchaba a mi padre.

Cuando regreso a Devil May Cry, veo el anuncio parpadeando, Trish y Dante platican fuera de la oficina, es casi media noche y no tengo sueño, pero tampoco puedo acercarme y charlar con ellos como si fuera lo más normal

-Buenas noches- les digo.

Dante me mira y sonríe

-Buenas noches- contesta Trish contemplando de reojo a su compañero

-¿Pasa algo?- pregunto intentando comprender por qué los dos parecen estar riéndose, entonces Trish apunta hacia el otro lado de la calle. Junto a una camioneta esta una pareja intercambiando besos fugases y caricias bastante reservadas para lo que se acostumbra ver en el infierno

-Ese es mi sobrino y su chica- dice Dante intentando contener la risa, Trish me mira y luego sonríe

-A Dante le gusta molestar al niño- me explica.

- ¿Niño? - pregunto arqueando la ceja -tiene como veintitantos ¿no? -

-Veinte- aclara Dante -por eso sigue siendo un niño, igual que tu- me dice y puedo distinguir la incomodidad en su rostro mientras pronuncia esas palabras. La sonrisa coqueta se ha desvanecido de su rostro, estoy a punto de responderle cuando decido que lo mejor es irme a dormir

-Hasta mañana- les digo -suerte con eso de espiar al chico.

Alcanzo a escuchar como Trish suelta una carcajada y se recarga en el hombro de Dante, a quien no parece molestarle en absoluto el último movimiento de la rubia.

Me recuesto sobre la cama minutos después, el perfume de Dante está impregnado en cada espacio de su habitación haciendo difícil conciliar el sueño, aun así, cierro los ojos y al cabo de un rato me quedo dormida.

Sueño con mi padre torturando a mi madre encadenada, con las alas rotas y el rostro ensangrentado suplicándole que me dejé vivir.

Despierto con la respiración agitada cubierta en sudor. No ha sido un sueño, me digo a mí misma, es la peor pesadilla que eh tenido.

Bajo las escaleras y me dirijo a la cocina, tomo un vaso de agua y me recargo en la encimera, todas las luces están apagadas excepto la de la entrada. Me pregunto ¿cómo pueden conciliar el sueño después de cargar con tantas muertes en su conciencia?

Me quedo ahí bastante tiempo hasta que termino de tomarme la última gota de agua, dejo el vaso sobre la encimera y cuando salgo de la cocina, la puerta de madera se abre, Nero entra por ella con los ojos clavados en el suelo de madera, alza la vista y aunque me mira no se atreve a decir nada.

Lo observo de reojo hasta que desaparece por las escaleras y mo conclusión es, que debe haber heredado el mal carácter de su padre.

El deseo del demonio (Nero y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora