Parte 8

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Diviso el anuncio de neón con letras rojas, me detengo justo en la entrada y toco la puerta

-Adelante- dice una mujer al otro lado, giro el pomo y noto que no tiene ningún seguro

¿Quien necesitaría seguridad si hay descendientes de demonios resguardando la entrada?

Una mujer de cabello corto y negro se da la vuelta, me fijo en su escote y ella sonríe sin molestarse por mi mirada imprudente

-¿Buscabas a alguien?- pregunta bajando sus anteojos oscuros, puedo ver sus ojos de distinto color... Heterocromia.

Ella sonríe notando mi excesivo interés en su persona

-Busco a Nero- le digo y veo como separa los labios lentamente con cierta sorpresa
-No esta- responde -salió con Dante y Vergil a un día de campo.

-¿Puedo esperarlo?- le pregunto.

La mujer se da la vuelta y se sienta en el escritorio alzando las manos

-Como quieras- dice -yo también espero a alguien- cruza la pierna derecha sobre la izquierda -¿de casualidad Dante no te debe dinero?

-No- digo a secas

-Menos mal- comenta -ya tiene suficiente con los intereses que le cobro, por cierto- dice -soy Lady- estira la mano y la saludo, estrechandola con fuerza.

-Soy ______- me presento y veo como se abren sus ojos con curiosidad

-¿La hija de Mundus?- pregunta con bastante interés, encojo los hombros y meneo la cabeza con negación

-Prefiero que no me relacionen con él.

Lady sonríe

-Parece que todos tenemos padres que nos avergüenzan con su ambición de poder.

Asiento por que estoy de acuerdo, alejándome un poco para sentarme en el sillón mientras Lady me platica un poco de su historia.


Dante, Vergil y Nero regresan después de unos minutos, cada uno tiene una expresión diferente cuando me ven ahí sentada en el sillón de piel

-_____ ¿que estas haciendo aquí?- pregunta el menor de los tres

-Te estaba esperando- le digo con sinceridad.

Nero frunce el ceño, voltea a ver a Vergil y luego vuelve a mirarme

-No deberías haber venido- habla entre dientes para que nadie mas lo pueda escuchar

-Quiero hablar contigo- insisto, observo a Dante de reojo, mirándonos con los brazos cruzados, sus ojos se encuentran con los míos y sonríe, mi corazón se vuelve a acelerar y tengo que obligarme a regresar mi atención a Nero -podemos platicar a solas- le pido, él asiente de mala gana

-Vamos a mi habitación- determina y yo lo sigo en silencio.

La recamara de Nero por increíble que parezca esta prácticamente vacía, tiene una cama, un buro, un armario y una guitarra bastante peculiar. Una ventana deja que entre el sol, pero él la cierra hasta la mitad para darnos un poco mas de privacidad, la habitación esta increíblemente limpia, sin ropa sucia tirada en el suelo o basura de comida chatarra

-No debí haberte preguntado nada- me disculpo sentándome sobre el borde de la cama

-Ya te dije que no es tu culpa- vuelve a recordarme, pero el remordimiento no me deja tranquila -oye- me dice tomándome de los hombros trayéndome de golpe a la realidad -lo lograste, sellaste el inframundo y es algo por lo que deberías estar feliz.

El deseo del demonio (Nero y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora